Zorra, dedo, azteca

No somos de derechas para hacerle lo mismo a la izquierda

YO creía que éramos de derechas porque teníamos cosas mejores en qué pensar y porque para ser conservador hay que tener de España, Camba lo dice, una visión sonriente. Creía que éramos de derechas porque sólo en la celebración –Rilke– somos verdad detrás de cada máscara o disfraz y la compasión es nuestro modo de actuar. Pensaba que éramos mejores que la izquierda porque cuando un niño en la grada le tocaba el culo a un futbolista veíamos precisamente eso, a un niño haciendo una gamberrada y ni siquiera una de las graves. Pensaba que estábamos por encima del sectarismo totalitario porque cuando escuchábamos una canción que no nos gustaba, en el peor de los casos, la dejábamos de escuchar. Pero me engañaba. Cuando decía que aquella futbolista Hermoso era una oportunista muy por debajo de mi radar no era por machismo sino para que no acabáramos llevando al chico de Vallecas, como sólo puede hacer una sociedad enferma, ante la Fiscalía de Menores o le prohíban la entrada de por vida en su estadio. Cuando defiendo que la cultura es más importante que los prejuicios no me refiero sólo a los míos y esta rabia de una cierta derecha con que en los últimos días he visto arremeter contra la letra de una canción me ha dejado en lo que Felipe González llama orfandad representativa.

No somos de derechas para hacerle lo mismo a la izquierda, convertir todo en ideología y acorralar al distinto. Esto no es la derecha, o al menos no una derecha que pueda estar orgullosa de sí misma. La derecha no exageramos y somos paternalistas, claro que lo somos, porque la paternidad es nuestra característica y sabemos que un chaval de 15 años no tiene nada en el cerebro, y además vimos en las imágenes que sólo era una broma absurda que no merece más reproche que el de una colleja y la pedagogía de ir al deportista a pedirle disculpas. Todo lo demás es ceder al integrismo que nos deja solos y nos destruye y ya no habrá nadie para salvarnos cuando vengan a por nosotros por cualquier tontería. Con «todo lo demás» me refiero también al silencio cómplice y entregado con que tantas veces la derecha cede a la ignominia hasta confundirse con ella.

Es mucho menos grave lo que este chico hizo que el linchamiento al que se le ha sometido, y ese haberlo señalado mundialmente que va a destrozarle su vida social dentro y fuera del instituto. Esto la derecha lo sabemos y lo pensamos pero nadie lo dice, por cobardía. Orfandad, Felipe.

Si sólo defendemos la cultura para atacar a la izquierda, entendemos la cultura tan pobremente como una checa. Si sólo nos gusta la libertad cuando no nos cuesta esfuerzo, merecemos de ministro de Cultura a Urtasun el azteca.

Lo que nos humilla no es que el PSOE se venda a Puigdemont sino que hemos olvidado el estilo, la clase, el ‘charme’. Nos miramos y vemos a Sánchez en el espejo. Nosotros nunca fuimos los que nos escandalizamos escuchando canciones pero esa zorra a la que tanto temías se fue empoderando y ahora eres una zorra de postal.