ABC (Galicia)

Que bailen los ángeles, Elías

Elías Lafuente (1959-2024) Profesor y coreógrafo, fundó la compañía ‘Danza Down’ integrada por bailarines con discapacid­ad intelectua­l

- RAMÓN PINNA PRIETO

Una buena parte de tu historia la supe por ti, querido amigo. Algún que otro pasaje, menos importante, me lo imagino hasta que consigo recordarlo, y del resto de tus andanzas ya me irás contando según lleguen.

¿Saben bailar ya los ángeles o hacen pereza? Si no se motivan, puede ir bien que les cuentes recuerdos de tus mejores momentos como bailarín profesiona­l y como coreógrafo más tarde. Pero no olvides, sobre todo, hablarles de cuando abriste tu academia de danza en la calle Luchana de Madrid, tras bajar un poco tu ritmo profesiona­l.

Me gustaría pedirte que te detuvieras y les hablaras despacio y con sentimient­o, de aquel día en el que se te acercaron con timidez aquellas primeras madres para confiarte a sus pequeños con síndrome de Down.

Quizás sus hijos sí, pero estoy convencido de que ni ellas ni tú, imaginaste­is entonces que durante décadas, te los llevarías de gira por España y por media Europa, para bailar de la mano de ‘Billy Elliot’, del ‘Lago de los Cisnes’, o de ‘West Side Story’, hasta ser reconocido­s por la Unesco como la primera compañía de danza, formada por bailarines con síndrome de Down y otras discapacid­ades intelectua­les.

Cuéntaselo, porque podías no haberlo hecho, Elías. Nada ni nadie te obligaba, cuando otros padres de otro tiempo te forzaron a decidir entre el resto de tus alumnos, o tu pequeño grupo de alumnos con síndrome de Down. Podías haber hecho mil cosas… dejar de incluir, comenzar a segregar, prescindir, pasar página… pero elegiste ser Elías Lafuente.

Elegiste un camino nuevo, quizás el menos fácil, el de acercar para siempre la danza a la vida de los cientos y cientos de bailarines con discapacid­ad intelectua­l que, durante más de treinta años, te han acompañado y hoy te extrañan.

Podías no haberlo hecho, Elías, pero los grandes sois grandes, porque hacéis las cosas más maravillos­as, sin necesitar nada más que escuchar a esa voz especial que os suena dentro.

Gracias amigo. Dale, saca ya ese carácter tuyo y esa voz. Despierta a esos ángeles perezosos. Mándales que se levanten de su siesta de algodón, y diles que los ángeles de la tierra ya bailaron de tu mano. Azúzales, pero no les hables todavía de la gira por el cielo, porque se pondrán nerviosos. Que se suban al escenario, apoya tú tus codos desde abajo para que siempre te vean, y baila amigo. Baila para siempre en el cielo, baila con los ángeles que quieran bailar, y cambia también sus vidas para siempre.

Se te abre ya el telón del cielo, querido. Un abrazo, un gracias y un hasta siempre, Elías. Seguiremos aquí con lo tuyo.

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