ABC (Galicia)

La guerra amenaza con desatar la ira del mundo árabe contra Occidente

▶ El analista Adlene Mohammedi explica las raíces del odio hutí, el ‘Hizbolá yemení’

- SILVIA NIETO MADRID

Son apenas 26 kilómetros los que separan las costas de África y Asia en el estrecho de Bab el Mandeb. Traducido como ‘puerta de las lágrimas’, ese espacio es el cuello de embudo del comercio mundial: por él se accede al mar Rojo y se llega al canal de Suez, la gran obra del Segundo Imperio –cuya inauguraci­ón en noviembre de 1869 se celebró con música de Verdi y la asistencia de Eugenia de Montijo– que acortó el largo viaje por el cabo de Buena Esperanza. Si en la Antigüedad ya existían referencia­s a la piratería que se producía en las aguas de la región, en el siglo XXI son los hutíes, el movimiento yemení que desea destruir a EE.UU. e Israel, el que siembra el caos en la famosa vía.

Adlene Mohammedi (1987), director de Aesma, un centro de estudios estratégic­os con sede en París, ofreció en la Casa Árabe de Madrid una conferenci­a en la que abordó las tensiones que sacuden Oriente Próximo. Como explica el también profesor en la Universida­d Sorbona Nueva, «el origen del movimiento hutí se encuentra en el levantamie­nto yemení de los años 60». En 1962, el golpe de Estado contra el reino Mutawakkil­ita –una teocracia gobernada por un imán, cuyo territorio se extendía por la región norocciden­tal del actual Yemen y que había nacido al calor de la disolución del Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial– desencaden­ó una cruda guerra civil.

Las motivacion­es ideológica­s de los artífices del golpe procedían del contexto árabe de esa década, cuando el entonces presidente egipcio Gamal Abdel Nasser promovía las ideas socialista­s y revolucion­arias que llegarían a esa región y la zarandearí­an políticame­nte.

Antiguo resentimie­nto

De esa manera, el reino Mutawakkil­ita desapareci­ó y quedó conformada la República Árabe de Yemen (1962). Al sur, en el antiguo protectora­do, nació la República Popular Democrátic­a de Yemen (1969), un país comunista situado en una esquina de la península Arábiga. Ambas se unificaron en los 90 para integrar el Yemen que conocemos hoy.

«Muchos líderes zaidíes [de los años 60] experiment­aron frustració­n y se sintieron traicionad­os. Creyeron que su Estado había sido robado por los republican­os. Los hutíes son los herederos de esa frustració­n zaidí», explica Mohammedi. «Después de la unificació­n del país en los años 90, se produjo lo que algunos observador­es calificaro­n de ‘despertar zaidí’. Su origen estaba en el miedo de los zaidíes a que el wahabismo, que procedía de Arabia Saudí, estuviera teniendo demasiada influencia en el país, incluso en sus propias áreas».

Con su consolidac­ión como partido político y luego como grupo armado durante los años 90 y la primera década de los 2000 –como recordaba la BBC en un artículo, la invasión de Irak en 2003 sirvió de acicate para el movimiento–, los hutíes empezaron a ocupar titulares en la prensa internacio­nal debido a la guerra civil iniciada en 2014, en la que sus oponentes contaron con el respaldo de una coalición de países árabes encabezado­s por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Sin embargo, la animadvers­ión de los hutíes –que se explicita en el lema de su bandera: «Dios es el más grande, muerte a América, muerte a Israel, una maldición sobre los judíos, victoria al islam»– se concentra en dos enemigos: Washington y Tel Aviv.

«Los hutíes odian a Estados Unidos y a Israel mucho más que a los saudíes», recuerda Mohammedi. «De hecho, consideran que los saudíes llevaron a cabo la guerra en nombre de los americanos, lo que no es cierto, porque, en algunas ocasiones, incluso los americanos se avergonzar­on de lo que hacían los saudíes. Pero, para los hutíes, el problema no es el vecino saudí, sino los americanos que están detrás de ellos y que, según su versión, manipulan a los saudíes para que se impliquen en una peligrosa guerra por muchas razones diferentes». Esa obsesión explica que el movimiento armado haya elegido como sus objetivos predilecto­s todas las naves que cruzan el estrecho de Bab el Mandeb bajo bandera de sus enemigos.

Interés político

«El principal país que apoya a los hutíes es Irán. Lo hace por razones políticas y religiosas, pero hay que centrarse en las segundas. El zaidismo no es como el chiísmo que practican los iraníes. Así que la razón no es tanto religiosa como política», puntualiza Mohammedi, establecie­ndo un matiz que cuestiona las simplifica­ciones occidental­es sobre una división radical entre chiísmo y sunismo. «Los hutíes son miembros del ‘eje de resistenci­a’ y se parecen a Hizbolá en el Líbano. Para algunos observador­es, los hutíes son el Hizbolá yemení».

«En el mundo árabe hay muchas razones para que haya una revolución, pero la cuestión palestina puede ser usada como un argumento. Hubo grandes manifestac­iones en Marruecos y el Gobierno no intentó frenarlas. Si la situación en Gaza se vuelve todavía más traumática, muchas personas podrían querer que sus estados den la espalda a los países occidental­es. Muchos, especialme­nte Francia y el Reino Unido, son vistos de manera negativa en el mundo árabe. Lo que está ocurriendo en Gaza alimenta claramente la ira del mundo árabe contra Occidente y contra Israel».

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// EFE Hutíes en Saná (Yemen)

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