Portugal se encamina a un bloqueo político tras las legislativas
▶ El conservador Montenegro dice que no pactará con la extrema derecha. La izquierda tampoco lograría una mayoría
A lo largo de treinta debates entre los ocho líderes de los partidos que concurren a las elecciones del próximo 10 de marzo, Luís Montenegro, al frente de la Alianza Democrática (AD, centroderecha), parecía haberse impuesto como sólida alternativa al dimitido primer ministro António Costa para encabezar un nuevo Gobierno en Portugal. El socialista Pedro Nuno Santos, por su parte, venía manteniendo un perfil demasiado moderado y contradictorio.
Sin embargo, esta percepción ha cambiado sustancialmente tras el más esperado de los debates televisados, celebrado la noche del pasado lunes: durante 75 minutos, Nuno Santos se presentó combativo, demostrando a sus críticos que su arrogancia y empuje pueden ser sus virtudes. Elevó su perfil frente a un Montenegro que se mostró, una vez más, como un hombre moderado.
Y este es el mayor desafío de Montenegro: demostrar definitivamente que es una opción creíble a los ojos del electorado. Por eso, el líder conservador se dirigió a las cámaras cuando habló a los pensionistas, a los que garantizó actualizaciones anuales de las prestaciones con un aumento mayor para las más bajas hasta alcanzar una renta mínima mensual de 820 euros para 2028.
Montenegro y Nuno Santos se enfrentaron –con argumentos y propuestas– sobre diversas áreas de gestión: de los impuestos a la sanidad, del nuevo aeropuerto a la educación... El debate estuvo marcado por una manifestación no autorizada de las Fuerzas de Seguridad ante el Teatro Capitólio de Lisboa. El líder conservador comenzó dirigiéndose a los manifestantes: «Estamos de acuerdo con la reivindicación de la Policía sobre una injusticia creada por el [actual] Gobierno». Si es elegido, el primer paso será la negociación. Nuno Santos también defendió el diálogo con la Policía, aunque señaló que «no se negocia bajo coacción».
El final de la ‘geringonça’
Ahora, según el último sondeo de Aximage, Pedro Nuno Santos encabeza la intención de voto con un 33,1%, más de cinco puntos porcentuales por delante de la Alianza Democrática (AD). Si fuéramos hoy a las urnas, el PS ganaría, aunque el resultado ni siquiera permitiría una ‘geringonça’ (alianza) con todos los partidos de izquierda para una mayoría parlamentaria. El bloque de derechas, formado por AD (27,7%), la extrema derecha de Chega e Iniciativa Liberal (IL) sumarían el 49% de los votos, lo que les daría una mayoría parlamentaria. Sólo Chega, en tercer lugar con el 16,4%, vale más que la suma de la intención de voto del Bloque de Izquierda (6,3%), Livre (2,8%) y CDU (2,3%), socios del Partido Socialista de Nuno Santos.
Pese a ello, Luís Montenegro insiste en que no gobernará en alianza con Chega. En el debate, admitió que sería difícil que la Alianza Democrática alcanzara por sí misma una mayoría absoluta, aunque sí la considera posible si une sus fuerzas a Iniciativa Liberal. «Si no podemos, gobernaremos con mayoría relativa», dijo Montenegro. De esta manera, retiró a Chega del bloque de derechas con la esperanza de sustraer votantes al partido populista, al que tachó de «racista, xenófobo y radical».
Nuno Santos replicó que Montenegro no es capaz de liderar a la derecha y que los partidos de izquierda han demostrado su capacidad de negociación. Con espíritu de estadista, sin embargo, admitió que no promovería el derrocamiento de un Gobierno en minoría de AD en el Parlamento.
El debate pasó a la economía y el líder conservador prometió un crecimiento en torno al 3,5% de aquí a 2028, con transformaciones fiscales que se traducirán en un «aumento de la productividad y de la capacidad exportadora». El socialista denunció el programa económico de Montenegro como un «agujero en las cuentas públicas», ya que es sólo un «‘shock’ fiscal» sin capacidad para transformar la economía. Nuno Santos pasó al ataque diciendo que «lo que propone su adversario es «una aventura fiscal» que cuesta «16.500 millones de euros a las cuentas públicas».
El debate estuvo marcado por las reivindicaciones y protestas de las Fuerzas de Seguridad a las puertas del Teatro Capitólio