«Queda camino hasta tener en nuestra mano una sentencia justa»
▶Días después de conocer que el informe de bajada al pecio inculpa al patrón, las familias confiesan el «calvario» vivido ▶Un acto, al que se espera que acuda Samuel Kwesi, recordará mañana en Marín a los 21 fallecidos en Terranova
DOS AÑOS DEL NAUFRAGIO DEL VILLA DE PITANXO
El 15 de febrero de 2022 las familias de los marineros que formaban la tripulación del Villa de Pitanxo empezaron a recibir los primeros avisos. El pesquero, en una marea en aguas de Terranova, se había hundido, y las noticias que llegaban de la suerte que había corrido su tripulación eran escasas. A medida que fueron pasando las horas, los nervios tornaron en desesperación. No había información por parte de la armadora ni del Gobierno, y todos los datos que podían recabar eran los titulares que aparecían en los medios y en las redes sociales. Sin una vía de comunicación oficial, las familias solo contaban con la certeza de que habían sido rescatados tres hombres, de los veinticuatro que iban a bordo. No hubo más supervivientes. Poco después empezó el goteo de cadáveres que estaban siendo recuperados del mar, y que llegó hasta los nueve marineros. Más tarde se conocerían sus nacionalidades: cinco españoles, tres peruanos y un ghanés. Sobre los supervivientes, el primer nombre en salir fue el de su patrón, Juan Padín, un dato que ya en las primeras horas tras la tragedia sorprendió a los del gremio. «El capitán —recordaban— es el último en abandonar el barco. No se explica que no se haya salvado más gente». Con Padín estaba su sobrino, también a salvo gracias a los trajes de protección que portaban, y Samuel Kwesi, marinero ghanés que sacaron de un bote vestido con unos vaqueros y al borde de la hipotermia.
Durante los siguientes días, medios marítimos y aéreos buscaron a los doce desaparecidos, pero no lograron rescatar ni uno solo de los cuerpos. Dos años después del peor hundimiento de la historia reciente de España, el caso sigue en fase de instrucción. El juez a cargo
El inspector de la Capitanía Marítima de Vigo declaró que el pesquero gallego ‘Villa de Pitanxo’ «cumplía íntegramente» con las medidas de navegabilidad y seguridad legalmente exigibles y no constató ninguna deficiencia en el buque. Así lo habría dicho, según un comunicado remitido por el Grupo Nores, ante el Juzgado Central de Instrucción número 2 el pasado viernes, día 9 de febrero. En la inspección, que habría durado más de 15 días y se habría realizado días antes de la última marea del Pitanxo, el inspector aseguró que estos equipos estaban homologados y en buen estado y que se habían realizado simulacros de emergencia. Su declaración contrasta con el informe de la Ciaim que asegura que la mitad de los trajes de supervivencia localizados estaban caducados. de las pesquisas, el magistrado de la Audiencia Nacional Ismael Moreno, señaló al patrón como investigado por 21 homicidios imprudentes por su gestión de la nave la madrugada en la que el Pitanxo se fue a pique, a 450 kilómetros de la costa de Canadá. La investigación se abrió porque algo no cuadraba en las versiones que los tres supervivientes ofrecieron al llegar a tierra. En un primer momento, todos achacaron el naufragio a una parada repentina del motor, pero Samuel no tardó en romper. Ante los agentes que lo interrogaron destapó las arriesgadas maniobras de Padín, al que su tripulación llegó a llamar ‘asesino’ cuando se negó a soltar las capturas para salvar el buque, y ahí se abrió un nuevo capítulo en el dolor de las familias. Echando la mirada atrás, la portavoz de los afectados, María José do Pazo, hace balance en una conversación con ABC y reconoce que su lucha no ha sido en balde. «Ha merecido la pena, todo el calvario y el sufrimiento que estamos pasando han servido para algo. Ahora sentimos que los 21 empiezan a descansar» reflexiona la hija del jefe de máquinas del Pitanxo, uno de los pescadores cuyo cuerpo nunca ha sido localizado.
Indicios contra Padín
Ella ha sido la cara y la voz de las decenas de familiares tocados por lo que pasó en el Pitanxo en la madrugada del 15 de febrero. Su pelea por aclarar lo sucedido los llevó a enfrentarse al Gobierno español y conseguir que enviasen una misión a Terranova de descenso a los restos del pesquero. A 700 metros en el fondo del mar, un robot localizó el pasado verano el esqueleto del barco y evaluó qué había de verdad, y qué no, en las palabras de quienes lograron salir con vida de él. Las conclusiones, avala Do Pazo, son contundentes. El informe elaborado por los técnicos de la Comisión de Investigación de Accidentes Marítimos (Ciaim) confirma la tesis de Samuel Kwesi y echa por tierra la declaración de Padín y de su sobrino sobre una parada inesperada del motor. «No fue una sorpresa para nosotros» reconoce la portavoz de las familias sobre el dictamen de los técnicos, que mantienen que Padín puso en «grave riesgo la seguridad del buque y sus tripulantes» al realizar la maniobra del aparejo «con la mar y el viento de popa y la tolva de descarga de desperdicios abierta». También lo señalan por no dar a tiempo la orden de abandonar el barco, lo que «condicionó que pudieran realizar el abandono de forma ordenada y con alguna probabilidad de éxito». «Sabíamos que los indicios iban a ir por ahí» subraya Do Pazo tras estudiar las conclusiones con sus abogados, que «irán con todo» contra el capitán y la armadora, también investigada en el marco de la causa.
«Sabemos que queda camino por recorrer hasta tener en nuestra manos una sentencia justa, pero tenemos paciencia. Es cierto que la instrucción se nos está haciendo lenta, pero ya nos lo habían explicado, que lleva sus plazos» anota Do Pazo el día antes de que Ma
La nueva vida de Samuel Tras el naufragio, su familia se trasladó con él a Marín. Se espera que mañana acuda al homenaje, aunque sigue sin recuperarse
rín, localidad natal de parte de los fallecidos, acoja un acto de recuerdo. La cita será mañana a las 11.30 horas junto a la placa con los nombres de los fallecidos y además de la presencia de familiares, allegados y autoridades se es
pera la presencia de varias personas claves en la tragedia. Unos son los marineros de los barcos que participaron en las labores de rescate de sus compañeros aquella madrugada, y que corroboraron ante el juez la versión ofrecida por Samuel, indicando que incluso recibió presiones para que se plegase a la versión de Padín. La otra figura relevante en este caso es el propio Samuel, el marinero ghanés que se negó a traicionar la conciencia de sus compañeros de marea aunque esto supusiese enfrentarse al capitán del barco y a la empresa armadora. Desde diciembre del 2022, la familia de Kwesi vive con él en Marín. Su mujer y sus cuatro hijos se instalaron con Samuel en el pueblo que lo acogió cuando llegó a España y en el que sigue residiendo. Sobre el naufragio, Samuel confesó que llegó a aceptar que iba a morir. También recuerda cómo los compañeros que lograron subir con él al bote se fueron apagando durante las cinco horas que estuvieron esperando que alguien los rescatase. «Lo seguimos viendo triste, mal, muy afectado» comentan quienes a diario se cruzan con él. Todo lo contrario, sostienen, que el patrón del barco hundido.