ABC (Galicia)

«No había nada antes del Big Bang, ni siquiera el tiempo»

▶ El belga elaboró con el genio británico una teoría para entender por qué el universo es propicio para la vida

- JUDITH DE JORGE MADRID

Cuando el joven y brillante cosmólogo Thomas Hertog (Lovaina, 1975) atravesó la puerta verde oliva del despacho del físico de fama mundial Stephen Hawking en la Universida­d de Cambridge a mediados de junio de 1998, su vida cambió de una manera fascinante. Hawking le pidió que trabajara con él para desarrolla­r «una nueva teoría cuántica del Big Bang». El proyecto doctoral se transformó en una intensa colaboraci­ón a lo largo de unos 20 años que sólo terminó con el fallecimie­nto del británico en 2018. «Éramos como un matrimonio, pero solo en la cosmología», admite el físico belga, que ahora trabaja en la Universida­d de Lovaina. A pesar de las evidentes dificultad­es de Hawking en sus últimos años para comunicars­e, escribiero­n juntos su artículo póstumo, que negaba su idea de los 80 de un multiverso infinito y apostaba por uno finito y más simple. Además, intentaron averiguar por qué nuestro universo tiene unas condicione­s propicias para la vida. Sus respuestas han sido recogidas por Hertog en el libro

‘Sobre el origen del tiempo: la teoría final de Stephen Hawking’ (Ed. Debate). Lo que ambos hicieron, como decía el salvapanta­llas del genio, era «llegar a donde Star Trek no se atreve a ir». —¿Cómo era ser la mano derecha de un genio?

—Algo muy intenso, incluso agobiante, siete días a la semana, 24 horas al día. Porque Hawking no distinguía entre su vida profesiona­l y su vida privada. Pero fue una grandísima aventura, porque sentíamos que de verdad estábamos descubrien­do un nuevo paradigma sobre el universo. Además, Hawking era un disfrutón. Tenía una grandísima alegría de vivir, así que resultaba divertidís­imo. No separaba el trabajo de la fiesta. Las cosas acababan mezclándos­e y yendo de una a la otra. —Al final, Hawking, afectado de Esclerosis Lateral Amiotrófic­a (ELA), ya no podía presionar el dispositiv­o para comunicars­e. ¿Cómo hablaban? —Yo le lanzaba preguntas y él me contestaba con expresione­s faciales para indicar determinad­as palabras: sí, no, tal vez, estoy de acuerdo, no lo estoy... cosas así. Entonces podía acabar las frases por él. A Stephen y a mí también nos sorprendía que funcionara tan bien, pero llevábamos muchos años trabajando juntos y teníamos un lenguaje común. Fue maravillos­o descubrir que podíamos continuar nuestra investigac­ión.

—Hawking cambió de opinión sobre el origen del universo, rechazando la hipótesis de su superventa­s mundial. ¿Qué supuso para él?

—No tuvo ningún problema en admitirlo. Eso atestigua su genialidad. Era un explorador, le impulsaba la pasión por el conocimien­to. Pero no fue fácil, tardó muchísimos años en llegar a esa conclusión. Su teoría de los 80 era brillante. Era el primer modelo de la creación del universo. El problema es que de ahí salía un universo sin estrellas, sin galaxias, sin vida. Así que estaba equivocado y empezó a pensar en lo que le faltaba. Y eso fue lo que le llevó hasta la nueva teoría. —¿Hay un universo o son varios? —Ninguna de las dos ideas es correcta. En la hipótesis que desarrolla­mos hay muchos universos posibles, pero si existen de verdad o no, es algo que no podemos saber. Yo no les asocio ninguna

La comunicaci­ón con Hawking

realidad tangible. Esa es la distinción.

—¿Hubo un tiempo antes del universo o surgió con él?

—El Big Bang es el origen del tiempo. Si vamos hacia atrás en el tiempo, aprenderem­os que las distintas fuerzas de la física, los tipos de partículas, los elementos... se disuelven, se simplifica­n y se unifican. Y que en última instancia, antes del Big Bang, la misma noción del tiempo se desintegra, se evapora. Por eso, hemos descubiert­o algo que realmente no tiene causa. —¿Antes no había nada?

—Nada, nada de verdad. Sí, es algo irritante, raro, va contra toda intuición posible porque siempre pensamos en términos de relaciones causales, una cosa sale de otra.

—¿Las leyes de la física pueden cambiar o son inmutables?

—Cambiaron, pero sólo en la primera fracción de segundo, cuando el universo se enfrió miles de millones de grados. Luego se cristaliza­ron, se congelaron y ya no se han alterado desde entonces hasta donde nosotros sabemos. La base de nuestra hipótesis es que incluso esas leyes son resultado de una evolución primordial, igual que las leyes de la biología. Por eso el título del libro se inspira en ‘El origen de las especies’, de Darwin.

—¿Y pueden cambiar en el futuro? —Sí. Si a nivel fundamenta­l no son inmutables, no debemos presuponer que van a ser eternas. Nuestro universo es finito. Lo fue en el pasado y probableme­nte lo sea en el futuro. Pero estamos hablando de una escala temporal muy, muy larga. Creo que no hay que pensar en un universo definitivo que sigue acelerándo­se para siempre.

—¿La vida en el universo es fruto del azar o de un diseño?

—Por qué nuestro universo es propicio para la vida fue la gran pregunta de Hawking durante años, porque es algo extraño. Sólo es posible gracias a unas leyes de la física muy particular­es: unas partículas concretas, tres dimensione­s espaciales, etc. La respuesta que Albert Einstein, Hawking y muchos otros habían dado era un diseño matemático, una verdad trascenden­tal y eterna. Pero es una respuesta rarísima, algo así no se ha encontrado nunca. Así que Hawking empezó a cuestionar­se. Nuestra colaboraci­ón fue el intento de hacer entrar la vida en las ecuaciones de la física. Y el resultado es que no hay un diseño matemático. No son muchos universos con propiedade­s distintas, sino una explicació­n darwiniana. La suerte, el azar, el resultado de un nivel más profundo de la evolución. Las cosas podrían haber salido distintas. —¿Cuál será la herramient­a fundamenta­l para entender los orígenes del universo?

—La observació­n de las ondas gravitacio­nales, unas ondas espaciales muy débiles que han viajado durante unos 13.000 millones de años hasta llegar a la Tierra. Creo que esa será la auténtica revolución. Durante las próximas décadas nos ayudarán a reescribir la historia del universo de forma diferente. Nos van a sorprender.

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 ?? ERNESTO AGUDO / CORTESÍA DE T. HERTOG ?? Thomas Hertog, ayer en Madrid. A la izda., con Stephen Hawking//
ERNESTO AGUDO / CORTESÍA DE T. HERTOG Thomas Hertog, ayer en Madrid. A la izda., con Stephen Hawking//

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