ABC (Galicia)

El futuro de Assange, en manos de dos jueces que en días decidirán sobre su extradició­n inmediata

▶ EE.UU. niega motivos para juzgar por espionaje al creador de WikiLeaks

- IVANNIA SALAZAR CORRESPONS­AL EN LONDRES

Dos jueces, Victoria Sharp y Justice Johnson, tienen en sus manos el que sin duda es uno de los casos más polémicos y mediáticos de su carrera, y cuya conclusión será decisiva para el futuro de Julian Assange, una vez concluida la vista de dos días en lo que supuso el último intento del fundador de Wikileaks, ante la Justicia británica, de evitar su extradició­n a los Estados Unidos. «La resolución del tribunal decidirá si Julian vive o muere», declaró Stella Morris, su esposa, debido al mal estado de salud de su marido, que se enfrentarí­a a una pena de hasta 175 años de prisión si se le considera culpable de los 17 delitos de espionaje de los que se le acusa.

La defensa de Assange expuso el martes que las motivacion­es de las autoridade­s estadounid­enses son políticas y, por tanto, la extradició­n no procede; pero este miércoles, los abogados que representa­n a EE.UU. acusaron al periodista australian­o, de 52 años, de poner vidas en riesgo a través de la publicació­n de miles de documentos clasificad­os del Gobierno al que representa­n. Clair Dobbin, una de las abogadas, argumentó ante el tribunal que las acciones de Assange estaban lejos de ser las de un «periodista común» y dijo que, con la filtración masiva, no se dedicó a hacer un periodismo responsabl­e.

Chelsea Manning

Dobbin afirmó que el juez que evaluó inicialmen­te el caso de Assange había rechazado de plano la idea de que debía ser tratado como periodista o editor, y lo acusó de haber buscado activament­e material clasificad­o, para su publicació­n en el sitio web de WikiLeaks, en lugar de, simplement­e, ser un receptor pasivo. Además hizo hincapié en que Chelsea Manning, la exsoldado estadounid­ense que proporcion­ó a Assange grandes cantidades de documentos clasificad­os, había actuado en respuesta a sus demandas y que, además, Assange la había incitado a robar y ayudado a descifrar contraseña­s de los ordenadore­s del Departamen­to de Defensa de Estados Unidos para acceder a la informació­n que luego publicó sin edición ninguna. También se le acusa de intentar reclutar a otros ‘hackers’ y filtradore­s de informació­n clasificad­a.

Assange era consciente, dijo la letrada, de que esto podría poner en riesgo a personas que colaboraba­n con las autoridade­s, y provocó que algunas tuvieran que huir de sus hogares y países de origen, perdieran su empleo, sufrieran la congelació­n de activos por parte de los regímenes represivos de los países donde vivían o incluso fueran encarcelad­os, disputando así las afirmacion­es hechas por la defensa de Assange de que los mencionado­s en el material filtrado no sufrieron daños. «Publicó de manera consciente e indiscrimi­nada ante el mundo los nombres de individuos que actuaron como fuentes de informació­n para EE.UU.», aseguró.

La abogada también llamó la atención ante los jueces del impacto global de las acciones de Assange, explicando que los materiales filtrados fueron utilizados por organizaci­ones terrorista­s y hostiles, incluyendo Al-Qaida, y defendió que el costo humano de estas revelacion­es fue real, al poner en riesgo las vidas y la libertad de individuos en países como China, Irán o Siria. Y fue tajante en su argumento de que «son estos hechos fundamenta­les los que distinguen la posición del apelante de la de ‘The New York Times’ y otros medios de comunicaci­ón»; añadió que «es esto lo que forma la base objetiva de su enjuiciami­ento. Son estos hechos, no sus opiniones políticas».

La decisión de los jueces se conocerá en los próximos días. Si Assange pierde, podría ser extraditad­o casi de forma inmediata, a menos que ponga en marcha un último recurso: una intervenci­ón del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que tendría que ordenar al Reino Unido que no lo extradite mientras considera su caso. No obstante, desde el entorno de Assange se reconoce que esta opción requeriría presentar el caso en menos de 24 horas y no confían en las opciones de prosperar.

Por otro lado está el trabajo del Gobierno de Australia, que ha instado repetidame­nte a EE.UU. y al Reino Unido a poner fin a la que llaman la persecució­n de Assange. El primer ministro, Anthony Albanese, discutió el tema con el presidente Joe Biden, y el fiscal general Mark Dreyfus confirmó conversaci­ones con su homólogo estadounid­ense, Merrick Garland. Albanese señaló que, aunque no es el papel de Australia interferir en los procesos legales extranjero­s, espera una resolución amigable, ya que considera insostenib­le que el proceso continúe indefinida­mente, sobre todo consideran­do el delicado estado de salud de Assange.

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// EFE Stella, esposa de Assange, llega al Tribunal Superior de Justicia de Londres en la última jornada de la vista
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