Rueda se aísla del «ruido» y llama a «parar la vuelta atrás» del BNG
▶ Mantiene el guión que subió el nivel de su campaña y cierra filas con Núñez Feijóo
Elecciones gallegas 18F
«Muy buenas noches», saludó Alfonso Rueda ayer desde O Salnés. Eran las 19.15 cuando tomó la palabra. Demasiados días, demasiados actos, demasiados kilómetros. Padrón, A Estrada, Porriño, Vilagarcía... y aún quedaba Ribeira. El candidato conservador habló ante 400 personas en el salón de un coqueto pazo, habitual escenario de bodas. El PP también quiere celebrar. En su caso, una mayoría absoluta, el 18 de febrero. Y lo que hizo Rueda fue seguir a lo suyo, ceñirse al guión de los últimos días, desde el viraje de discurso que propició el debate de hace una semana. Dos opciones, él o el BNG. Separadas por un número: 38. Si el PP alcanza estos escaños, retendrá la Xunta. Si no, una «vuelta atrás», un «retroceso evidente» que Rueda pidió «parar» en las urnas.
El líder del PPdeG se aisló del «ruido» al que aludió horas antes en A Estrada, el que insistió que no quiere que contamine Galicia procedente de la esfera nacional. No hubo alusión alguna por su parte ni a la amnistía a los participantes en el procés ni al indulto a Carles Puigdemont. Sí apoyo cerrado a Alberto Núñez Feijóo, de quien dijo en el mitin del mediodía que espera que cuanto antes sea presidente del Gobierno.
En A Estrada —donde llegó con el mitin empezado, y eso que se demoró media hora por un campeonato de judo— pidió, ante 1.000 personas, una «confianza abrumadora, esa mayoría absoluta», para que el 18F «nos miren a nosotros» desde el resto de España y lo que «vean es alivio», que los gallegos «no quieren enmendar y dar la vuelta a todo», ni «poner en cuestión lo que siempre funcionó». «Quiero que los más de 45 millones de españoles miren para nosotros y digan: ‘Mira los gallegos qué listos son, qué claro lo tienen, que no se dejan llevar por el ruido y la locura (…) [que fomenta] el Gobierno central», incidió. Que Galicia, redondeó, siga siendo un «ejemplo» y motivo de «ánimo» para España, que a nivel político «parece que se volvió loca». Imposible no repetirse cuando un acto casi se solapa con el siguiente, en Vilagarcía preguntó retóricamente «por qué tenemos que renunciar a ser el espejo en que se miran» en muchas otras regiones. «¿Por qué no les damos una alegría también?».
Los «amigos» de Pontón
Un triunfo mayoritario del PPdeG, además —dijo en A Estrada—, supondría un rechazo a los «planteamientos sectarios» de quienes tienen «aliados raros», los independentistas catalanes y vascos, «sus amigos». «Por mucho blanqueamiento que quieran hacer; por muchas historias de mundos suaves y maravillosos que nos quieran contar; son los mismos sectarios intolerantes de siempre», apostilló. «Ahora le sonríen a todo el mundo», pero sus «matracas» y «peñazos» no han cambiado, añadió en Vilagarcía. Todo, reiteró, con la connivencia de un PSOE que «ya bajó los brazos», porque a Pedro Sánchez le sirve ser tercera fuerza y aplicar el «simplemente decir ‘que se vaya el PP’». Con su mujer, Marta Coloret, escuchando entre el público, Rueda pidió que le arropasen al enfilar la semana decisiva, frente a una «izquierda soberbia y enfurruñada, que se ve superior y dice que nos va a arrollar». «¡Le salgo al choque con todos vosotros!», proclamó.
Por momentos le patinaba la voz, y es normal. El ritmo es intenso. Ayer no paró. En Padrón visitó el mercadillo, comió churros y compró alubias. Rumbo a A Estrada, mitin, y después comidamitin con callos en Porriño —donde intentaron que cantase el ‘Xuntos’ con la hija de Juan Pardo—. Meritorio mantener el buen humor, también para bromear con que, cuando coincide con Raúl Santamaría, uno de los Mozos de Arousa, le eclipsa la fama del televisivo candidato, muy reclamado ayer en Vilagarcía antes de subirse también al atril. O que quizás hoy Tezanos le dé «cero» escaños. Y si llueve, que llueva.