ABC (Galicia)

La ‘zuba’ de Bildu

- JORGE NAVAS

Lo único que se puede agradecer a Bildu del paripé de ayer, otra arana más para blanquears­e, es que haya desmontado de forma tajante y humillante los mantras de la izquierda para justificar sus pactos con ella. Ya nadie podrá decir que los de Otegi son un partido normal y, por tanto, con el que se puede gobernar España. Ningún partido normal está exento de que se le cuele alguna oveja negra. Sin ir más lejos, para estas mismas elecciones han renunciado como candidatos una concejal de Vox tras ser detenida por traficar con droga, uno del PP al desvelar ABC que fue condenado por vejaciones, otro de Más Madrid que militó en Falange y uno del PSOE con un hijo por gestación subrogada, que su partido critica.

Ninguno de ellos ha asesinado ni intentado asesinar a nadie, pero sus respectivo­s partidos los han fulminado. La de Vox no ha sido condenada, el del PP ya cumplió su pena, el de Más Madrid no cometió ningún delito y el del PSOE, menos. Pero todos están ya fuera porque, con buen criterio, los partidos normales entienden que no puede aspirar a un cargo público quien descaradam­ente no es ejemplar o coherente con lo que predican sus siglas, aunque sea legal.

Mientras, Bildu presenta a esas mismas elecciones a 44 condenados nada menos que por terrorismo, siete de ellos por asesinato, el delito más grave que se pueda imaginar.

Los que dicen que no es tan grave porque ya han cumplido sus penas son los primeros que pondrían el grito en el cielo si, por ejemplo, el PP llevara en sus listas a Camps, que ha sido absuelto de todos los juicios a los que se ha enfrentado, que no mató a nadie y que, por tanto, tendría mucho más derecho que cualquier condenado por terrorismo. ¿Qué no diría la izquierda, toda la izquierda, en ese caso? Da miedo sólo imaginarlo.

Todo esto pasa por una sencilla razón: Bildu y el partido que la sustenta (Sortu) están liderados no por políticos, sino por exterroris­tas camuflados, como el secuestrad­or Otegi, el último jefe de ETA (Pla) y un tal Rodríguez que, para expiar su apellido, ameritó casi tres trienios entre rejas. No son la dirección de un partido normal, son la ‘zuba’ de una banda política. Pero, como acierta un dicho castizo, «la culpa no es del gorila, sino del que le abre la jaula». Y aquí la llave de esa jaula va en el mismo llavero que la de La Moncloa.

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