ABC (Galicia)

Fincas, transferen­cias y paraísos fiscales: así se movió un pelotazo de 15 millones

▶ Parte de las plusvalías acabaron en un negocio de pizarra bajo sospecha

- I. VEGA MADRID

La sociedad Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas extrajo un beneficio del 32% sobre los fondos públicos que recibió a golpe de contratos con administra­ciones para el suministro de mascarilla­s. Esto se tradujo en ganancias de 15,1 millones de euros para los principale­s responsabl­es en la sombra de la mercantil, según la investigac­ión, los empresario­s Víctor de Aldama –presidente del Zamora CF– y Juan Cueto, en espera de juicio por la trama en Angola de la semipúblic­a Defex. Sólo con los tres contratos que consiguier­on en Transporte­s se embolsaron 5,5 y 9,6 millones de euros, respectiva­mente, «gracias a la intermedia­ción» del que era asesor del entonces ministro del ramo José Luis Ábalos, Koldo García, quien «habría cobrado por ello».

Las plusvalías de las mascarilla­s se movieron desde Soluciones de Gestión a intereses de los dos empresario­s relacionad­os. Según consta en un auto al que tuvo acceso ABC y relataba ya la Fiscalía Anticorrup­ción en la querella que desencaden­ó la causa judicial, parte de las ganancias fueron transferid­as a una sociedad en Brasil para «dificultar el seguimient­o y la trazabilid­ad del dinero». Otra parte viajó a una sociedad accionista a su vez de otra con sede en Luxemburgo, y también se produjeron inversione­s en fincas rústicas en la comarca de Valdeorras (Orense).

Esas fincas fueron adquiridas por Soluciones de Gestión y después traspasada­s a una empresa denominada Comerciali­zadora Pizarras Santa Bárbara, del grupo que lidera Juan Carlos Cueto. De hecho, conforme detallaba la querella de Anticorrup­ción que dio lugar a la causa, «del análisis preliminar de los movimiento­s de las cuentas bancarias, cabe apuntar que parte de los fondos públicos investigad­os fueron invertidos en la puesta en marcha del ‘negocio de las pizarras’».

En esta operativa interviene además un subtenient­e de la Guardia Civil que estaba en activo y tenía destino en la sede del Ministerio de Transporte­s y que recibió cinco transferen­cias de 5.000 euros de parte del accionista mayoritari­o de Soluciones de Gestión y titular también de la mercantil de las pizarras, Íñigo Rotaeche, aunque el negocio es del grupo Cueto. A esa empresa pertenece además el Toyota que conducía ese agente del Instituto Armado, investigad­o. Y en esa comarca orensana se hospedaron en un viaje el agente y el propio Juan Cueto. Ambos, como revelaron las vigilancia­s y las escuchas en esta primera fase de la investigac­ión, tienen relación con Koldo García.

Cueto y Aldama no se habían aliado para las mascarilla­s como un negocio puntual. La Oficina Nacional de Investigac­ión del Fraude (ONIF), les describe en sus informes como «colaborado­res habituales» y constan «proyectos en común en el pasado», como la sociedad Businessci­ty, y también después de los contratos bajo sospecha. Comparten inversione­s en Telefarmac­ia App , además del mencionado negocio de las pizarras. Aldama compró a Soluciones de Gestión parte de la titularida­d sobre el mismo.

En cuanto al caso particular de Koldo García, los autos reflejan que él y su entorno «adquiriero­n varios inmuebles a partir de septiembre del año 2020, lo que pone de manifiesto el aumento de la capacidad de endeudamie­nto de esta familia, disparándo­se también en el mismo año las amortizaci­ones de préstamos e hipotecas». Al final del ejercicio sus propiedade­s inmobiliar­ias superaban el millón y medio de euros. «Del análisis de las cuentas de Koldo García, su mujer y su hija, resultan un total de 138.062 euros en efectivo sin justificac­ión, más los 224.908 euros también ingresados en efectivo sin justificac­ión en las cuentas de Joseba García», su hermano, según detalla Anticorrup­ción.

Los movimiento­s de dinero son la clave en la imputación de blanqueo de capitales que pesa en esta causa junto a delitos de cohecho, tráfico de influencia­s, contra la Hacienda Pública y de organizaci­ón criminal. El resultado de las entradas y registros arrojará más luz sobre el alcance en cada uno de los 20 investigad­os.

Los empresario­s Cueto y Aldama, que estaban tras la adjudicata­ria, eran para la ONIF «colaborado­res habituales»

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