La era de la ‘pax europaea’ queda clausurada en la Conferencia de Seguridad de Múnich
▶ Los tres días de debates dejan un estado de ánimo marcado por el pesimismo hacia el futuro
El fantasma de la guerra ha habitado siempre el Bayerischer Hof, vetusto hotel en el que tiene su sede la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC), pero llevaba dormido desde la Guerra Fría. En esta edición, sin embargo, ha vuelto a deslizarse por los pasillos y su rugido ha puesto patas arriba los esquemas más básicos de la Defensa occidental.
Baste decir que los verdes ecopacifistas del Gobierno alemán proclaman ahora discursos mucho más belicistas que los senadores republicanos presentes en la Conferencia. El de Nebraska, Pete Ricketts, ha sido abucheado en el escenario por comparar la invasión rusa de Ucrania con la migración ilegal en la frontera entre EE.UU. y México, de la que en su opinión debe ocuparse prioritariamente Washington. Su colega J.D. Vance, de Ohio, ha argumentado que EE.UU. no produce suficientes municiones para apoyar a Ucrania y que, por tanto, «lo más razonable es lograr una paz negociada». Cada vez que abría la boca, se desimantaba un poco más la brújula diplomática occidental.
«Desarme silencioso»
El responsable de Exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell, ha reconocido por su parte que «hemos estado en un largo período de desarme silencioso en Europa» y ha pasado a apoyar la nueva prioridad comunitaria: el rearme, un proceso acelerado que está dispuesto a liderar el canciller alemán, Olaf Scholz, socialdemócrata moderado y eterno adalid del diálogo y la negociación, que hizo siempre del silencio virtud hasta resultar anodino y convertido ahora en el macho alfa de la fabricación de armamento en Europa. «Se trata de armarnos tanto que nadie quiera atacarnos», ha resumido la estrategia la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en coherencia con este final de la ‘pax europaea’, se ha lanzado a la creación de un nuevo comisario de Defensa, aparentemente para centralizar y coordinar ingentes inversiones de dinero europeo en fabricación de armas.
La industria no tiene capacidad para tanto encargo y los gobiernos pioneros ofrecen garantías a largo plazo. Y dado que las arcas públicas europeas no pasan por su mejor momento, los estados tirarán de deuda pública. Incluso el ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, otrora icono del ahorro y la responsabilidad presupuestaria, defiende ahora esta tesis.
En Múnich ha expuesto que habrá todo el dinero necesario para fabricar armas y que la industria del sector trabaja ya a toda máquina. El problema parecen ser los bancos, que no facilitan todo el crédito que requiere esta borrachera, debido a que la mayoría de ellos tiene reglas estrictas que prohíben poner dinero en negocios de armamento, por lo que Lindner ha pedido «un segundo punto de inflexión». El primero fue el fondo especial de 100.000 millones de euros que Alemania ha puesto a disposición de su Ejército y este segundo triplicaría esa cantidad. Incluso los países europeos de tradición más pacifista rozan la euforia. Alexander Stubb, presidente de Finlandia, identificó «este es nuestro momento, el momento de nuestra generación, como lo fueron de las anteriores 1918, 1945 y 1989».
La muerte de Navalni
Muchos discursos habrían sido más mesurados, seguramente, si la 60ª de la MSC no hubiese sido también el funeral internacional de Alexei Navalni. La noticia de la muerte del opositor ruso, conocida minutos antes de la inauguración, a la que asistía su ya viuda Yulia Navanaya, marcó el tono emocional del encuentro. Putin, que no estaba invitado, se hizo presente también dinamitando a distancia los tímidos avances en el conflicto de Oriente Medio.
El presidente de Israel, Isaac Herzog, se había reunido en un aparte con el primer ministro de Qatar, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, y había dejado caer extraoficialmente la todavía lejana posibilidad de los dos estados, aunque sólo cuando toda la infraestructura de Hamás, todos los túneles y arsenales, hayan sido destruidos. El primer ministro palestino, Mohammad Shtayyeh, había aceptado participar en una mesa redonda sobre el futuro de las relaciones entre israelíes y palestinos, junto con la ex ministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni; y el ministro de Exteriores de Jordania, Ayman al-Safadi. Pero estos pequeños brotes quedaron pisoteados por la invitación a Moscú a «todas las facciones palestinas» el 26 de febrero, lo que seguramente incluya a Hamás. Mohammad Shtayyeh se ha visto obligado a declarar que «los palestinos deben permanecer juntos» y por momentos cobra fuerza el ‘eje de resistencia’ Rusia-Irán-Hamás.
Además de los bálticos, quien mejor visualiza el fantasma de la guerra es Zelenski, que ha invitado a Donald Trump a visitar el frente personalmente: «Quien toma decisiones debe pisar la realidad». Su mensaje a Occidente es un SOS y una advertencia: «Al darnos dinero o armas, se protegen ustedes, salvan a sus hijos, no a los nuestros», ha avisado, «Putin siente la debilidad de lejos como un animal, porque es un animal. Siente la sangre, siente su fuerza. Y se los comerá a ustedes para cenar con toda su UE, su OTAN, su libertad y su democracia si no le paran los pies en Ucrania».
Los verdes ecopacifistas del Gobierno alemán proclaman ahora discursos más belicistas que los republicanos de EE.UU.