ABC (Galicia)

El líder del PP busca aguas templadas

▶El rechazo del PSOE a su propuesta de que gobierne el más votado en municipios y autonomías permitirá a Feijóo justificar los pactos con Vox donde sean factibles

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN MADRID

¿Debe gobernar siempre la lista más votada? ¿No es España una democracia parlamenta­ria? ¿Es táctica o convicción? Todas esas preguntas aparecen cuando el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, defiende su idea de que gobierne la lista más votada. El pasado jueves, en el último acto de precampaña en Valencia, dijo que «nosotros sólo vamos a gobernar ganando». Al día siguiente en Toledo, primer acto de la campaña electoral, no lo repitió. Luego volveremos a Castilla-La Mancha.

El PP hace de esto una idea fuerza porque está convencido de que en la mayoría de territorio­s el próximo 28 de mayo y en las próximas elecciones generales va a ser la fuerza más votada, mientras que radiografí­a al PSOE «preparando el terreno» para intentar mantener parte de su poder institucio­nal «perdiendo». Incluida La Moncloa.

Se le pregunta al PP por una evidencia en este tema: en 2019 obtuvieron muchos gobiernos sin ganar. Incluidos el Ayuntamien­to y la Comunidad de Madrid. Ellos reprochan que al revés también sucedió en 2015 en algunos lugares. El tema no es sencillo de defender. Políticame­nte, sí. El que gana, gobierna. Y es un mensaje con buena aceptación popular. Desde el punto de vista político y normativo, no es así. España no es un modelo presidenci­al.

En los ayuntamien­tos el sistema premia más a la lista más votada, pero ni siquiera allí gobierna de forma automática. Primero se abre la opción a que cualquier concejal del consistori­o pueda obtener la mayoría absoluta. Además del caso de Madrid, Jorge Azcón por ejemplo es alcalde de Zaragoza tras haber sido segundo en las elecciones de 2019. Solo si no hay una mayoría absoluta se establece, según la Loreg, que «es proclamado alcalde el concejal que encabece la lista que haya obtenido mayor número de votos populares en el correspond­iente municipio».

El PP defiende ese modelo como «un compromiso político» para que la gobernabil­idad del país no esté en manos ni de Podemos y los independen­tistas por un lado ni de Vox por otro. Con un mapa muy distinto en función del territorio después del 28 de mayo, los ojos se posan en el Castilla-La Mancha y Extremadur­a. En ambas regiones el cambio de gobierno es difícil. Pero en el PP creen que no es imposible que exista una suma entre ellos y Vox para desalojar a Emiliano García-Page y Guillermo Fernández Vara, respectiva­mente.

¿Renunciarí­an a ella en favor de esa propuesta? «Estamos tranquilos», dicen en uno de estos territorio­s. «Entendemos que cada uno tiene sus estrategia­s», rematan. Si hay suma con Vox, se gobernará. No trabajan con otro escenario. ¿Por qué? El mensaje que les llega de Génova es de tranquilid­ad. El PP no va a aplicar su propia estrategia si no forma parte de una más global y de acuerdo con el PSOE. Saben que Sánchez nunca lo hará porque «él ya sabe que no va a ganar las elecciones».

Algunos jirones

Con esta propuesta de gobernabil­idad, Feijóo trabaja en la apuesta por recomponer una imagen de centralida­d que estaba muy asentada en el momento de su llegada a Génova 13, pero que, a golpe de pulsos con Pedro Sánchez y al calor de la sobrexposi­ción de la política nacional, se ha debilitado. El perfil de Feijóo se ha dejado algunos jirones en este año largo que lleva al frente del PP. En parte porque delante hay un adversario, el PSOE, que con su llegada tuvo muy claro desde el primer momento que necesitaba chocar y exponer con el líder de la oposición para desgastar esa imagen.

Pero Feijóo mantiene su idea. Nadie en el panorama político piensa en pactos PP-PSOE. Ni en mayorías absolutas. Y el proyecto que sigue defendiend­o estos días es el de las «grandes mayorías». En el arranque de la campaña no ha mencionado en ninguna ocasión a Vox. Más bien al contrario, lo que sí ha hecho es reclamar a los electores que no busquen un gobierno de su partido mediante intermedia­rios, sino que voten directamen­te a los populares: «Si quiere que gobierne el PP, vote al PP y ya está, ya lo arreglamos, lo solucionam­os rápido, pero esto de ‘vótame a mí porque quiero que gobierne el PP pero no soy el PP’ es una cosa un poco extraña».

«Todos caben»

En una estrategia de crecer por varios frentes, Feijóo ha apelado estos días a votantes «que nunca han votado al PP». El domingo en Zaragoza se refirió a los «socialista­s avergonzad­os» y prometía un Partido Popular «centrado y moderado». El viernes en Toledo habló del «cambio sereno» y aseguró que en su proyecto «todos caben y no importa lo que hayan votado anteriorme­nte, sino lo que quieran para el futuro».

Tras esta campaña van a llegar unos pactos electorale­s que tendrán un acento distinto en cada territorio. Además de argumentar que su primera propuesta era ese acuerdo global con el PSOE, existen territorio­s en los que el PP confía en que el acuerdo con algunas fuerzas regionales limite la idea de asociación con Vox. Esto podría pasar por ejemplo en Cantabria o Canarias. Y, en función de la aritmética de la noche electoral, en Aragón o Baleares. En la Comunidad de Madrid, la Región de Murcia o La Rioja se cuenta con no necesitar a nadie. Algo que será imposible en la Comunidad Valenciana. Ahí todo pasa por el acuerdo con Vox. El PP lo asumirá. También, si hubiese suma, en Castilla-La Mancha o Extremadur­a. Pero quiere hacerlo explicando que el acuerdo con el PSOE podría haberlo evitado.

En el horizonte están unas elecciones generales. Es una carrera de fondo. Y en el PP descuentan que en muchos territorio­s en los que hay electores que ahora van a votar a Page, Lambán, Fernández Vara o Ximo Puig, en una elección entre Feijóo y Pedro Sánchez cogerán la papeleta popular. O al menos no cogerán la socialista. Cada voto cuenta en unos comicios en los que las sumas para gobernar son muy ajustadas. Pasará en mayo y puede suceder en las generales de otoño. Y en Génova saben que cada voto que vaya del PSOE al PP vale doble. Y que, si al menos no es para el PSOE, vale uno.

El jefe de la oposición promete un PP «centrado y moderado» para atraer a «socialista­s avergonzad­os» con la gestión de Sánchez

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