El primer beso de la humanidad, inicio del contegio del herpes
▶ Ocurrió hace 4.500 años en Mesopotamia y estaban relacionados con actos eróticos
Ya sean amistosos y familiares o románticos y sexuales, los besos están ligados a la cultura humana. Los primeros se practican a lo largo de casi toda la geografía del planeta, mientras que los segundos no son universales: generalmente, son las parejas de sociedades estratificadas y complejas las que juntan sus labios durante un tiempo más o menos prolongado. En muchas tribus de África, por ejemplo, a nadie se le ocurriría hacer algo así. Un manuscrito del año 1500 a.C. encontrado en India ha sido considerado en algunos estudios como el primer registro conocido de un beso de amor.
Desde allí, estimaban sus autores, este comportamiento pudo haberse extendido a otras regiones, acelerando al mismo tiempo algo mucho más desagradable: la propagación del virus VHS-1, responsable del herpes labial tal y como hoy lo conocemos. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Copenhague sugirieron ayer en la revista ‘Science’ que el beso ya era una práctica bien establecida hace 4.500 años en distintos lugares del Medio Oriente, como reflejan algunos escritos en tablillas de arcilla que han sido pasados por alto. Esos serían los primeros besos registrados, porque probablemente, subrayan, ya se daban mucho antes.
La escritura cuneiforme surgió en la antigua Mesopotamia, en lo que hoy es Irak y Siria. Miles de estas tablillas de arcilla han sobrevivido hasta el día de hoy. «Cuando se inventó, la escritura se empleaba principalmente para la administración y los textos de otros géneros solo aparecieron gradualmente. Las primeras referencias a los besos se encuentran en narraciones mitológicas sobre el comportamiento de los dioses. Un poco más tarde (especialmente a principios del segundo milenio a. C.) hallamos referencias claras a los besos en documentos privados», explica Troels Pank Arbøll, experto en la historia de la medicina en Mesopotamia.
En algunos textos, en efecto, los besos se relacionaban con los actos eróticos, posiblemente como una actividad poscoital, y se daban en los labios. Se consideraba que eran propios del matrimonio, aunque también podían repartirlos solteros enamorados. Dos textos del 1800 a.C. son especialmente reveladores. Uno describe cómo una mujer casada pudo haberse descarriado al ser besada por otro hombre. Y el segundo narra cómo una mujer soltera juraba haber evitado el beso de un varón. El llamado ‘cilindro de Barton’, un texto mitológico escrito en sumerio alrededor de 2500-2350 a. C., habla de dos deidades, el Cielo y la Tierra, que se besan, con embarazo de siete mellizos como consecuencia.
Para Arbøll, lo que está claro es que el beso romántico «no debe considerarse como una costumbre que se originó exclusivamente en una sola región, como se ha propuesto para la India, sino que tuvo múltiples orígenes, en un área geográfica amplia que incluye claramente Mesopotamia e India», señala. Quizás también Egipto, aunque allí «la evidencia es más ambigua. Al principio de la historia egipcia, las traducciones difieren en cuanto a si se trataba de besar o de oler. En fuentes posteriores, besarse parece más seguro».
Pero si uno busca un solo punto de origen, «probablemente se encontraría mucho más atrás, en la prehistoria», añade el investigador. Estudios anteriores han sugerido que el beso sexual evolucionó con el propósito de evaluar aspectos de la idoneidad de una potencial pareja, a través de las señales químicas comunicadas en la saliva o el aliento, al tiempo que aumenta los sentimientos de apego.
El beso también está atestiguado en otros animales, como los bonobos y los chimpancés, los parientes vivos más cercanos a los humanos. Como afirma Sophie Lund Rasmussen, coautora del artículo, esto sugiere que esta práctica «es un comportamiento fundamental en los humanos, lo que explica por qué se puede encontrar (en alguna de sus facetas) en todas las culturas». Incluso se sospecha, por la transferencia de microbios, que los neandertales pudieron besarse con miembros de nuestra especie, los sapiens, hace 100.000 años.
Un manuscrito de 1500 a.C. encontrado en India es considerado como el primer registro conocido de un beso de amor
Enfermedades
Además, la práctica de besar pudo haber desempeñado un papel clave en la transmisión de microorganismos, lo que podría haber causado la propagación del virus del herpes simple 1 entre los humanos.
Algunos de los numerosos textos médicos antiguos de Mesopotamia mencionan una enfermedad conocida como bu’shanu (el nombre deriva de un verbo que significa «apestar»), cuyos síntomas recuerdan a los causados por las infecciones por herpes simple. «La enfermedad de bu’shanu se localizaba principalmente en o alrededor de la boca y la garganta, y los síntomas incluían vesículas, que es uno de los signos dominantes de infección por herpes», comenta Arbøll.
Sea como fuere, el beso llegó para quedarse. Ni el herpes ni ninguna otra enfermedad han podido poner freno a una de las prácticas que mejor expresa las emociones humanas. Los besos ‘de película’ no los inventó precisamente el cine.