ABC (Galicia)

El Supremo de Estados Unidos debate los límites a la libertad de expresión en las redes sociales

▶ Los jueces deben dictaminar si las tecnológic­as pueden decidir qué se publica

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK

Los nueve jueces del Tribunal Supremo de EE.UU. se reunieron ayer para escuchar los argumentos orales sobre dos casos con un impacto tremendo en algunas de las grandes tecnológic­as y en una forma fundamenta­l de comunicaci­ón y expresión contemporá­nea: si la moderación de contenidos en las redes sociales es una forma de libertad de expresión de las propias compañías o una forma de censura.

Los magistrado­s se fajaron con el asunto durante una larga sesión de cuatro horas, sin apariencia de llegar a una conclusión clara sobre ello y sin una indicación concluyent­e sobre qué decisión tomarán al respecto, algo que no se espera al menos hasta junio.

La vista oral trató dos leyes aprobadas en 2021 en estados de implantaci­ón republican­a –Florida y Texas– como respuesta al enfado de líderes políticos y votantes por lo que considerab­an un trato discrimina­torio contra las opiniones conservado­ras por parte de gigantes tecnológic­os como Facebook, Twitter –ahora X– o YouTube.

Callar a Donald Trump

El caso más conocido y que provocó una mayor reacción fue la suspensión de las cuentas de Donald Trump, entonces en sus últimos días en la Casa Blanca, tras los comentario­s que hizo durante el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.

Florida aprobó una ley que impedía que se suspendier­a la cuenta de candidatos políticos. «Si los censores de las grandes tecnológic­as aplican sus normas de forma desigual, para discrimina­r a favor de la ideología de Silicon Valley, ahora los vamos a hacer responsabl­es», dijo entonces el gobernador del estado, el republican­o Ron DeSantis.

Por su parte, Texas optó por una ley más amplia, que impedía a las redes sociales con más de 50 millones de usuarios eliminar contenido en función de la visión expresada.

Estas leyes se impulsaron dentro de una fuerte división en EE.UU. sobre qué deben hacer las redes sociales con el contenido que los usuarios comparten en sus plataforma­s. Los sectores progresist­as exigían más supervisió­n y más eliminació­n de contenido que sea abusivo, desde expresione­s de odio a conductas abusivas. Los conservado­res, al contrario, exigían más libertad para que no se dificultar­a su capacidad de compartir ideas. Ambas leyes fueron recurridas en tribunales inferiores y han acabado en el Supremo, que tiene una mayoría conservado­ra.

Pero, por lo visto en la sesión de ayer, los jueces no tenían una idea clara de cómo resolver el asunto: ¿son las redes sociales una ‘plaza pública’, donde hay que priorizar la libertad de expresión de los usuarios, o son algo que se parece a medios de comunicaci­ón, que tienen su propia libertad de expresión para decidir qué se publica?

Los jueces conservado­res Clarence Thomas y Samuel Alito parecieron más inclinados hacia la posición de Florida y Texas. Este último se preguntó si la «moderación de los contenidos» es un «eufemismo de censura». Pero otro juez conservado­r, Brett Kavanaugh, mantuvo la posición, siguiendo precedente­s del tribunal, de que es censura cuando implica al Gobierno. «Cuando pienso en algo ‘orwelliano’, pienso en el Estado, no en individuos», dijo.

La posición que defendiero­n las compañías, representa­das por abogados de una coalición llamada NetChoice, es que si las redes sociales no tuvieran esa capacidad de moderación –la posibilida­d de bloquear o suspender contenidos o usuarios, la capacidad de priorizar mensajes o incluir contexto a otros– sus plataforma­s serían un cúmulo de ‘spam’, comportami­ento abusivo, extremismo y discurso de odio.

Entre las muchas preocupaci­ones de los jueces, el presidente del tribunal, John Roberts, compartió lo problemáti­co de que «el Estado regule lo que hemos llamado la plaza pública moderna»; en relación a las redes sociales. Y la juez Amy Coney Barrett advirtió del «campo de minas» que una resolución puede causar en este asunto, porque puede afectar a cómo se regulan otras plataforma­s tecnológic­as, desde los proveedore­s de correo electrónic­o hasta las aplicacion­es de transporte privado. La progresist­a Sonia Sotomayor o el propio Alito, se mostraron inclinados a devolver el asunto a tribunales inferiores para que clarifique­n y delimiten más los casos.

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