ABC (Galicia)

Mis padres. Valencia

Lo que en una casa se pierde al arder, mis padres se lo llevaron para siempre el día que se separaron

- SALVADOR SOSTRES

HE visto el edificio de Valencia y un señor que decía sólo me queda lo que llevo puesto. Mi vida ardió el día que mis padres se separaron. Lo había soñado a veces, lo había visto en algunos amiguitos pero el día que me lo dijeron ardió mi edificio entero y como el señor de Valencia me quedé con lo puesto. Y no tenía nada y nada resonó tras las palabras de mi madre, sólo la puerta del coche de mi padre al marcharse. Desde entonces no he sentido ningún apego por los objetos, por lo que puede quemarse, porque de noche vienen los padres que se separan y se lo llevan todo. Y si queda algo vuelven a la noche siguiente cuando creen que ya no vigilamos.

En las estantería­s de mi casa sólo hay cajas de iPhones y iPads que si se queman o alguien las tira no las echaré en falta. Mis libros importante­s los tengo también en la nube y por mí pueden quemarse. La ropa me preocupa aún menos y voy vestido siempre igual y por escasos 100 euros. Lo que tengo lo llevo siempre puesto. Y los enchufes para el iPhone con que escribo los artículos.

Lo que en una casa se pierde al arder, mis padres se lo llevaron para siempre el día que se separaron. Mis padres se murieron el día que se separaron, se murieron en mí como yo morí en ellos. El hijo cayó como en Valencia han caído las llamas y los objetos han quedado calcinados en el suelo y hoy veo los anuncios de cuando el edificio se construyó y las fotos de la boda de mis padres. Tanta fe rasgada de lo que tenía que durar para siempre. Nunca he tenido nada desde entonces y han pasado más de 30 años. Soy lo que hago cada día y no guardo los artículos ni los poemas que escribí cuando era joven ni los libros. Tengo un pato Donald que una chica del pasado me compró en París y me gusta verlo porque me recuerda al que fui pero podría arder sin drama como también incendian París los bárbaros y nunca olvidaré el esplendor de aquellos restaurant­es.

En cada incendio un hombre dice que lo ha perdido todo. Con el tiempo se dará cuenta de que los recuerdos continúan en él y que su corazón y su mente son más resistente­s que los objetos. La sospecha de los materiales de construcci­ón rodea la tragedia. Saldrán noticias, habrá manifestac­iones. Yo también indagué en los materiales de mis padres y en los míos propios y construí metáforas de muros y silencios, y no hablé más con mi padre y la relación con mi madre tampoco es buena y todo va y vuelve de la misma intemperie al mismo tormento. Vivir sin nada es el pánico del principio pero también el miedo se quema y entonces eres más libre, que significa más bestia. Nunca encajamos del todo y siempre nos miran como raros a los del club que alguna vez ardieron.

La tentación victimista y resentida es la primera. De nada va a servirte pero tómate el tiempo que necesites para entenderlo. Lo único que te ayudará es sobrevolar la desgracia con ternura porque así convertimo­s lo que nos pasa en amor y compasión y ésta es nuestra última bandera.

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