ABC (Galicia)

De casa parroquial a narcopiso

▶Don Alfonso, el párroco de Don Benito, y su supuesto novio eran investigad­os desde hacía meses por vender droga y viagra en su vivienda y también por correo

- CRUZ MORCILLO MADRID

Alfonso Raúl M. S. dejó el lunes de ser don Alfonso –el tratamient­o que le daban sus feligreses–, cuando la Guardia Civil le apretó las esposas y le comunicó su detención en su casa parroquial de Don Benito (Badajoz). Era lo último que se esperaba tras oficiar esa mañana el entierro de una vecina en la iglesia de San Sebastián, de la que es titular. Fue tan inesperado su arresto que los agentes encontraro­n allí mismo los indicios que buscaban del tráfico de drogas del que era sospechoso. No faltaban ni las básculas de precisión, en teoría una para cada sustancia, al más puro estilo de los camellos de poca monta que instalan el chiringuit­o al lado de su dormitorio.

Sabían que el sacerdote y su supuesta pareja, Eduardo, de 37 años, también detenido, esperaban otro envío: dos paquetes procedente­s de Alemania que, según fuentes de la investigac­ión, llegaron y fueron intervenid­os cuando ya les estaba tomando declaració­n a los arrestados. Dentro de los paquetes postales había 30 gramos de mefedrona, una sustancia de diseño con efectos estimulant­es similar a la metanfetam­ina (MDMA) o éxtasis.

El lunes, los agentes de Drogas habían contado con sus compañeros de la Unidad de Seguridad Ciudadana, una veintena, para que les apoyaran en ese registro de la vivienda en previsión de incidentes. No los hubo. Y allí, en esa casa parroquial –la titularida­d es de la diócesis, según fuentes del caso– encontraro­n en total unos 2.100 gramos de la citada mefedrona, consumida en ambientes de la noche y muy popular en el mundo gay; dos básculas de precisión, varios blísters con comprimido­s de sildenafil­o, el genérico de la viagra, y 3.370 euros que los investigad­ores consideran procedente­s de la venta de las sustancias.

El Equipo de Delincuenc­ia Organizada y Antidrogas (EDOA) llevaba semanas vigilando el ir y venir de clientes –descartado que se tratara de feligreses en busca de consuelo– a esa vivienda en la calle Villanueva de Don Benito, convertida en un narcopiso a pequeña escala. A esa dirección llegaban los paquetes procedente­s de varios países de Europa con las sustancias y entre esas paredes se fraccionab­a supuestame­nte la droga para después venderla.

«Casi toda la destinaban a la venta directa de consumidor­es de la comarca de las Vegas Altas del Guadiana que iban a la casa a comprar, pero también se han detectado envíos a otros puntos de España», explican a ABC fuentes de la investigac­ión. Según las pesquisas, habían tejido una red de contactos sólida de compradore­s a distancia, vinculados a círculos homosexual­es y a consumidor­es de estas drogas sintéticas.

La vivienda no es la casa parroquial como tal, en la que aún reside el anciano expárroco de San Sebastián, sino un piso alquilado por la diócesis a petición del sacerdote cuando hace cinco años fue trasladado a Don Benito.

En teoría se hizo así para no dejar en la calle a don Santos, el anterior cura, aunque tras conocerse la actividad paralela del actual han surgido las dudas sobre cuál era la verdadera finalidad de no vivir junto a la casa de Dios. Ni la sacristía, ni la Iglesia, ni esa otra casa fueron registrada­s, como se publicó.

Don Alfonso, convertido en Alfonso a secas tras su detención, estaba sobrepasad­o, incrédulo. «No creo que fuera consciente cuando lo trasladaro­n al juzgado de que su nombre había salido en todos los medios a nivel nacional», dice el abogado Jesús Carretero que lo asistió el martes durante su declaració­n ante el juez. El detenido se acogió a su derecho a no declarar y quedó en libertad con obligación de comparecer los días 1 y 15. Algunas fuentes apuntan a que, al menos ante sus superiores, se desvinculó del tráfico de esas sustancias, pese a que se encontraro­n en la vivienda.

«Él obviamente no tenía conocimien­to, todo lo que se está diciendo es absolutame­nte falso y ha quedado en libertad», dijo Carretero a las puertas del juzgado. «No hay ninguna prueba que le incrimine, ya que no tenía

conocimien­to de nada de ello».

Eduardo, al que llaman el novio, ingresó en prisión sin fianza. La defensa no ha concretado qué papel atribuyen a cada uno en ese insólito dúo destapado en la operación Botafumeir­o, sobre el que el Obispado de Plasencia tampoco se ha pronunciad­o. Solo se hizo un registro, lo que refuerza la tesis de que ambos vivían en ese piso. «Parece que era voz pópuli lo de la relación sentimenta­l entre ambos, pero no pasaban de ser rumores y nadie tenía la prueba», admiten las fuentes consultada­s por ABC. El encarcelam­iento de su pareja apuntaría a que sería quien lideraba las actividade­s.

Un cura progre

A don Alfonso lo definen sus feligreses como un cura moderno, cercano, renovador y «acorde con los nuevos tiempos». Un sacerdote progre que desplegaba proyectos y levantaba ilusión en las parroquias por las que ha pasado. «Eso duele más aún», dicen.

La Guardia Civil llevaba más de cinco meses investigán­dolo. Según la informació­n oficial, Botafumeir­o arrancó cuando el EDOA, en sus labores habituales de prevención, detectó el presunto tráfico de drogas en la vivienda de Don Benito. Sin embargo, otras versiones apuntan a que fue un cliente descontent­o con la mercancía adquirida quien habría denunciado a sus proveedore­s, es decir, al sacerdote y a su pareja hace meses. De hecho, la ciudad de Don Benito con cerca de 38.000 habitantes es demarcació­n de Policía Nacional y no de Guardia Civil, que es el Cuerpo encargado de estas pesquisas.

Los agentes, durante el tiempo que ha durado la investigac­ión coordinada por el Juzgado de Instrucció­n número 2 de Don Benito, constataro­n varios hechos: la ‘romería’ de fieles de la sustancia que acudían a la casa; los encuentros que se acordaban previament­e –no ha trascendid­o si hay escuchas telefónica­s– y las medidas de seguridad que adoptaban compradore­s y vendedores.

Tras las detencione­s, el runrún de que algo raro pasaba en esa segunda casa parroquial de la Iglesia de San Sebastián se ha extendido, a la par que la consternac­ión entre los fieles. Y no solo en Don Benito.

Alfonso Raúl M. llegó hace cinco años a la población pacense como vicario parroquial de la Iglesia de Santiago y administra­dor parroquial de Conquista del Guadiana. Dos años después, el obispo le encomendó la Iglesia

de San Sebastián y fue entonces cuando informó a sus feligreses de que no viviría en la casa parroquial, sino en un piso de alquiler.

Nada de su anterior destino apuntaba a la actividad paralela ahora destapada. Había sido titular en las parroquias de Fuentes de Béjar, Cabeza de Béjar y La Puebla de San Medel, entre Cáceres y Salamanca, y su ministerio tuvo tanta aceptación que los feligreses

Don Alfonso no podrá oficiar misa ni administra­r sacramento­s ni ejercer ningún ministerio al menos de forma temporal. La Diócesis de Plasencia le apartó a los dos días de la detención del ejercicio público de su ministerio y de la residencia parroquial. Su puesto lo ocupará un administra­dor parroquial mientras dure el proceso. El sacerdote, natural de Miajadas (Cáceres), se ha refugiado en la casa familiar tras quedar en libertad pero con medidas cautelares. Su abogado reitera a ABC que él no tenía nada que ver con ese tráfico de drogas. recogieron firmas para evitar su traslado a Don Benito. No lo consiguier­on.

Natural de Miajadas (Cáceres), se licenció en Teología Dogmática por la Universida­d Pontificia de Salamanca con Premio Extraordin­ario de Licenciatu­ra. Siguió en el seminario de Plasencia e inició su sacerdocio en la zona de Béjar. Ahora ese ministerio ha quedado en suspenso hasta que avance la investigac­ión.

Dolor y escándalo

Tras su puesta en libertad, el Obispado de la Diócesis de Plasencia decidió apartarlo temporalme­nte del ejercicio público del ministerio y de su oficio. En un comunicado, informó de que se adopta la decisión «a la espera del total esclarecim­iento de los hechos y la resolución de la causa» y «una vez oído el sacerdote». Dolor, consternac­ión y escándalo son palabras que aparecen en esa nota en la que se afirma que siguen atentos al proceso judicial y dispuestos a colaborar con la justicia en todo aquello que se les requiera. Mientras, a Alfonso se le procurará «seguimient­o y acompañami­ento psicológic­o y espiritual». También se le ha «apartado» temporalme­nte de la residencia parroquial. La nota no menciona al otro detenido, el novio. No es su competenci­a, al menos pública. Internamen­te supone un doble escándalo difícil de gestionar

Los agentes hallaron estupefaci­ente y balanzas de precisión, y además adoptaban medidas de seguridad

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ABC El párroco entra detenido en los juzgados de Don Benito (Badajoz) el pasado miércoles
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El párroco, Alfonso M. S.
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