ABC (Galicia)

Rueda alerta del «peligro» de que mande el BNG y orilla a Sánchez

▶ Se enfoca en que, pese a su piel de «cordero», Pontón llevaría a Galicia al extremismo

- PABLO PAZOS ARTEIXO (LA CORUÑA)

Elecciones gallegas 18F

Más fresco e incisivo que la víspera, recuperado ya del debate del lunes, Alfonso Rueda afinó sus prestacion­es ayer en Arteixo (La Coruña), donde dejó a un lado a Pedro Sánchez y se centró en el «peligro real» de un multiparti­to que gobierne Galicia con el BNG al frente. El candidato del PPdeG rechazó los «sectarismo­s», los «extremismo­s» y la «ideología» como «único principio» rector que conllevarí­a que Ana Pontón presidiese la Xunta. Como dique de contención, expuso Rueda, los populares, con el «sentidiño» como faro y la «unidad» —frente a las luchas intestinas de la izquierda— y la seriedad de sus propuestas, sus «argumentos» y sus «balances» como señas de identidad.

Rueda advirtió de que los gallegos no pueden «permitir» que la Comunidad quede en manos del «independen­tismo disfrazado de cordero» del BNG, que comandaría otra «filial del gobierno de Pedro Sánchez» —si bien lo orilló, no nombrarlo es casi imposible— para que éste ponga una nueva «banderita». Feliz con que se extienda el «modelo» catalán y vasco de que gobiernen los secesionis­tas y «chantajeen» a un PSOE que dice «amén». «¡No quiero eso para

Galicia!», clamó el líder del PPdeG. «No es ninguna broma», insistió, centrado en «preservar» a la Comunidad, de impedir que ese paradigma se pueda «trasladar» aquí a partir del 18F.

Ante unas 400 personas, que le escuchaban en el auditorio del centro cívico cultural de Arteixo —con otro medio centenar siguiendo el mitin a través de dos pantallas, en el hall—, feudo popular con Carlos Calvelo empuñando el bastón de mando, recordó Rueda que al «multiparti­to» le vale con que a él le «falte un diputado» para los 38. Y «ya está, ¡bingo!», todo dispuesto «para empezar a montarla». Y en el caso del BNG, aplicar todo aquello que tratan de ocultar, pero figura en su programa electoral (independen­cia, monolingüi­smo, etc); y empezar a «dividir» a los gallegos entre «buenos» y «malos». Distincion­es que no van con los populares. «Somos más prácticos: somos riquiños».

«Nosotros a lo nuestro, no hay nadie que cuide más a Galicia que el PP», contrapuso. Sin promesas «disparatad­as», sabiendo que gobernar no es «un juego de niños pequeños ni de gente que acaba de llegar y no sabe nada». O que, como Podemos y Sumar, no son «capaces de compartir despacho» y unos les dejan los muebles en el pasillo del Congreso a los otros; pero aspiran a gobernar juntos cuatro años, ironizó.

Más allá de lo que digan las encuestas —bromeó con que el CIS, que le «da exactament­e igual», empezó poniéndose­lo «muy difícil», pasó a «imposible» y acabará instalándo­le a «que nos retiremos»—, apeló a no confiarse, pero siendo consciente­s de la dificultad de la tarea de repetir la mayoría absoluta. Que, en caso de no darse, advirtió previament­e Diego Calvo, número uno por La Coruña, conllevarí­a el día 18 «una sorpresa que no queremos para Galicia».

Copia descafeina­da

Por la mañana, en un desayuno en Lugo, Rueda ya advirtió de que una mayoría absoluta del PP es la única forma de evitar que llegue a Galicia una «copia» implantada por el PSdeG que dice «amén», porque su prioridad es aferrarse al gobierno en Madrid; y un «independen­tismo», el del BNG, que seguirá el modelo de sus «socios» (ERC, Bildu) para «hacer exactament­e lo mismo». Aunque «con menos fortuna», auguró, porque «los que mandan no son los de aquí», sino los catalanes «y un poco los vascos». «Tenemos la oportunida­d de que esto sea diferente», apostilló.

Después, desde Pontevedra, con el Bloque empeñado en acusar a Rueda de esconderse y eludir los debates, el candidato popular reiteró —a la salida de unos premios, a los que acudió en calidad de presidente de la Xunta— la oferta de celebrar un cara a cara, de nuevo en CRTVG, con el representa­nte que pacte la izquierda, sea Pontón u otro. «Estaría dispuesto a suspender toda mi agenda», el debate se celebraría «inmediatam­ente, en menos de 24 horas», retó. Un órdago en toda regla, por más que sea envenenado. Porque Rueda es el primero que sabe que nunca se pondrán de acuerdo sus rivales. Pero la pelota está en su tejado.

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