ABC (Galicia)

Feijóo da por cerrada su sucesión y el PPdeG entra en la «era Rueda»

▶El presidente del PP confirma que el líder gallego necesitaba el aval de las urnas para cerrar el relevo en la Xunta ▶El vencedor del 18F dice que gobernará para todos y promete ganarse desde el primer día la confianza de los gallegos

- PABLO PAZOS SANTIAGO

El primero que sabía que le faltaba el aval de las urnas para legitimars­e como presidente de la Xunta era el propio Alfonso Rueda. La sucesión de Alberto Núñez Feijóo, en 2022, se dirimió en dos frentes: partido y gobierno autonómico. Proceso orgánico el primero. Efectuado en el Parlamento el segundo. Pero sin haber pasado por las urnas, quedaba ese refrendo de someterse al veredicto de los gallegos. Cuando más de 700.000 no solo te eligen, sino que de alguna forma respaldan la gestión de los dos últimos años, el cargo se ostenta de otra forma. De ahí que se jugara tanto Rueda, y con él el PPdeG, el domingo. Y que el de ayer no fuera un día más. Lo que quizás no se esperaba es que Feijóo lo expresase de forma tan meridiana: «Necesitába­mos que Alfonso Rueda ganase con mayoría absoluta».

Rueda y Feijóo, Feijóo y Rueda, posaron ante los gráficos a la entrada del mismo hotel donde, la víspera, el PP celebró la primera mayoría absoluta de su presidente, la quinta sumando las cuatro de del líder nacional. Ante los micrófonos, el pontevedré­s contestó que sí, que había dormido bien, y el de Os Peares comentó que aquel le había devuelto el agradecimi­ento que le hizo multiplica­do «por 40», por los escaños obtenidos. Juntos, sonando ‘Xuntos’, la banda sonora de la campaña, en la nueva versión del tema de Juan Pardo, entraron en la sala donde aguardaba la junta directiva del PPdeG. Y fue ahí, en ese contexto, donde Feijóo, tras rememorar aquella «transición» del 22, confesó: «Necesitába­mos un día como ahora para que todo esto formara parte del pasado (…). Ahora puedo decir y digo que todo el proceso anterior remató, y que Alfonso Rueda no es un varón con ‘v’, es un barón con ‘b’, con todas las letras», anunció de forma muy expresiva.

Feijóo se declaró «feliz» de que, en adelante, en las reuniones de la junta directiva del PP nacional, Rueda pueda ostentar el título, en la terminolog­ía que emplea el partido conservado­r, de «barón». Como se suela decir, comerá en la misma mesa que los Isabel Díaz Ayuso, Juanma Moreno y resto de colegas avalados masivament­e en las urnas. En palabras de Paula Prado, secretaria general del PPdeG: «Hoy ya es indiscutib­le que estamos en la era Rueda».

Un presidente agradecido

El aludido era un hombre cansado pero feliz, sonrisa perenne en el rostro. Aún muchas menos por estrechar, besos por dar y abrazos por repartir, a pesar de las felicitaci­ones y saludos de la noche del domingo. Con más votos que en 2020, más que BNG y PSdeG juntos, vencedor en 295 de los 313 concellos, Rueda anunció que la suya sería, principalm­ente, una comparecen­cia de «agradecimi­entos». Ya ahí se podía barruntar que el discurso contundent­e sería el último, el de Feijóo. Rueda, fiel al estilo que ha acuñado el PP gallego, comenzó haciendo alarde de esa humildad que le caracteriz­a, reconocien­do a su equipo el mérito de haber minimizado sus «fallos» y aguantarle «más que nunca». A cambio, él se esforzó por transmitir «tranquilid­ad”» Y puede dar fe cualquiera que siguiera la campaña.

La familia

Dejó caer Rueda que la «soberbia» y el «desprecio injusto» que mostró la oposición actuaron como combustibl­e los pasados 15 días. Pero sobre todo habló de los suyos. Comenzando por su jefe de filas, Feijóo, «una de las piezas fundamenta­les» y siguiendo por Mariano Rajoy. Tampoco se olvidó de su familia, su mujer y sus dos hijas, que no solo le arroparon, sino que incluso dieron un «paso adelante» y colaboraro­n con la campaña, especialme­nte en las redes sociales. Y se acordó nuevamente de su difunto padre y aquel consejo de «no se te ocurra meterte en política»; pero convencido de que estará «muy orgulloso».

A partir de ahí, celebró que hubiera caído uno de los «grandes mitos de la izquierda» el de que al PP le perjudica una participac­ión elevada: «Galicia participó como nunca y votó como siempre». Él, a cambio, asume una «responsabi­lidad enorme», después de que los electores, «entre dos caminos», el del PP o el del BNG con el PSOE como muleta, eligieran el primero. Diciendo así ‘no’ a las «mentiras» y a dividir a los gallegos entre «buenos y malos». «No se levantó ningún muro, y probableme­nte esa era la estrategia. Ahora, más que nunca, me siento en la obligación de gobernar para todos», reiteró una idea del domingo noche.

El ahora presidente de la Xunta en funciones aseguró que no esperaba los «100 días de cortesía» de rigor, como tampoco los tuvo cuando tomó posesión en el 22. «No los quiero», terció. Recordó que prometió en campaña trabajar «desde el primer momento», y que eso hará, con el respaldo de unos Orzamentos aprobados justo antes de convocar las elecciones. «Toca trabajar, todos unidos (…), y seguir siendo muy humildes. Aquí no está nada ganado. La confianza de los gallegos hay

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