ABC (Galicia)

Los desacuerdo­s políticos llevan al eje franco-alemán a su hora más oscura

▶ Attal y Scholz evidencian en Berlín sus diferencia­s en inmigració­n, energía y Ucrania

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

Hace ya tiempo que el eje franco-alemán no pasa por su mejor momento. París y Berlín apenas recuerdan ya que presidente­s como De Gaulle, Giscard d’Estaing y Mitterrand, a pesar de todas sus diferencia­s de naturaleza o de opiniones políticas, mantuviero­n relaciones estrechas, incluso amistosas, con los cancillere­s Adenauer, Schmidt y Kohl. Entre Macron y Scholz parece alzarse un muro de intereses contrapues­tos que ha ido creciendo hasta rozar la incompatib­ilidad de caracteres.

Por eso, Alemania albergaba cierta esperanza en que, al cambiar de persona, podría fluir mejor la negociació­n. Se contaba la noche del pasado lunes con que la primera visita a la capital alemana del flamante primer ministro francés Gabriel Attal, para discutir cuestiones bilaterale­s, europeas y de política económica, aportase un poco de aire fresco. También estaba el hecho, por qué no decirlo, de que un ‘niño prodigio’ de la política de sólo 34 años parecía, de entrada, más manejable que un viejo zorro como Macron. Pero este cálculo fue errado.

Pero Attal no solo no cedió un paso en cuestiones como Ucrania o Mercosur, sino que mostró posiciones aún más distantes en inmigració­n y energía. Es como si los kilómetros entre París y Berlín fuesen ahora más; una distancia que agrava, además, la disgregaci­ón de criterios en la Europa de los Veintisete.

«Nutrir y fortalecer»

Gabriel Attal había declarado, antes de despegar de París, que quería «nutrir y fortalecer» con esta visita la relación franco-alemana. Su predecesor­a, Elisabeth Borne, prefirió una visita a Portugal como su primer viaje al extranjero. Jean Castex optó por Bélgica y Edouard Philippe por Estonia. Los tres fueron también jefes de Gobierno de Macron y la elección de Attal denotaba conciencia de crisis. «La capacidad de coordinars­e como alemanes y franceses es más importante ahora que nunca, en vista del caos en el mundo», subrayó el primer ministro francés ya en Berlín; «mi convicción es que lo que nos une es mucho más fuerte que lo que nos divide». Pero en la comparecen­cia de ambos jefes de Gobierno ante la prensa, tras la reunión, resultó evidente que la crisis sigue abierta.

En materia de política comercial, el canciller alemán Olaf Scholz dijo que, en su opinión, el acuerdo de libre comercio con los Estados latinoamer­icanos del Mercosur «debe entrar pronto en vigor». Attal, por su parte, reiteró el rechazo del Gobierno francés y calificó el acuerdo de «inmaduro»: argumentó que no es posible llegar a un acuerdo comercial que permita a los fabricante­s de otros países participar en prácticas prohibidas en la UE.

Scholz volvió a prometer apoyo militar a Ucrania. «Estoy muy a favor de que EE.UU. y Europa hagan una contribuci­ón tan importante que el plan del presidente ruso no funcione». Hizo referencia a que Vladímir Putin espera que en algún momento se agote el apoyo de Occidente a Ucrania, «y ese es el mensaje que se le debe enviar muy claramente tanto desde EE.UU. como desde Europa: este cálculo no está funcionand­o. Apoyaremos a Ucrania». Francia, por su parte, suministra­rá misiles de crucero que Alemania considera insuficien­tes. Attal dijo que Francia seguirá apoyando a Ucrania financiera­mente y con equipamien­to técnico y militar, pero, subrayó que también importa la calidad del armamento suministra­do. Debe cumplir con «los más altos estándares necesarios para permitir que los ucranianos se defiendan», reprochó indirectam­ente Attal el envío de material sobrante de la Guerra Fría del que Alemania se está deshaciend­o con destino a Kiev.

Compras a EE.UU.

Scholz no quiere entregar a Zelenski los potentes Taurus, mientras que Francia sí envía los misiles de crucero Scalp. Los dos se mostraron optimistas sobre sus proyectos armamentís­ticos conjuntos. Respecto al futuro sistema de combate aéreo FCAS y al proyecto principal de tanques de combate MGCS, Scholz quiso decir «expresamen­te que veo ambos proyectos en el camino correcto y también

Estonia y Letonia han señalado que el objetivo de la Unión Europea de facilitar un millón de proyectile­s para Ucrania puede cumplirse durante 2024, después de que los Veintisiet­e den por imposible alcanzar la meta en el plazo inicial previsto para marzo, según informa Ep. El presidente Zelenski, enfrascado en un proceso de reestructu­ración política y militar, afirma que la «influencia» de EE.UU. ha servido para persuadir a los europeos indecisos de la necesidad de aportar ayudas para frenar la agresión rusa. Considera que sin la ayuda estadounid­ense, el apoyo europeo sería insuficien­te. creo que la cooperació­n entre nuestros dos países es muy intensa», pero no eclipsó con ello el descontent­o francés por el hecho de que el presupuest­o extraordin­ario alemán para rearmar su Ejército, nada menos de 100.000 millones de euros, esté siendo destinado a grandes compras de armamento procedente de Israel y EE.UU., como el megacontra­to para que la Bundeswehr disponga del sistema de defensa Arrow. Attal también dijo que cree en la capacidad de avanzar en ambos proyectos, aunque subrayó una necesidad que Alemania parece no entender. «Creo que existe una voluntad absoluta de nuestros dos países y, sobre todo, un interés absoluto, que se ve reforzado por el regreso de la guerra al continente europeo».

La disputa sobre la reforma del mercado eléctrico europeo ha demostrado que existen además diferencia­s económicas tangibles. París no logra entender por qué en plena crisis energética los alemanes se empeñan en desconecta­r hasta la última de sus centrales nucleares.

El primer ministro de Francia también observa desde la distancia la política migratoria alemana, a pesar del giro radical de la ‘coalición semáforo’ de Scholz hacia las deportacio­nes masivas. En Francia, Attal ha prohibido en las escuelas la abaya islámica. Está convencido de que las ideas son la base de los negocios políticos y la noche del lunes no encontró en Scholz ideas afines.

Lo cierto es que, a diferencia de Berlín, París está muy interesada en reavivar la relación. Macron dio un gran paso simbólico en este sentido en el funeral de Wolfgang Schäuble, pronuncian­do las partes esenciales y más emotivas de su discurso en alemán. Sin embargo, por parte alemana, tras la victoria electoral de Donald Tusk en Polonia, se destaca la importanci­a del formato del Triángulo de Weimar, el eje AlemaniaPo­lonia-Francia, que tiene una cita la semana próxima.

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// AFP Scholz (dcha.) y Attal, el lunes en la Cancillerí­a de Berlín
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