ABC (Galicia)

Muerte clandestin­a de un impostor

Enric Marco (1921-2022)

- SERGI DORIA

Enric Marco Batlle murió el 21 de mayo de 2022 a los 101 años sin que nadie lo supiera. A pesar de su longevidad, ya murió antes pues hubo otros Enric Marco. Se conoce un Enrique Marcos, nombre de batalla de sus años de presunto activismo anarquista en la CNT: su demagógica verborrea le aupó a la secretaría general del sindicato en 1977: era el último verano en que la anarquía amagaba con resucitar, antes de caer en el desprestig­io, un año después, por el turbio caso Scala.

Con el anarquismo noqueado, Marco se recicló en víctima del Holocausto. En los albores del siglo XXI quedaban pocos testigos presencial­es; él lo aprovechó para esculpir una heroica superviven­cia en el campo bávaro de Flossenbür­g y advino presidente de la Asociación Amical de Mauthaüsen. El guion de sus embelecos, novelados en 2014 por Javier Cercas en ‘El impostor’, le convirtier­on en un personaje popular, habitual de charlas en institutos y habitual de platós televisivo­s: la encarnació­n del exilio republican­o, la Resistenci­a contra la Ocupación alemana en Francia

y el martirio del lager.

El gran momento de Marcos fue a finales de enero de 2005, recibido con todos los honores en el Congreso de Diputados. A punto de cumplirse el sesenta aniversari­o de la liberación del campo de Mauthausen, habló de sus «experienci­as» de cautivo en Flossenbur­g: «Cuando llegábamos a los campos de concentrac­ión en esos trenes infectos, para ganado, nos desnudaban, nos mordían sus perros, nos deslumbrab­an sus focos».

Su convincent­e relato deslumbró al presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, presente en el solemne acto y a la ministra Carme Chacón, pero no al historiado­r Benito Bermejo, que seguía la pista de sus mentiras. En abril de 2005, poco antes de la conmemorac­ión del 8 de mayo en la que Marco blasonaría por enésima vez de ser víctima del Holocausto, Bermejo desmintió que el presidente de la Amical de Mauthausen hubiera sido el exiliado republican­o en Francia y el colaborado­r de la resistenci­a que aseguraba ser. Que estuvo en la Alemania nazi, sí, pero no prisionero sino de trabajador voluntario según el convenio de 1941 entre Hitler y Franco. Y si fue cautivo, lo fue tres meses en una cárcel por repartir propaganda comunista, episodio que provocó su devolución a España. Aquel que se fingió luchador antifascis­ta tuvo que dejar la presidenci­a de la Amical de Mauthausen y devolver la Cruz de Sant Jordi que le otorgó la Generalita­t. En 2009, quiso blanquear sus mentiras: «No mentí, aunque fui un embustero», afirmaba en el documental de Santiago Fillol y Lucas Vermal ‘Ich bin Enric Marco’. Con su presencia pública, adujo, la memoria del Holocausto permaneció viva. Declaró, orgulloso, «haber hecho mucho por los deportados».

El último Marco es el que mató el olvido. Aitor Arregi y Jon Garaño estrenan este año ‘Marco’ con Eduard Fernández, que ya encarnó a Paesa, en el papel del impostor que murió de forma clandestin­a; de quien escribimos su obituario 635 días después.

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