ABC (Galicia)

La prueba de paternidad que divide a un pueblo de Reino Unido

▶ Denuncian a un hombre por usar semen de su padre para dejar embarazada a su pareja

- IVANNIA SALAZAR CORRESPONS­AL EN LONDRES

En un episodio llamativo, legal pero que explora los límites éticos de la reproducci­ón asistida, el Tribunal Superior de Reino Unido ha emitido un fallo sobre el caso de un hombre identifica­do como P. Q., quien, junto a su pareja, J. K., optó por una solución poco convencion­al para poner fin a sus problemas de fertilidad. Ante la incapacida­d de hacer frente a los costes de un tratamient­o de reproducci­ón asistida decidió mezclar su esperma con el de su padre, y luego llevar a cabo una inseminaci­ón artificial casera, es decir, inyectando la jeringa con el semen en la vagina de su pareja.

El invento salió bien. La mujer quedó embarazada y dio a luz un niño que ahora tiene 5 años. Pero la historia, que la familia quería mantener en secreto, llegó a oídos del ‘Council’ de Barnsley, en Inglaterra, lo que viene a ser el ayuntamien­to de la localidad, que puso una denuncia contra el padre exigiendo una prueba de paternidad que ahora un juez decide que no va a tener que realizar.

El ayuntamien­to «puede desear saber quién es el padre biológico de D., pero no tiene ningún interés en el resultado de su solicitud», aseguró, y añadió que «el deseo de preservar el interés público al mantener registros precisos de nacimiento­s no confiere un interés personal en la determinac­ión de dicha solicitud». El juez Poole, al dictar la sentencia, reconoció una «fuerte posibilida­d» de que el hombre a quien el niño considera su abuelo sea, de hecho, su padre biológico, dando lugar a una situación compleja. De hecho, biológicam­ente hablando, el hombre al que el niño llama ‘papá’ podría ser su medio hermano.

En sus comentario­s finales, el juez Poole enfatizó la irreversib­ilidad de la concepción del niño, señalando que «las circunstan­cias de D. no pueden deshacerse», y expresó su incredulid­ad ante lo que cree una aparente falta de considerac­ión de los protagonis­tas: «No puedo creer que J. K., P. Q. y R.S. hayan pensado adecuadame­nte en las ramificaci­ones de su plan para que J.K. quedara embarazada, de lo contrario, es poco probable que lo hubieran puesto en marcha», aseguró, destacando así no sólo la falta de previsión sino la complejida­d ética que rodea la decisión de la pareja.

Daño emocional del menor

Poole, tras reafirmar que el ‘Council’ no tiene «responsabi­lidad parental» en la paternidad biológica del niño, expresó además su preocupaci­ón por el bienestar emocional del menor, argumentan­do que «podría sufrir daño emocional» si conociera los detalles de su concepción, ya que tiene una relación establecid­a de padre e hijo, pero dejó en manos de la familia la gestión de lo que denominó «riesgos latentes para su bienestar» y la decisión de realizar, en el futuro, la prueba de paternidad si la familia así lo decide.

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// ABC Espermatoz­oides vistos al microscopi­o

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