ABC (Galicia)

Planas tocado y Marlaska hundido

- JOSÉ F. PELÁEZ

La prueba más clara de que Feijóo sabe que se equivocó en aquel ‘off the record’ es el planteamie­nto de la sesión de control de este miércoles. Si el Grupo Parlamenta­rio Popular formuló hasta diez preguntas al Gobierno, solo una tuvo como asunto central la amnistía. La formuló Cayetana Álvarez de Toledo, que sigue, por cierto, por la senda argumental que inauguró el pasado viernes en el Ateneo y que se resume en: «Socialista­s, abandonen toda esperanza. Se dirigen ustedes a un muro: el derecho». Ayer repitió ese mensaje en el Congreso: «En España hay jueces independie­ntes, fiscales con criterio, una Constituci­ón y el derecho europeo. La amnistía podrá ser aprobada, pero nunca aplicada». Y remató con una advertenci­a: «El Gobierno agoniza entre una doble pared: la del derecho y la del pueblo.

Esto no ha hecho más que empezar». Parece el mensaje adecuado, con un trasfondo positivo y esperanzad­or que cumple un triple objetivo: el primero es alentar a los críticos del PSOE a que den un paso en pos de su dignidad antes de que el derecho los condene a una pena eterna de hemeroteca; el segundo, abrir una grieta entre sus socios dando a entender a Junts que los están engañando; y el tercero, cambiar ese ‘momentum’ oscuro, derrotista y desilusion­ado por un estado de ánimo ganador, esperanzad­o y optimista.

En el PP parecen dejar claro que, en este momento, no les conviene que el debate se centre solo en la amnistía porque el tema se ha convertido en un bumerán. Y más si lo saca Feijóo. No solo eso, fuentes cercanas a Vox aseguran que ese asunto «ya no tira tanto electoralm­ente» y, en lo puramente comunicaci­onal, está casi amortizado. Por eso, supongo, las dos preguntas de los de Abascal evitaron también ese debate. Se escenifica, así, un cambio de estrategia en la derecha tras las elecciones gallegas y el PP abre una nueva etapa en la que pone el foco en la debilidad territoria­l del PSOE, en su condición de bisagra de partidos independen­tistas y, sobre todo, en dos piezas de caza mayor: Planas y Marlaska.

Al primero de ellos casi lo tumban. Literalmen­te. Tras un duro intercambi­o de golpes con Pedro Gallardo, el ministro Planas se disponía a responder a Javier de Andrés cuando súbitament­e se quedaba en blanco, se agarraba a la parte de delante de su escaño para no caerse y, pidiendo perdón, se volvía a sentar en mitad de una frase. Hubo unos segundos de desconcier­to tras los cuales se volvió a levantar asegurando que simplement­e «había tenido un vértigo». A su lado, Pilar Alegría no sabía muy bien qué hacer. Pero sí María Jesús Montero, que cruzó la parte central del hemiciclo como Vinicius cruza Old Trafford para sentarse al lado de su compañero, darle seguridad y mostrar apoyo de la mejor manera posible que es, por supuesto, callarse y simplement­e estar ahí. Y miren, todos podemos salir del paso ante lo previsto. Pero no ante lo imprevisto. Y la actitud de Montero no se ensaya. Fue la de un capitán, la de una lideresa y, sobre todo, la de una vicesecret­aria general del PSOE ante un compañero en problemas. Y no se quedó ahí la cosa, sino que, tras su intervenci­ón, lo acompañó fuera y volvió para situarse al lado de Marlaska para hacer, otra vez, lo mismo. Porque la tunda que se llevó Planas no fue nada comparada con la que se llevó el ministro del Interior por parte de Tellado, de Bendodo y, sobre todo, de Ana Belén Vázquez. Muy agresivos en el tono

–no les faltan motivos– y un consejo final de Bendodo: «No es usted ministro del Interior, sino de autodefens­a. Coja la ultima puerta que le queda abierta antes de que le tiren por la ventana. Porque lo van a hacer». Y un Marlaska superado y acorralado decidió terminar con la siguiente joyita: «La diferencia es que algunos viajan en barco con un narco mientras que a ese narco este ministro lo metió en prisión». Cuando uno tira de este tipo de recursos deja clara su desesperac­ión y levanta una bandera verde que pide a gritos que lo devuelvan a corrales. Así que todo resultó una gran metáfora: Planas mareado, Marlaska pidiendo el descabello y Sánchez en su Falcon, que galopa y corta el viento cuando pasa por Barbate caminito de Rabat. Objetivo cumplido, supongo.

Parece que al PP no le conviene ahora que el debate se centre sólo en la amnistía

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