El ruido y la furia son negros
Autor: William Shakespeare. Dirección y adaptación: Pau Carrió. Escenografía: Sebastià Brosa. Vestuario: Sílvia Delagneau. Iluminación: Raimon Rius. Música y espacio sonoro: Rafel Plana. Intérpretes: Ernest Villegas, Laia Marull, Moha Amazian, Joan Amargós, Pepo Blasco Porter, Pep Cruz, Pol López, Carles Martínez, Alba Pujol, Xavier Ricart, Marc Rodríguez, Marc Soler, Júlia Truyol, Mar Ulldemolins. Teatre Lliure, Barcelona
El ‘Macbeth’ de Pau Carrió es color negro. Guerra del siglo XX, aunque la indumentaria del rey y sus militares escoceses podría remitir a los fascistas italianos del congreso de Verona de 1943. Si el ‘Macbeth’ de Orson Welles era tenebroso y el de Polanski muy sangriento, este de Carrió rezuma alquitrán. «Tengo la cabeza llena de escorpiones», declara Macbeth antes de forzar el vaticinio de las tres brujas encaramadas al árbol siniestro: serás señor de Glamis y Cawdor y luego Rey. Lo primero se cumple: la recompensa del rey Duncan por sus victorias. Lo segundo se fuerza, siguiendo el perverso consejo de su esposa, Lady Macbeth: el regicidio provoca la diáspora de los hijos del monarca y convierte
Escocia en reino de la muerte. La muerte, que el director metaforiza en interminables filas de camas de un hospital de campaña.
Ernest Villegas, actor de altura física e interpretativa, encarna a un Macbeth que parece poderoso, pero acaba prisionero de su propio impulso criminal. Para que un ‘Macbeth’ funcione deberá probar la certeza de su frase culminante. Esa de que la vida es un cuento contado por un idiota lleno de ruido y furia. En poco más de dos horas Carrió condensa todo el ruido y la furia de ‘Macbeth’: la narración se desarrolla sin un solo instante desperdiciado.
Sin policromías
Contribuye en gran medida el espacio sonoro de Rafel Plana con minimalismos musicales como el de Malcolm (Joan Amargós) tocando el piano. La escenografía de Sebastià Brosa nos lleva hasta bosque de Brinam donde las tres brujas –siniestras Alba Pujol, Júlia
Truyol y Mar Ulldemolins– proyectan a Macbeth hacia su tragedia. No todo es redondo, por supuesto: el siempre eficaz Pol López parece ahogado por Macduff, el señor de Fife que acaba con Macbeth, responsable del asesinato de su familia.
No hay policromías en este ‘Macbeth’, aunque Shakespeare se inspirara en alguien apodado «el rey rojo». La sangre es roja, pero al poco tiempo de ser derramada ya se ha vuelto negra. En la memoria un retazo del ‘Paint in black’ de los Rolling Stones: «Cuando todo tu mundo es negro». Como el de Macbeth. Como el mundo aquí y ahora.
Las cámaras captan a Alves acceder a los lavabos del cuarto anexo al reservado. Dos minutos más tarde accedió la denunciante «voluntariamente» con «el propósito de estar con el acusado en un espacio más íntimo».
Allí, el futbolista «cogió bruscamente a la denunciante, la tiró al suelo y evitando que pudiera moverse la penetró vaginalmente, pese a que ella decía que no, que se quería ir». Se cumple así la «ausencia de consentimiento, con violencia».
El fallo apunta que «para la existencia de agresión sexual no es preciso que se produzcan lesiones físicas, ni que conste una heroica oposición de la víctima a mantener relaciones sexuales». La joven sí tiene una lesión, pero en la rodilla. «El consentimiento no solamente puede ser revocado en cualquier momento, sino que también es preciso que se preste para cada una de las variedades sexuales dentro de un encuentro y no consta en lo que se refiere a la penetración vaginal».
«No se aprecia que no se encuentre a gusto. Se la ve participar en el baile con el acusado de la misma manera que lo haría cualquier otra persona dispuesta a pasárselo bien, e incluso puede apreciarse cierta complicidad». «Ni que la denunciante haya bailado de manera insinuante, ni que haya acercado sus nalgas al acusado, o que haya podido abrazarse a él, puede hacernos suponer que prestaba su consentimiento a todo lo que después pudiera ocurrir».