El zorro blanco del rubialismo
El cerebro jurídico de la Federación Española de Fútbol logró esquivar la destitución el pasado mes de septiembre; su destino será decisivo para el nuevo periodo electoral
la Federación desde su despacho en condiciones de cuasi monopolio. «No tengo conciencia de haber hecho daño a nadie en estos cinco años», explica hoy González Cueto. «A Rubiales y Camps les pusieron más de 60 querellas, y no han recibido ninguna condena… Nosotros no éramos demandantes, fuimos siempre demandados: la Liga, Mediapro, la Liga F, la Liga de Fútbol Sala... Salvo una con Mediapro, las hemos ganado todas».
El letrado fue decisivo para la continuidad del rubialismo y el rubialismo fue beneficioso para su despacho. En 2017, antes de la llegada de Rubiales, GC Legal facturó 696.000 euros. En 2021, último ejercicio declarado por el despacho en el Registro Mercantil, ingresó 2.071.695 euros. Hay presidentes territoriales en la Federación que le acusan de haber acelerado la ruina de Rubiales por afán de lucro. González Cueto lo niega tajantemente: «Si el cliente te lo pide, al final lo tienes que hacer. Yo no asistía a las reuniones siquiera… Rubiales insistía. A veces derivábamos las querellas a otros despachos, no dábamos abasto. Yo no firmé ni una sola querella contra periodistas, fueron otros abogados del despacho [...] Y aclaro: no creía en ellas; esas querellas fueron una quiebra en el modo de actuar de la RFEF».
Una de las personas de su máxima confianza, Elvira Andrés, a quien trajo desde la Federación Española de Baloncesto, es hoy la directora del Gabinete de Presidencia de Rocha. Cada día les cuesta más, al parecer, justificar la permanencia de su mentor; pero si es verdad, como asegura gente solvente, que Pedro Rocha también va a acabar depurando el departamento jurídico, ¿por qué tarda tanto? Una hipótesis es que el abogado del Estado leonés participa como abogado en alguna trama de la macrocausa ‘Soule’ (cuya instrucción lleva ya seis años y medio), y que el presidente de la gestora no quiere enemistarse con presidentes territoriales en precampaña electoral: «Necesita el patio tranquilo».
El propio aludido tiene en cambio muy claro por qué no se ha marchado por voluntad propia: «Entiendo que haya gente que no me quiere… Mi función principal era proteger a la casa y a sus directivos de posibles sanciones o inhabilitaciones del TAD o de otras instancias, cosa que logré. Yo soy abogado de la RFEF, no de Rubiales [con quien, asegura, sólo ha actuado en dos o tres casos]. A estas alturas, no tengo nada de lo que arrepentirme. Y por lo único que nunca me voy a ir de un sitio es porque lo pida un tercero o un pequeño sector de la Federación. Me gustaría que esas personas me lo explicasen frente a frente... Ahora bien, si la RFEF decide prescindir de mí, nos sentamos y hablamos, ningún problema».