La R. D. del Congo y Ruanda, al borde de la guerra por el control de recursos minerales
▶ La presencia de tropas ruandesas frente a la frontera y su apoyo al grupo rebelde M-23 aumentan la tensión
La República Democrática del Congo y Ruanda podrían iniciar una guerra de consecuencias inimaginables. La antesala de esta escalada del conflicto han sido las recientes manifestaciones de cientos de congoleños frente a las embajadas de EE.UU., Francia, Bélgica, el Reino Unido y las oficinas de la misión de la ONU en el país (Monusco) para denunciar el apoyo de estas potencias al presidente ruandés, Paul Kagame, que ha sido acusado de desestabilizar el este del Congo para hacerse con los preciados recursos minerales.
La concentración de tropas ruandesas frente a la frontera y la reiterada presencia de sus soldados en territorio vecino combatiendo junto al grupo rebelde M-23 hace temer el inicio de una guerra que podría suponer una catástrofe para la población congoleña, sumida en la miseria y con cientos de miles de refugiados internos provocados por la ofensiva de los rebeldes.
El M-23 se constituyó el 4 de abril de 2012 cuando 300 soldados, la mayoría antiguos miembros del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo, se rebelaron contra el Gobierno congoleño, criticando las condiciones paupérrimas del Ejército.
Bombardeos
Según fuentes congoleñas, en las últimas semanas han entrado en Kivu del Norte gran cantidad de material militar y unidades del Ejército ruandés en apoyo del M-23. También se ha visto a soldados ugandeses. Han caído proyectiles en zonas urbanas de Sake y Goma y en un campo de desplazados de Sake, con numerosas víctimas mortales. El aeropuerto de Goma, a pocos kilómetros de la frontera, fue bombardeado presuntamente desde Ruanda. Sake está sitiado por el M-23 y han huido decenas de miles de personas hacia Goma, que ya tiene medio millón de desplazados.
Estados Unidos, el gran apoyo de Kagame, presiona «oficialmente» para una solución negociada, mientras Francia juega a dos bandas: apoya a Ruanda pero, ante su desprestigio en África, pide la retirada del M-23. «Mientras EE.UU. y Francia pedían ahora la retirada del M-23 y del apoyo que recibía por parte del régimen ruandés de Kagame, la UE firmaba con Ruanda un acuerdo de ‘estrecha colaboración’ en materia de recursos minerales, dándole así al régimen ruandés el espaldarazo necesario y legitimando sus prácticas de comprobado saqueo de los recursos de la R. D. del Congo, todo ello a las puertas de una posible guerra», explica el escritor y analista Julián Gómez-Cambronero, autor del libro ‘¿A quién le importa el Congo?’ y el blog @CongoActual.
Según cifras de la Agencia de la ONU para los Refugiados, son ya más de 150.000 las personas que han huido (el 50% son niños), sumándose a las 800.000 desplazadas internamente en la región y a los 2,5 millones en toda la provincia de Kivu del Norte desde que la violencia subió de nivel hace una década.
«Las potencias mundiales deben dejar de financiar el régimen de Kagame y la ONU debe imponer sanciones contra
En las postrimerías de la dictadura de Mobutu Sese Seko en la R. D. del Congo se desencadenaron tensiones con las comunidades de origen ruandés del este del entonces Zaire. Es el genocidio de Ruanda (1994) lo que une definitivamente la historia de los dos países. Tras la toma de poder de los tutsis, Francia orquesta la operación Turquesa para que la población hutu que temiera represalias huyera a Zaire. En realidad era una vía para que los autores del genocidio, colaboradores de Francia, escaparan de Ruanda. Miles de ellos murieron en campos de refugiados de Goma y Bukavu por el cólera.
La oposición armada a Mobutu se agrupó en Ruanda y tumbó la larga dictadura de 32 años. Uno de los líderes rebeldes, Lauren Kabila, se hizo con el poder, se quitó la tutela y expulsó a los militares ruandeses. Los mismos que lo habían puesto invadieron otra vez la R. D. del Congo para derrocarlo. Comenzó así la Guerra Mundial Africana. Ocho Ejércitos se enfrentaron –apoyando a uno u otro bando– en suelo congoleño, con más de 5 millones de muertos. Uganda y Ruanda ocuparon territorios mayores que sus propios países y saquearon los recursos congoleños. Desde los acuerdos de paz, Ruanda ha mantenido su injerencia. Gran parte de su economía se nutre del contrabando de coltán y oro congoleño.