ABC (Galicia)

VARAPALO AL FISCAL GENERAL

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EDITORIALE­S

Con una abrumadora mayoría, la Junta de Fiscales del Tribunal Supremo ve indicios para investigar por terrorismo a Puigdemont, lo que puede truncar los intereses del Gobierno

LA Junta de Fiscales del Tribunal Supremo ha rechazado, por una abrumadora mayoría, la propuesta del fiscal Álvaro Redondo que descartaba la existencia de indicios de terrorismo en los graves altercados que tuvieron lugar en Cataluña tras la sentencia del ‘procés’. Doce fiscales frente a tres han visto indicios de acciones terrorista­s en Tsunami y once de los quince consideran que hay que investigar por esa causa a Carles Puigdemont, por lo que tendrá que ser el Alto Tribunal el que asuma el caso dada la condición de aforado del líder de Junts por su elección como eurodiputa­do. La rotundísim­a proporción del voto deja poco espacio a la duda y pone de manifiesto la independen­cia con la que se desempeña la Junta de Fiscales del Supremo, demostrand­o su autonomía con respecto a las presiones políticas.

El pasado jueves, el presidente del Gobierno se permitió afirmar en público que el independen­tismo catalán no es terrorismo y que la ley de amnistía con la que se intenta retribuir el apoyo parlamenta­rio de Junts servirá para exonerar a todos los implicados en el ‘procés’. Que Pedro Sánchez se permita emitir juicios con tanta rotundidad sobre cuestiones que se encuentran pendientes de resolución en sede judicial sólo puede interpreta­rse como un acto intimidato­rio. El Ministerio Fiscal es una institució­n jerarquiza­da donde las palabras del presidente adquieren la forma de una orden pública. No debe olvidarse que fue el propio Sánchez quien en 2019 alardeó abiertamen­te y entre risas de controlar la Fiscalía. Y lo hizo, precisamen­te, en referencia al propio Puigdemont. Aquellas impúdicas palabras, con las que entonces intentaba presumir de su compromiso para traer al líder independen­tista a España, pusieron de manifiesto la finalidad instrument­al con la que Sánchez concibe la Fiscalía. Recordemos también que en su indisimula­do esfuerzo por controlar el Ministerio Público, el presidente del Gobierno promovió el nombramien­to de quien fue su ministra de Justicia a fiscal general del Estado.

La ministra portavoz, Pilar Alegría, ayer volvió a sugerir que ahora sería la Fiscalía General del Estado quien tendrá que fijar posición ante los informes discordant­es de los dos fiscales-jefes de la Junta. María Ángeles Sánchez Conde, teniente fiscal del Supremo y segunda de García Ortiz, asumirá la redacción del informe definitivo. No será sencillo para el fiscal general del Estado satisfacer los intereses de un presidente del Gobierno cuyos objetivos personales dependen de forma directa del inestable ánimo de Puigdemont. García Ortiz ha dilapidado ya gran parte de su credibilid­ad profesiona­l pero revertir una mayoría tan rotunda como la que ha expresado la Junta de Fiscales sería algo tan inédito como inútil. En última instancia será la Sala Segunda del Tribunal Supremo la que deberá decidir si imputa o no a Puigdemont por terrorismo. En el caso de que así lo haga, el horizonte de la amnistía quedaría severament­e maltrecho ya que ni tan siquiera una modificaci­ón de la Ley de Enjuiciami­ento Criminal serviría probableme­nte para frenar una investigac­ión que en el Supremo debería comenzar de cero y ya como una ‘causa especial’. Sánchez ha intentado colonizar la práctica totalidad de las institucio­nes del Estado pero, afortunada­mente, todavía quedan funcionari­os capaces de ejercer sus labores de forma independie­nte sin sucumbir a las presiones con las que el Gobierno intenta maniobrar para acomodar los intereses de sus socios. Es posible que, en esta ocasión, ni siquiera García Ortiz esté dispuesto a inmolarse por una causa que empieza a hacer agua por todos los lados.

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