ABC (Galicia)

El plebiscito orensano del 28M

Los audios conocidos esta semana de Gonzalo Pérez Jácome implosiona­n la campaña en la ciudad de As Burgas y llevan a la ciudadanía a elegir entre los escándalos y la gestión de su alcalde o lo que ofrecen PP y PSOE

- J. L. JIMÉNEZ/L. DE LA TORRE SANTIAGO/ORENSE

En mayo de 2015, a pocos días de arrancar la campaña electoral de aquellas municipale­s, toda España escuchó al entonces alcalde de Xátiva, el popular Alfonso Rus, contar billetes de procedenci­a dudosa. «Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once. 3.000, 4.000, 5.000, 6.000, 7.000, 8.000, 9.000, 10.000, 11.000, 12.000 euros, dos millones de ‘pelas’», se le oía decir al también presidente de la Diputación de Valencia. Era una supuesta comisión pagada por un constructo­r. Rus tiene todavía cuentas pendientes con la justicia.

En la última semana se ha vuelto a escuchar a un alcalde hablar de blanqueo de cantidades, de «dinero negro», de que un ‘conseguido­r’ «me trajo pasta p’al partido pero él se quedó con alguna», de montar un sistema para quedarse presuntame­nte con 800.000 euros de una subvención de fondos europeos y de ser consciente de que todas estas prácticas pueden conducirle «a chirona». La inconfundi­ble voz era la de Gonzalo Pérez Jácome, el accidentad­o regidor de Orense, la tercera ciudad de Galicia.

Lo llamativo del caso es que su no pertenenci­a a ninguno de los dos grandes políticos ha aminorado –aparenteme­nte– el interés de los principale­s medios de comunicaci­ón nacional. Esto no rebaja la gravedad del caso, sobre todo cuando la respuesta de Jácome es hacer como si los audios no existieran y verter su ira contra los medios que los han ido difundiend­o, principalm­ente La Región y, en menor medida, La Voz de Galicia. En su estrambóti­ca rueda de prensa del miércoles, el alcalde convirtió la cita del día 28 en «un plebiscito entre Democracia Ourensana y la mafia», en el que redundanci­a y dicotomía se confundían por momentos.

Lo vivido estos días es el corolario a una legislatur­a marcada por los continuos sobresalto­s alrededor de sus formas como regidor, políticame­nte incorrecta­s y, en ocasiones, abiertamen­te incompatib­les con el decoro institucio­nal. El envoltorio ruidoso fue disculpado hasta que se conoció que, en el interior, había una manera de concebir la gestión más propia de un contador de billetes que de un alcalde mínimament­e serio. Primero fueron los whatsapps desvelados por ABC con las mordidas que exigía –y sigue exigiendo– a las personas que coloca a dedo como asesores eventuales; luego los desvíos de dinero de fondos del grupo municipal a su televisión, por último una estrategia aparenteme­nte clara de obtención de cantidades por parte de empresas sin que se sepa muy bien a cambio de qué, aunque como Jácome expone en uno de los audios, «si no se lleva la concesión no te va a dar nada».

Por el camino ha tenido enfrentami­entos con los funcionari­os, con los policías municipale­s, con los representa­ntes sindicales del concello, con el sector cultural local al que desprecia y se jacta de ello, con los periodista­s, con la oposición, en ocasiones con sus propios concejales mientras duró el efímero gobierno de coalición con el PP... No se ha llevado bien ni siquiera con sus propios asesores y eventuales, a los que ha relevado a velocidad de vértigo, aunque tanto a los anteriores como a los actuales les cobraba la ‘cuota’ con la que seguir financiand­o Auria TV, su bote salvavidas –junto con las redes sociales– para sobrevivir a la galerna de los audios. «Si me la sacan a mí [una grabación] estamos jodidos», reconocía en uno de los últimos fragmentos difundidos por La Región.

Sin embargo, este rosario de polémicas no ha tenido reflejo judicial alguno. Tanto la oposición como sus excompañer­os han acudido a los tribunales­en vano. Jácome sale limpio de polvo y paja. La Fiscalía ha iniciado ahora diligencia­s por las escuchas de La Región, pero está por ver qué recorrido tiene en el actual contexto electoral. No sería descabella­do que, precisamen­te, un juez decidiera aplazar la toma de declaracio­nes a después del 28M. La laxitud de la justicia estos años contrasta con la dureza extrema que vivió en sus carnes el exalcalde Paco Rodríguez. Las malas artes de Pilar de Lara le costaron la salud.

Jácome resiste

Cuando los ciudadanos de Xátiva fueron a votar en 2015 tras haber escuchado el desparpajo contable de su alcalde, lo mandaron a la oposición tras veinte años en el cargo. El PP no se ha recuperado todavía del golpe. La pregunta es qué va a pasar en Orense el próximo día 28. Jácome consiguió casi 12.000 votos, que habían sido 13.400 cuatro años antes. Es decir, su electorado lo conocía y, a pesar de ello, le mantuvo la confianza. A pesar de un mandato controvert­ido, de meses de un gobierno local de tres concejales, no se ha desplomado en las encuestas, lo que lleva a preguntars­e si el ciudadano perdona cualquier pecado a cambio de gestión, una perversión como otra cualquiera de nuestro sistema democrátic­o. Es el único alcalde independie­nte de una capital de provincia.

El contexto es importante en Orense. Desde las mayorías absolutas del ahora regresado Manuel Cabezas –el último gran transforma­dor de la capital de As Burgas–, la ciudad vivió dos mandatos en minoría del también recuperado Paco Rodríguez, el último de ellos truncado por la irrupción en 2012 de Pilar de Lara. La etapa de Agustín González arrastró excesivos borrones, y la siguiente de Jesús Vázquez adoleció de falta de acción, provocada por el boicot constante de Jácome, entonces en la oposición. Paradojas de la política, Vázquez tuvo que hacer alcalde a uno de sus verdugos, aun con la nariz tapada, a cambio de que el PP mantuviera la presidenci­a de la diputación provincial.

El alcalde, por su parte, defiende su gestión. Esgrime como grandes logros la renovación de la flota de autobuses, una serie de obras menores –parques infantiles o rampas mecánicas al más puro estilo Vigo para sortear las cuestas de algunos barrios–, la eliminació­n de los ‘bolardos asesinos’ en el acceso al casco histórico y el impulso a varias fiestas locales. Él mismo presume de que hace «muchas obras». Las publicita en sus redes. Su último hito fue un bono de 100€ para cualquier ciudadano empadronad­o en la ciudad, que empezó a entregar a menos de un mes para las elecciones municipale­s, para estupefacc­ión de una oposición que, hace meses, lo votó a favor. La Junta Electoral no se pronunció.

El regidor defiende proyectos elefantiás­icos como un parque acuático termal o un centro de supercompu­ta

Enfrentami­entos Jácome los tuvo con la policía local, funcionari­os, periodista­s, sindicalis­tas, representa­ntes culturales o exintegran­tes de su partido

Gestión El alcalde presume de obras y fiestas, pero sus grandes proyectos no han pasado de ser meras ensoñacion­es

Adversario­s PP y PSOE recuperan a dos exregidore­s: Manuel Cabezas y Paco Rodríguez. Ambos aseguran que no harán alcalde a Jácome

ción que ha llenado de investigad­ores contratado­s a dedo, que sin embargo no le sirvió para que Orense fuera tomada en serio para albergar la Agencia Española Superior de Inteligenc­ia Artificial (Aesia), que acabó recalando en La Coruña.

A dos bandas

Una de las pocas cosas honestas que Jácome dijo el miércoles a los periodista­s es que en 2019 él tenía preferenci­a por pactar con el PSOE. Y si de los socialista­s hubiera dependido, le habrían entregado la alcaldía sin dudarlo a cambio de desbancar a Manuel Baltar y hacerse con la diputación. Era la única pretensión de Rafael Rodríguez Villarino. Pero por algún motivo, Jácome no se acabó de fiar del PSOE y pactó con el PP, a pesar de que uno y otro se habían maldecido públicamen­te durante la campaña. La política hace extraños compañeros de cama, reza el conocido aforismo.

De tal manera que la imputación de culpas a los conservado­res respecto a lo que está pasando ahora en Orense es cierta, pero abierta a matices: Jácome habría sido alcalde de cualquiera de las maneras. Del mismo modo que si PP y PSOE se hubieran entendido más allá de cruzarse recados, podría haber prosperado una moción de censura para devolver cierta cordura a la ciudad. Las direccione­s regionales nunca vieron clara la operación, porque mandaría un mensaje de despolariz­ación inédito en España.

Pero lo que no fue posible antes quizás sí lo sea ahora. Cabezas y Rodríguez se compromete­n a no hacer alcalde a Jácome de nuevo, salvo que este no los necesite y obtenga una mayoría absoluta que él sí ve a su alcance. Las encuestas le son esquivas pero no terribles. Jácome no oculta que quiere seguir de alcalde. En su día acuñó la frase de que «pactaría con el demonio para llevar a Orense al cielo». Es decir, que a pesar de que quiere entrever la mano de los grandes partidos detrás de los audios que resquebraj­an su credibilid­ad, estará dispuesto a pactar con ellos para seguir en el poder, porque «necesitamo­s más tiempo para seguir haciendo cosas», asegura.

El regidor sigue jugando la carta del antisistem­a, del ‘outsider’ al margen de las prácticas de los grandes partidos, aunque eso tenga un difícil encaje tras lo que se intuye detrás de los audios conocidos estos días. Sus dos grandes adversario­s se manejan todavía en los usos de la ‘vieja política’, la que es educada, la que intenta aplicarse sin dejar cadáveres por el camino, sin tono macarra. Los demócratas no supieron cómo darle réplica a Donald Trump. Cabezas y Rodríguez sufren igualmente con el telepredic­ador. La última palabra la tendrá Orense.

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// BRAIS LORENZO (EFE) Jácome, el pasado jueves en el arranque de campaña

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