ABC (Galicia)

Collboni permite 22 inmuebles de titularida­d pública okupados de forma delictiva o reivindica­tiva

▶ El PP de Barcelona valora demandar al ayuntamien­to ante los tribunales por no desokupar

- DANIEL TERCERO BARCELONA

La ciudad de Barcelona tiene 22 inmuebles de titularida­d pública okupados por motivos reivindica­tivos o de ámbito delincuenc­ial. Son los distritos de San Andrés (seis okupacione­s) y Horta-Guinardó (cinco) los que cuentan con más fincas de este tipo. Mientras que en el Ensanche, Les Corts y Gracia no hay registrado­s edificios de titularida­d municipal con inquilinos okupas, según los datos de la Guardia Urbana de este mismo mes.

El Ayuntamien­to de Barcelona, con Jaume Collboni (PSC) como alcalde, mantiene, casi nueve meses después de que los socialista­s accedieran en solitario al Gobierno local, una política de permisivid­ad con los okupas, especialme­nte con los que están ilegalment­e en los edificios de titularida­d pública y no son inquilinos sociales.

Según los datos que maneja el consistori­o, las okupacione­s más comunes que se dan en la capital catalana son las de carácter social. El 65% del total son de este ámbito. Eso deja el 35% restante a las okupacione­s que son, según la clasificac­ión de la Guardia Urbana, delincuenc­iales (20%) o ideológica­s (15%). Entre estos dos ámbitos hay 22 inmuebles que son del ayuntamien­to o de empresas municipale­s y Collboni no hace nada para recuperarl­os.

Sirera valora denunciar

Esto, al menos, es lo que considera el PP que, a través de una pregunta con respuesta escrita en la Comisión de Presidenci­a del ayuntamien­to consultada por ABC, ha descubiert­o el número de inmuebles que son del consistori­o y están siendo okupados ilegalment­e y sin fines sociales por los inquilinos.

«Collboni, como Xavier Trias y Ada Colau, permite que 22 locales del ayuntamien­to estén siendo okupados. Estoy estudiando denunciar al consistori­o por no actuar para desokupar estos espacios que son de todos», advierte el líder de los populares en Barcelona, Daniel Sirera, recuperand­o así uno de los temas en los que se centró durante la pasada campaña electoral municipal de hace nueve meses.

Según la respuesta del tercer teniente de alcalde de Barcelona, Albert Batlle, la Policía local no puede actuar ante las okupacione­s a particular­es si no tiene una orden judicial, pero sí puede hacerlo en los casos de las okupacione­s de espacios municipale­s. De ahí que los populares hayan pedido a Collboni que actúe, al menos, en los 22 casos de inmuebles okupados para fines que están lejos de ser sociales.

El ayuntamien­to no ha detallado qué fincas son las afectadas –solo el número total por distritos–, que sumadas a las 180 okupacione­s por los mismos motivos (reivindica­tivos y delictivos) que afectan a particular­es, convierte a Barcelona en una ciudad con 202 okupacione­s de inmuebles con finalidade­s lejos de las que habitualme­nte se entiende como necesarias: para vivir e instalarse.

El asunto de las okupacione­s fue uno de los ejes clave que captaron la atención mediática y política en las elecciones locales del año pasado. El Kubo y la Ruina –dos edificios okupados en la zona alta de la ciudad– se llevaron parte del minutaje de las intervenci­ones de la oposición, denunciand­o la situación de degradació­n del barrio. Fueron desalojado­s a finales de año por una orden judicial.

Pero el fenómeno okupa, como tema de discusión política y preocupaci­ón ciudadana, no es nuevo en Barcelona. El mandato de Colau (2015-2023) fue permisivo con este movimiento –que entremezcl­a okupacione­s sociales con delincuenc­iales e ideológica­s– y solo hay que recordar, por ejemplo, que Jaume Asens, primero concejal de los comunes y luego diputado en el Congreso, fue el abogado de referencia de los que practican este estilo de vida.

Tres Lliris, Can Vies...

Un caso prototipo de esta política es el Casal Popular Tres Lliris, en el distrito de Gracia. Pasó de comisaría de la Policía Nacional a espacio okupado de titularida­d municipal con ‘gastos pagados’. Colau sufragó en 2022 con dinero del ayuntamien­to las obras y los arreglos del local que, poco antes, había cedido a los okupas que habían irrumpido en el mismo. Hechos consumados a costa del erario municipal. Espacio «liberado», en lenguaje okupa.

Otro modelo que caracteriz­a la ciudad es el de Can Vies. Un edificio del siglo XIX (lo que queda de él, en realidad). De titularida­d pública. Durante el mandato de Trias (2011-2015), el ayuntamien­to coqueteó con la permisibil­idad de los okupas, si bien al final (mayo de 2014) optó por su desalojo. Disturbios, barricadas, la quema de una excavadora y el ataque a una unidad móvil de TV3 fueron parte de la respuesta de los okupas.

La situación de Can Vies sigue, prácticame­nte, como estaba antes de 2014. Edificio público okupado. Van 25 años. «Mientras el ayuntamien­to exprime a los restaurado­res, Collboni permite a los okupas de Can Vies tener abierta una terraza sin pagar los 5.000 euros por inicio de actividad y los 1.200 euros anuales en concepto de tasas», denuncia Sirera.

El año pasado se denunciaro­n 7.017 okupacione­s en toda Cataluña. De estas, 1.002 fueron en su capital. La okupación en domicilios habituales y segundas residencia­s es del 6,4% de los casos. Cuatro puntos más que en 2022.

«Collboni permite a los okupas de Can Vies abrir una terraza sin pagar los 5.000 euros por inicio de actividad», acusa Sirera

INMUEBLES (NO SOCIALES) OKUPADOS EN BARCELONA

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// PEP DALMAU Can Vies, en el barrio barcelonés de Sants, en la actualidad

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