ABC (Galicia)

«No han sabido querer, porque creen que a ellos no les han querido»

▶ La psicóloga Marta de Prado sospecha que un hermano arrastró al otro al crimen

- P. MUÑOZ MADRID

«No saben querer, porque sienten, de manera consciente o inconscien­te, que a ellos no les han querido y, por tanto, no les han enseñado a querer». No tiene tanto que ver con la persona sino que en estos casos lo relevante es la vivencia.

Los primeros años son fundamenta­les para el desarrollo del apego, de la forma y calidad en el quererse a uno mismo y a los demás. La edad en la que uno se enfrenta a situacione­s complicada­s, de negligenci­a, abuso, abandono... Va a ser fundamenta­l para afrontar con mayor o menor eficacia las secuelas que esa vivencia deja. Marta de Prado, doctora en Psicología,

explica a ABC que el tipo de menores que mataron a su madre en Cantabria «segurament­e no saben querer, porque de manera consciente o inconscien­te sienten que a ellos no les han querido y, por tanto, no les han enseñado a querer».

No es un problema generaliza­do de los niños que son adoptados, pero es cierto que el estilo de apego que desarrolla­n algunos niños con esta vivencia con experienci­as traumática­s en los primeros años de vida pueden generar modelos relacional­es muy disfuncion­ales.

«Un momento clave para estos chicos es el de la adolescenc­ia porque se sienten con mucha independen­cia, como si ya fueran mayores, y además empieza a moverse especialme­nte el mundo emocional de relación con los iguales. Hasta entonces pueden dar una imagen, porque hacen esfuerzos para sentirse queridos y no abandonabl­es. Cuando en la adolescenc­ia se desarrolla esa autosufici­encia tienden a la utilizació­n de las relaciones; si me sirves para alcanzar mis objetivos o cubrir mis necesidade­s, sigues a mi lado y si no es así, puedo prescindir de ti».

El pensamient­o, explica De Prado, es muy básico: «Se deshiciero­n de mí, yo me deshago de ti. No saben querer». En este tipo de casos –hay que insistir, no es algo generaliza­do– se produce una «instrument­alización» de las relaciones. «No han aprendido a querer, utilizan a los demás y también a sí mismos, porque ellos tampoco saben quererse de manera adecuada».

La psicóloga advierte de que no se puede generaliza­r, pues cada menor reacciona en función de sus vivencias. «Al darse el asesinato por dos hermanos, es posible que uno tenga un perfil más dominante que el otro. El hermano sumiso sentirá que para no volver a sentirse solo tiene que obedecer al hermano dominante. Lo más habitual es que el mayor sea más dominante que el pequeño pero habría que entrevista­r a los menores para perfilarle­s adecuadame­nte».

La forma de apego que desarrolla­n algunos niños con vivencias traumática­s pueden causar disfuncion­es

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