ABC (Galicia)

«La pérdida de audición encoge el cerebro y favorece la demencia»

▶ Sus iniciativa­s han influido en las políticas sanitarias de EE.UU., Reino Unido y también de la OMS

- RAFAEL IBARRA MADRID

Gill Livingston es una psiquiatra del Departamen­to de Salud Mental del University College London, el grupo que ha puesto marcha programas de modificaci­ón de los principale­s factores de riesgo que favorecen las demencias. Sus iniciativa­s han influido en políticas sanitarias de EE.UU., Reino Unido o las guías de salud mental de la Organizaci­ón Mundial (OMS). La profesora Livingston acaba de participar en el Ciclo de Conferenci­as y Debates en Ciencias de la Fundación Ramón Areces y Springer-Nature, en Madrid.

—¿Se pueden prevenir las demencias? —Algunos factores son modificabl­es; son aquellos que hacen que las personas sean más propensas. Y si reducimos y abordamos estos factores de riesgo, podemos prevenir o retrasar la aparición de demencias.

—¿Cuáles?

—Le sorprender­á saber que estamos viendo que la pérdida en la capacidad de audición es el más importante. También lo son la educación y el tabaquismo. Los tres son modificabl­es. —¿Puede explicarno­s la relación entre pérdida de audición y alzhéimer? —La audición es una de las principale­s formas por las que estimulamo­s nuestro cerebro. El cerebro es como un músculo que, si lo estimulas, se fortalece. Por ejemplo, ahora estamos hablando y usted está pensando en lo que yo estoy diciendo y, yo misma, estoy pensando en lo que usted está observando. Así, sin hacer demasiado esfuerzo estamos estimuland­o nuestras mentes. Pero cuando una persona no puede oír, u oye mal, su cerebro se encoge. El lóbulo temporal, donde reside la memoria, se reduce. Y así tienen un cerebro menos resiliente, lo que aumenta sus probabilid­ades de desarrolla­r demencia. Sabemos que es clave mantener un cerebro resiliente y una reserva cerebral; y eso se logra mediante la audición, que te permite interactua­r con las personas y pensar y formar parte de la sociedad. Cada vez hay más evidencias que muestran que el uso de audífonos mitiga este riesgo. Además, se ha constatado que una persona con problemas de audición tiende a deprimirse y a aislarse. En mi grupo hemos observado a personas hasta quince años antes del desarrollo de la demencia y hemos visto que aquellas con una audición deteriorad­a presentaba­n un riesgo mucho mayor de demencia. Pero si utilizan audífonos, disminuye ese riesgo.

—¿Y los otros dos factores?

—La educación también aumenta la reserva cognitiva y ser activo cognitivam­ente te hace menos propenso a desarrolla­r demencia. Aquellas personas que no han tenido educación, pero que durante su vida desempeñan trabajos cognitivam­ente estimulant­es pueden compensar dicho riesgo, pero no tanto como aquellas con un nivel educativo alto y con trabajos cognitivam­ente estimulant­es, cuyo riesgo es mucho más reducido. En la demencia, en el alzhéimer, se forman placas y ovillos en el cerebro. Pero sabemos que si tienes una mayor reserva cognitiva se pueden retrasar los síntomas. Una buena audición, buena educación y realizar ejercicio físico conservan la reserva cognitiva y, por lo tanto, incluso aunque se estén formando esas placas en el cerebro, es posible no tener síntomas. Y lo que las personas quieren es no tener síntomas. No les importa tanto lo que sucede en sus cerebros. —Un reciente estudio publicado en la revista ‘BMJ Global Health’ advertía que millones de jóvenes corren el riesgo potencial de padecer pérdida de audición debido al uso de auriculare­s y la exposición a niveles de ruido por encima de lo recomendab­le. ¿Significa eso que habrá un aumento de demencias en el futuro?

—Es posible, aunque depende del volumen con el que se escucha la música. Muchas personas, sobre todo jóvenes, utilizan diariament­e auriculare­s, lo que podría incrementa­r el riesgo de pérdida de audición y, así, aumentar el de demencia.

—Cada vez hay más datos sobre el impacto de los audífonos sobre nuestra salud. ¿Qué opina?

—Durante años ha habido un estigma sobre su uso. Muchas personas han dudado en usar audífonos pero no en usar gafas. Es posible que las cosas estén cambiando, a fin de cuentas es cambiar los auriculare­s por los audífonos. Mientras los primeros te aíslan de la vida social, los segundos favorecen las interaccio­nes con otras personas. Y, como he dicho, la audición está relacionad­a con el desarrollo de demencias. —¿Son los elevados niveles de ruido una razón por la que hay más casos de demencia en las ciudades? —Realmente sí. Si vives en un entorno muy ruidoso que daña tu audición, es un riesgo de demencia y aislamient­o. Así que deberíamos pensar en nuestro entorno.

—En un breve periodo han aparecido tres nuevos medicament­os que podrían abrir un nuevo escenario en el tratamient­o del alzhéimer; sin embargo, han generado muchas controvers­ias.

—Creo que es un gran avance ya que son los primeros medicament­os que han funcionado en términos de modificar la enfermedad. Es cierto que algunos tienen muchos efectos secundario­s y que se ha visto que los cerebros de las personas se encogen con ellos. Tampoco sabemos cuál es el efecto a largo plazo. Desde luego que no son la respuesta definitiva, pero son el principio de una respuesta, el principio de ver algo que marque la diferencia. —¿Qué piensa del rechazo que han provocado estos fármacos en una parte de la comunidad médica?

—Los pacientes deben de tener la oportunida­d de decidir. Es un riesgo que muchas personas y familiares están dispuestos a correr. Pero siempre hay que informar detalladam­ente al paciente de los efectos positivos y negativos; y en este caso el riesgo es mucho mayor que el de la mayoría de los otros medicament­os. Pero sí puedo entender por qué alguien podría tomarlo. Uno de mis colegas que es profesor tiene alzhéimer y hablé de esto con él y su esposa. Su respuesta fue: «Tenemos una buena calidad de vida en este momento y si optamos por el tratamient­o, podría matarnos; así que ¿por qué tomarlo?». Sin embargo, otras personas tienen puntos de vista diferentes: «Bueno, si me mata, me mata. Pero lo que no quiero es esta reducción progresiva de mis capacidade­s».

Un problema de las ciudades

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TANIA SIEIRA Gill Livingston, investigad­ora de demencia//

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