Un debate que clarifica de qué va esta campaña
Si a alguien le sorprendió lo que sucedió el lunes por la noche en la TVG es que vive en Marte y no está mínimamente pendiente de la vida política gallega. Cualquier guion elaborado con carácter previo y un poco de fundamento se cumplió al dedillo, quizás con una única sorpresa: la indolencia de un Besteiro que ya asumió que este 18F él no va a salir elegido presidente, y que su papel es el de no impedir que el voto progresista se concentre en el BNG. Curiosa renuncia, que horas antes ya vino milimetrada por un CIS cargado de intención. Es decir, al PSOE le vale incluso con ser tercero aunque acabe hundiéndose si, a cambio, el PP pierde la absoluta. Inimaginable hace diez años, por poner una cifra; una ofensa, si se hubiese planteado hace veinte. Pero el PSOE de Sánchez está reescribiendo su propia historia.
Así que estas elecciones van de si a usted le gusta el modelo de Galicia que plantean Alfonso Rueda y el PP o, por el contrario, le seduce más la idea de país que tienen el BNG y la UPG, que no coinciden exactamente con la versión edulcorada y para todos los públicos que difunde Ana Pontón. La candidata nacionalista sabe que pocos leen los programas electorales, por eso en el suyo están las auténticas esencias de su formación, mientras ella firma contratos con Galicia muy ‘a lo Feijóo’, de trazo grueso y aparentemente light. Es un discurso amable con tantos retoques como su cartel electoral, que parte de la realidad para terminar ofreciendo un producto edulcorado, una versión adaptada para el consumo de masas.
En el debate Pontón no sorprendió. Ya se sabe que es un formato que domina y en el que se encuentra cómoda, dado que solo tiene que ir a la ofensiva. Y lo hace bien, con un manual de expresión y comunicación no verbal que aplica de manera disciplinada y efectiva. Es un relato aparentemente sin fisuras, sólido. Pero el lunes Rueda supo encontrarle grietas, contraponiendo su discurso con su agenda oculta, esa de la que no puede prescindir para que en la UPG no protesten pero que si la difunde le impide acercarse al gran público. Poco acostumbrada a la réplica, Pontón se pasó de frenada y exhibió un inhabitual tono agrio, nervioso, fuera de sitio. Y es mérito de Rueda.
No obstante, en el desempeño del candidato del PP hubo lagunas, como una primera hora donde estuvo fuera de contexto, como si le hubiese cogido de nuevas el escenario hostil en el que acababa de aterrizar. Si un debate se lleva preparado, eso no puede suceder, y menos en alguien que exhibe experiencia y una larga y acreditada trayectoria en política. Reaccionó y su tramo final fue más incisivo, más definitorio de lo que representa su proyecto para Galicia.
La campaña, por tanto, no se mueve en exceso, al menos aparentemente. Las encuestas nos dirán en los próximos días si el debate tuvo o no efecto en el electorado. Pero puede que sea capaz de sembrar una semilla que no germine hasta dentro de una semana, cuando falten dos o tres días para la jornada electoral. Quizás, para prevenir otro 23J, el PP haría bien en cuidar todos los flancos, los que se ven y los que puedan estar creciendo fuera de sus radares. Y aquí una pregunta sin respuesta: ¿podría interesarle al PP un ‘cara a cara’ real con Pontón para desactivarla?