EL IMPERIO ‘WOKE’ COLONIZA LOS CONTENIDOS INFANTILES
Una serie de Netflix para bebés con un bisonte no binario abre el debate sobre si es lícito compartir con los niños conceptos cargados de ideología que obedecen a cupos
Mi corazón dice que como me siento más a gusto es usando el nombre de Fred porque soy no binario y Fred es el nombre que más me va. También uso ‘elle’ y ‘elles’ porque cuando me llaman ‘ella’ o ‘él’ no siento que sea lo correcto.
—Eso no lo sabía, no me extraña que te cueste centrarte. ¿Cómo vas a liderar la manada sin ser tu verdadero tú? Siento mucho no haber utilizado el nombre y los pronombres correctos. Gracias por mostrarme tu corazón.
No es una guía del Ministerio de Igualdad sino la conversación entre una abuela bisonte y su nieto, los dos protagonistas de la polémica escena de una serie de Netflix recomendada a partir de los cero años, tan cargada de colores como de ideología. El fragmento en cuestión pertenece al octavo episodio de la quinta temporada de ‘Ridley Jones, la guardiana del museo’, cancelada pero no eliminada del catálogo de la plataforma de ‘streaming’ después de que los espectadores acusaran a la ficción animada creada por Chris Nee de «adoctrinamiento» y sometimiento a la «agenda ‘woke’».
Los dibujos animados han pasado de ser un entretenimiento inocuo que dispensar a los niños a un campo de batalla para los padres, que asisten con temor a la intención, oculta o evidente, de los contenidos que ven sus hijos. De la pradera a la pantalla, la inclusión del bisonte no binario ha reabierto el debate sobre si es lícito compartir con los más pequeños conceptos controvertidos sobre los que ni siquiera los adultos se ponen de acuerdo (la nueva ley Trans ha dejado fuera cualquier mención o legislación a favor de las personas no binarias o de género fluido), convirtiéndolos así en armas arrojadizas contra un público inocente que muchas veces ni siquiera comprende lo que ve. «Les estamos inyectando a los niños unas exigencias que no corresponden a la infancia», critica José Ramón Ubieto, que incide en que los niños «no tienen tampoco por qué entender todo lo que pasa en una ficción», menos aún bajo los criterios de los adultos.
Este profesor de Educación de la Universidad Oberta de Cataluña (UOC) y psicoanalista considera que la infancia es un tiempo para explo
rar y no para concluir, por lo que sobran los esfuerzos por instar a los menores a que decidan su postura sobre cuestiones que no deberían preocuparles y mucho menos ser concluyentes en esa etapa de sus vidas.
Discrepa Elena Gobernado, creadora, guionista y asesora de contenidos infantiles, que aplaude una escena que considera que ni confunde ni tiene efecto sobre el desarrollo y educación de un bebé. «Lo que veo en esa escena es a un menor que expresa libre y sin miedo lo que quiere y cómo se siente. Lo hace ante un adulto de su familia que, lejos de escandalizarse, le escucha, le entiende y le acepta como es. Las acciones se vinculan con los sentimientos. Lo que van a entender los más pequeños es que Fred cuenta con el respaldo de su familia», asegura Gobernado, quien defiende que toda su generación vio la película ‘Grease’ sin acabar convertida en «unos machos alfa pandilleros». «Es necesario un cambio de mirada social libre de estereotipos que abrace la diversidad, no discrimine y no aumente el sufrimiento de nadie, y menos de un menor. La infancia es vulnerable y a veces la moralidad de la familia o los más cercanos pueden causarles daño sin que tengan esa intención», apunta.
Una mina
Con vocación o no de influir en el público más influenciable, lo cierto es que el movimiento ‘woke’ ha descubierto una mina para cultivar su agenda política en los jardines de infancia. Este movimiento político de izquierdas nació originalmente para luchar contra el racismo en Estados Unidos, pero, tras abanderar las políticas identitarias de las personas Lgtbiq+ y del feminismo, aboga en la actualidad por incluir un mayor protagonismo de cualquier grupo considerado minoritario o marginado en la ficción. Ya sea para enmendar los errores del pasado,