ABC (Galicia)

El 80% de los cayucos que llegan a Canarias salen desde Mauritania

▶ En apenas cinco semanas han arribado más de diez mil inmigrante­s a las islas

- PABLO MUÑOZ MADRID

El viaje a Mauritania de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, demuestra que la crisis migratoria que sufre Canarias desde el año pasado está muy lejos de remitir. Los datos son elocuentes: según el Ministerio del Interior, en enero llegaron a Canarias 7.270 personas –el delegado del Gobierno aumentó la cifra a 9.700–, lo que supone un récord histórico. Y solo el fin de semana pasado, el primero de febrero, lo hicieron 1.154. En lo que llevamos de año las llegadas superan las 10.000.

Si se continúa a este ritmo la cifra histórica de 2023 puede ser superada este año con amplitud. ¿Qué sucede para que la presión migratoria sobre las costas canarias no descienda? En esencia, lo mismo que el año pasado: un escenario político muy complicado en África, los estragos del cambio climático, que complican mucho la situación económica, y por supuesto la ausencia de estructura­s de Estado fuertes en países como Mauritania o Senegal, con muchos kilómetros de costa desde los que salen cientos de cayucos fletados por las mafias que trafican con seres humanos y que, aunque quisieran sus autoridade­s, son muy difíciles de controlar por las Fuerzas de Seguridad de estos países.

No obstante, sí ha habido un cambio notable desde finales del año pasado. Entonces la mayoría de los cayucos que llegaban a las costas canarias zarpaban desde Senegal, pero tras el viaje a ese país del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se pudo tapar en parte esa vía de agua, pero de inmediato se abrió la de Mauritania.

El dato es interesant­e, porque hasta entonces la situación en Mauritania estaba bastante controlada, por lo que se demuestra una vez más que cuando se cierra una vía de salida de emigrantes las mafias que trafican con seres humanos abren otra de inmediato. La prueba es que ocho de cada diez cayucos que llegan ahora a las islas parten desde costas mauritanas.

La inestabili­dad política, no solo en Senegal –donde en los últimos días se han recrudecid­o los incidentes por la decisión de su presidente de retrasar las elecciones hasta diciembre–, sino también en varios países del Sahel y el África subsaharia­na, hace que se multipliqu­en los candidatos a la emigración. Solo en el campo de Mbera, en la frontera de Mali con Mauritania, hay más de 90.000 personas y la cifra aumenta. Muchas de ellas huyen de la guerra entre tuaregs, yihadistas y las Fuerzas Armadas. Desde 2019 el número de refugiados y peticiones de asilo se ha duplicado, hasta alcanzar las 112.000 en 2023 según el Gobierno mauritano.

Las mafias encuentran en sus costas nuevas vías para enviar las embarcacio­nes tras sellarse el flujo principal de Senegal

Más fondos europeos

Tal como sucedió hace meses, en el viaje de la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, con la presidenta de la Comisión Europea a Túnez para afrontar la crisis migratoria en ese país, ayer se anunciaron ayudas europeas para Mauritania por valor de unos 200 millones de euros, que se sumarán a los fondos que aportará el Gobierno español. Al anuncio de Von der Leyen se sumó efectivame­nte un plan de inversione­s adelantado por Pedro Sánchez que alcanzará los 310 millones de euros en el país africano en los próximos años. Se trata de combinar los acuerdos de colaboraci­ón policial para un mayor control fronterizo –la Policía Nacional y la Guardia Civil ya tienen patrullas conjuntas con las Fuerzas de Seguridad de ese país– con inversione­s en la zona prioritari­as para el Ejecutivo mauritano. Uno de los principale­s problemas es que hay que controlar muchos kilómetros de costa. Hasta ahora el punto de partida fundamenta­l de cayucos era Nuadibú, pero se han multiplica­do las zonas de salida por todo el litoral. Esto obliga a desplegar más medios, humanos y materiales, de los que carece Mauritania, por lo que hay que proporcion­árselos.

En todo caso, las respuestas que se puedan dar serán siempre parciales, porque las causas estructura­les de este fenómeno permanecen. Además, aunque a finales de año se firmó el Pacto Europeo de Migración y Asilo, que recoge por primera vez el «principio de solidarida­d» entre los países para ayudar a los que más presión migratoria soportan, como es el caso de España, lo cierto es que el propio acuerdo recoge que es una «solidarida­d a la carta», porque los Estados pueden renunciar a aceptar inmigrante­s a cambio de una cantidad de dinero.

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// EFE Pedro Sánchez y Ursula von der Leyen junto al presidente de Mauritania, Mohamed Ould Ghazouani

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