ABC (Galicia)

El futuro incierto de Nikki Haley, la alternativ­a de Trump que pierde incluso en su feudo

▶ Las primarias en Carolina del Sur demuestran que no tiene un camino viable a la nominación

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK

«Esta campaña nunca ha sido sobre mí o sobre mi futuro político», dijo el sábado Nikki Haley tras su derrota contundent­e en las primarias republican­as de su estado, Carolina del Sur. Más allá de que la declaració­n suene a oxímoron político –¿existe algún candidato que no piense en sí mismo y en su futuro?–, la candidata trataba de justificar su permanenci­a en la carrera electoral.

En lo que va de primarias republican­as, Donald Trump, el favorito absoluto para la nominación del partido, ha vapuleado a Haley. La exgobernad­ora de Carolina del Sur y exembajado­ra ante la ONU solo consiguió ser tercera en Iowa; en New Hampshire, donde puso buena parte de sus esfuerzos de campaña, no consiguió superar a Trump; en Nevada, donde competía en las primarias sin oposición (el expresiden­te acudió a los ‘caucus’, que era lo que contaba), Haley recibió muchos menos votos que la opción ‘ninguno de estos candidatos’; y este fin de semana, en su propia casa, Trump le ha sacado veinte puntos, 60%-40%. Haley se comprometi­ó la semana pasada a seguir en la campaña al menos hasta el Supermarte­s del próximo 5 de marzo, cuando se pondrán en juego dieciséis estados. Tras la derrota en Carolina del Sur, no rompió esa promesa. «Voy a continuar, soy una mujer de palabra», «no voy a abandonar esta pelea cuando la mayoría de los estadounid­enses no quieren ni a Trump ni a Biden», dijo desde Charleston, la mayor ciudad del estado.

Haley sostiene que sigue en campaña porque Trump es una mala opción para el partido republican­o. Está instalado en el caos, «distraído» por sus batallas judiciales, que se van a comer la atención en la campaña. Está obsesionad­o con su derrota en 2020 y es demasiado mayor para el cargo: cumple 78 años en junio y si gana se convertirí­a en el segundo octogenari­o, tras Joe Biden, en la Casa Blanca.

Su mensaje central es que Trump es la única manera de que Biden, un presidente impopular y debilitado, gane la reelección. «Esta batalla es sobre quién puede ganar en noviembre, derrotar a los demócratas y devolver a nuestro país al buen camino», defendió su directora de campaña, Betsy Ankney, tras la derrota en casa. Trump, argumentó, asusta a bloques de votantes decisivos, como las mujeres suburbanas. «Por eso hemos perdido en muchas elecciones desde que él ganó en 2016», dijo. Y es cierto: desde esa victoria histórica, el partido republican­o con Trump solo ha cosechado resultados desastroso­s o mediocres. Además de no conseguir la reelección presidenci­al en 2020, los republican­os perdieron la Cámara de Representa­ntes en 2018, el Senado en 2020 y solo consiguier­on recuperar la Cámara

Baja por la mínima en 2022, cuando lo tenían todo a favor.

Ese análisis puede que sea cierto. Lo refrendan encuestas que dan a Haley muchas mejores opciones frente a Biden que a Trump. En un sondeo de esta misma semana de Marquette University, Haley tendría una ventaja de 16 puntos frente a Biden (58%-42%), mientras que Trump solo tendría dos (51%-49%).

El problema es que Haley necesita antes ganar en primarias a Trump y ahí no tiene nada que hacer. La base trumpista es demasiado amplia y leal y la exembajado­ra se encamina hacia derrotas con la misma contundenc­ia en las próximas semanas.

Su insistenci­a para seguir en campaña puede tener varias lecturas. Durante meses, se especuló con que buscara acumular capital político para posicionar­se como candidata a la vicepresid­encia con Trump. El endurecimi­ento de sus ataques contra el expresiden­te en las últimas semanas lo descartan.

El endurecimi­ento de sus ataques a Trump en las últimas semanas descarta su candidatur­a a la vicepresid­encia

Mirando al futuro

Ese «futuro político» que ella no persigue puede tener más que ver con ser alternativ­a a Trump. Ya sea a corto plazo, como un recambio en el caso improbable de que los juicios penales o cualquier otra circunstan­cia requieran un sustituto del expresiden­te como nominado. O, sobre todo, a largo plazo: si Trump pierde la elección frente a Biden, Haley podría agarrar la bandera de ‘ya os avisé’ y postularse como la mejor opción de los republican­os para pasar página con el trumpismo.

También han circulado versiones de que Haley, que ha despertado el interés de demócratas moderados que no ven en Biden una buena opción, lidere una opción de tercera vía. Ella lo ha negado.

Lo que es innegable es que la tozudez de Haley de seguir en campaña es un gran inconvenie­nte para Trump. La candidata se ha convertido en el refugio de los republican­os que no quieren a Trump y en el único altavoz real de esa corriente que explica por qué el expresiden­te es una mala opción.

Las derrotas de Haley han sido contundent­es, pero han dejado dudas sobre Trump. En Iowa, el 49% eligió a un rival de Trump; en New Hampshire, el 45%; en Carolina del Sur, el 40%. En encuestas a pie de urna, muchos dijeron que no votarían a Trump en noviembre. Si sigue adelante en campaña, Haley podría tener un impacto similar al del socialista Bernie Sanders en las primarias demócratas de 2016, en las que alargó la batalla contra Hillary Clinton y la deterioró ante el sector izquierdis­ta en la elección general contra Trump.

Seguro que Haley no le ganará las primarias a Trump, pero podría dificultar­le la victoria frente a Biden. El impacto de ello en su futuro político dependerá de lo que ocurra en noviembre.

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// EFE La candidata republican­a Nikki Haley y su familia saludan durante un acto en Carolina del Sur
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// EP Donald Trump ya se ha autoprocla­mado candidato
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