EL REVERSO OSCURO DE LA REVOLUCIÓN VERDE: LOS ABUSOS DEL COBALTO
La mitad de las reservas de ese valioso mineral se encuentra en la República Democrática del Congo, donde la extracción descontrolada y sin garantías agrava las penurias de la población y de los mineros artesanales, que no se benefician apenas de la rique
La abundancia de recursos no siempre supone una garantía de paz y prosperidad, pues la riqueza que es codiciada por otros puede convertirse en una fuente de violencia, guerra y desigualdades. Con una superficie que supera los dos millones de kilómetros cuadrados, la República Democrática del Congo (RDC) es un trágico ejemplo.
«La región de Katanga, en el extremo suroriental del Congo, posee más reservas de cobalto que el resto del planeta junto», explica Siddharth Kara en su libro ‘Cobalto rojo. El Congo se desangra para que tú te conectes’ (Capitán Swing, 2023), en el que describe de forma pormenorizada cómo ese mineral se extrae en condiciones miserables y cómo su explotación no contribuye a la mejora del modo de vida de la población local. «Ninguna empresa quiere admitir que las baterías recargables que se utilizan para teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores portátiles y vehículos eléctricos contienen cobalto extraído por campesinos y niños en condiciones peligrosas», subraya en su trabajo.
Lo cierto es que, en el contexto actual, el cobalto se ha convertido en la piedra filosofal de la economía del futuro. En 2020, la Unión Europea aprobó el Pacto Verde Europeo, una guía para lograr la transición verde, en la que el uso de coches eléctricos resulta clave. Por su parte, en abril de 2023, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció un plan de acción para que el 67% de los coches vendidos en 2032 sean eléctricos. Según la Agencia Internacional de la Energía, en 2022 se vendieron más de diez mi
República Democrática del Congo llones de coches eléctricos; un 14% de los nuevos coches vendidos en el mundo fueron eléctricos; y China lideró el sector, pues vendió el 60%.
Paradojas del progreso
«Ante la emergencia climática, que produce violaciones de derechos humanos, surge la preocupación por parte de gobiernos, corporaciones e inversores, que quieren dejar los combustibles fósiles y llegar a energías más limpias», explica Cecilia Denis, portavoz de Amnistía Internacional. «Por ello, se produce la transición energética. Como las energías renovables no pueden producir toda la energía necesaria, se emplean las baterías, que la demanda de una serie de minerales como el níquel, el cobre o el cobalto. Pero lo que pasa es que se están produciendo nuevas violaciones de derechos humanos»,
Dotada de extraordinarios recursos naturales, la RDC ocupa un puesto bajo en el Índice de Desarrollo Humano (179) y su esperanza de vida se sitúa los 59 años, según datos de 2021 del Banco Económico Mundial. La escolarización es todavía frágil y el tejido sanitario, insuficiente. Sin embargo, la corrupción es elevada, pues el país, presidido por Felix Tshisekedi, ocupa el puesto 162 de los 180 medidos por Transparencia Internacional.
Aunque resulte paradójico, la pobreza del Congo no se puede entender sin conocer la extraordinaria riqueza natural que alberga. Dividido por el ecuador, las selvas que crecen en el norte desaparecen en el sur, donde se extienden las sabanas, cuyos suelos rojizos y polvorientos se tiñen por los minerales –como el hierro y el óxido de cobre– que se esconden a escasos metros de profundidad. Tan pocos, que basta con una pala y cierta pericia para hallar las menas de heterogenita, de las que, tras ser enviadas a una refinería, se extrae el cobalto.
«El cobalto es un elemento químico perteneciente a los metales de transición. Es de origen natural y se encuentra en rocas, tierra y agua, y presente en el aire. La corteza terrestre posee el 0,003%, frente al 0,01% del níquel. Es muy duro y resistente. Tiene propiedades ferromagnéticas y se comporta de manera muy parecida al hierro y al níquel», describe por teléfono Íñigo Pérez-Baroja, decano del Ilustre
Colegio Oficial de Químicos de Madrid. «La heretogenita es un mineral de óxido de cobalto, muy opaco, de color negro o rojizo. Tiene una dureza entre 3 y 5 de la escala Mohs y es muy soluble en ácidos», dice el experto.
En líneas generales, el uso del cobalto ha logrado que las baterías duren más, por lo que los coches eléctricos pueden recorrer más kilómetros sin tener que ser cargados, lo que durante mucho tiempo supuso un freno para que su industria se desarrollara. «Una batería funciona por una reacción redox, por la que los electrodos (cátodo y/o ánodo), de manera reversible y en presencia de un electrolito, se ceden o absorben electrones, liberando energía. La presencia de cobalto mejora el rendimiento de la autonomía de la batería por su alta densidad energética», añade el químico.
Aunque no se puede ignorar la historia –la violencia a la que fue sometido el territorio desde finales del siglo XIX por Bélgica y luego, en el XX, por dictadores como Mobutu y los Kabila–, comprender la cadena de explotación de la minería permite analizar la miseria del presente. En su libro, Kara distingue entre la minería artesanal –una práctica que perpetúa la pobreza e incrementa los riesgos para los mineros, pues se lleva a cabo en ausencia de medidas de seguridad y de material apropiado– y la minería industrial –Amnistía Internacional denunció en un informe de 2023 cómo este último tipo ha provocado graves violaciones de derechos humanos, pues la ampliación del terreno de las minas se lleva a cabo desplazando a las poblaciones locales y hostigándosuponen
las con violencia– y, además, desvela la ambigüedad que separa a ambas.
«Aunque se diga lo contrario –afirma con firmeza Kara–, es prácticamente imposible separar el cobalto artesanal de la producción industrial».
Aunque la minería artesanal provee al mundo del 30% del cobalto que se utiliza anualmente, la retribución que reciben los congoleños de a pie no se corresponde con la riqueza que genera su materia prima. La heterogenita se introduce al mercado del siguiente modo: primero, los mineros artesanales (‘creuseurs’) obtienen la mena con herramientas rudimentarias y se la venden a intermediarios; después, los intermediarios la venden a las casas de compra (‘maisons d’achat’); por último, comienza un largo proceso industrial que acaba con el cobalto en las baterías y que mueve cifras multimillonarias cada año.
Con cada paso, la materia prima extraída con esfuerzo y en malas condiciones se dota de más valor, pero los mineros artesanales apenas ganan unos pocos dólares al día. El escenario en el que se concentra esta práctica se localiza en un punto del mapa con unas características especiales.
La provincia minera
Situada en la mitad meridional de la RDC, la región de Katanga –Shaba en tiempos de Mobutu, obsesionado con deshacerse de los viejos topónimos belgas, pero no tanto con la prosperidad de su pueblo– ha tenido una trayectoria distinta dentro de las que componen el país en la actualidad. En términos administrativos, Katanga hoy se divide en cuatro provincias: Tanganika, Alto Lomami, Lualaba y Alto Katanga, donde se encuen
LA MINERÍA ARTESANAL SE REALIZA DE FORMA PRECARIA, EN CONDICIONES QUE DAÑAN A MINEROS MAL PAGADOS Y EXPUESTOS A NUMEROSOS RIESGOS
el Cinturón del Cobre, un extenso territorio que cruza la frontera con Zambia y que «contiene ingentes riquezas minerales, entre ellas el 10% del cobre del mundo y cerca de la mitad de las reservas mundiales de cobalto», puntualiza Kara.
El cobre siempre ha sido un mineral valioso. De su aleación con el estaño resulta el bronce, con el que los seres humanos comenzamos hace unos cinco mil años a fabricar armas, utensilios y herramientas resistentes, además de sortijas, hebillas, máscaras mortuorias y hermosas estatuas que hoy se exponen en los museos, como muchas de las que se han conservado de la Antigua Grecia. Pero, además, no hay que olvidar, como recuerda Kara, que parte del cobre para fabricar las balas y la artillería empleadas en las grandes guerras del siglo XX procedía del Congo Belga.
De hecho, las llamadas cruces de Katanga, con forma de aspa y utilizadas en los siglos XIX y XX, se fabricaban con cobre y se empleaban como moneda en esa región que hoy
Arriba, una mujer y una niña buscan cobalto en Lubumbashi (en la República Democrática del Congo). Abajo, en la misma ciudad, un hombre carga con el mineral pertenece al extremo sur de la RDC.
Por otro lado, en el caso del cobalto, su historia ha sido más modesta, aunque en absoluto secundaria. De manera tradicional, el cobalto se ha utilizado para teñir de azul cerámicas o telas, o para crear pigmentos luego aplicados en pinturas al óleo. Por ejemplo, el azul del manto de la Virgen de los cuadros de Mutra rillo contenía parte de ese mineral.
«El cobalto se ha empleado desde el Neolítico como pigmento permanente en vidrio y cerámica. De hecho, en la tumba de Tutankamón encontraron un objeto de cristal coloreado de azul que contenía cobalto», recuerda Pérez-Baroja. «También se utiliza en aleaciones y superaleaciones, como material en brocas y aislante de vidrio, como secante de pinturas o en la catálisis del petróleo. Uno de sus isótopos se usa en el tratamiento de algunos tipos de cáncer», comenta.
«Estamos siendo de alguna manera cómplices inconscientes de la explotación que se está produciendo», lamenta Denis, recordando que Amnistía Internacional ya ha denunciado las violaciones de derechos humanos que se cometen en los procesos de minería artesanal e industrial a través de dos prolijos informes. «Se ha comprobado que hay trabajo infantil, que ganan uno o dos dólares en una jornada de trabajo, que no tienen los medios de producción que necesitan, y tampoco tienen establecido un buen sistema de tratamiento de residuos, con lo que se produce una gran contaminación en la zona», afirma.
Con alrededor de 112 millones de personas, el futuro de la RDC marcará de manera decisiva el futuro de África. Ahora que resuenan de nuevo tambores de guerra en la frontera con Ruanda, una tierra castigada vuelve a sufrir la amenaza de la violencia.