Los murales de Olmos de Lugrís, un paso más cerca de ser Bien de Interés Cultural
▶ La asociación coruñesa O Mural denuncia que la decisión llega tarde y lamenta su posible desplazamiento
Tras varios años de conflicto, finalmente se desbloquea una de las cuestiones más peliagudas no solo del patrimonio cultural herculino, sino de la Comunidad entera. Ayer, tras anunciarse el martes las ofertas al juzgado para adquirir los murales del artista Urbano Lugrís de la calle Olmos de La Coruña, la Xunta y el consistorio municipal anunciaron el inicio del trámite para su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC). De este modo, se cumple no solo uno de los compromisos del gobierno de Inés Rey, sino también una de las demandas de las asociaciones culturales de la ciudad, que llevan más de dos años denunciando el mal estado de conservación de las obras y pidiendo su recuperación. Critican, además, que se trata de una decisión que llega «tarde» porque la situación de los murales es «muy grave», y lamentan su posible desplazamiento a otro lugar.
En 1951, Urbano Lugrís, uno de los artistas más significativos de la Galicia del siglo XX, pintó un mural compuesto por doce piezas para el primer restaurante a la carta de la ciudad herculina, el Fornos, que abrió sus puertas en 1873 en los bajos de los edificios número 25 y 27 de la calle Olmos. Desde entonces pasó por varias manos, estando cerrado entre 2011 y 2013, hasta que la empresa privada Alameda Ordes lo reabrió como un restaurante hasta después del confinamiento, una sociedad que ahora se encuentra en concurso de acreedores.
El 15 de febrero se publicó en el Boletín Oficial del Estado el inicio del procedimiento para el concurso de estos murales, con un precio inicial de 30.000 euros, a la que, según trascendió el martes, que se han presentado 4 ofertas. Una es de la Xunta, por un valor de 35.000 euros; otra, de un particular, por 36.000; la más alta, de 40.100, de Polar Arte S.L.; y la primera fue la de una empresa privada interesada en adquirir los edificios anexos, por 30.000.
En este contexto, ayer la Xunta de Galicia comunicó que, junto con el Concello de La Coruña, puso en marcha el trámite para la declaración de los murales como BIC, para «dar la máxima protección patrimonial a las obras en base a su valor artístico», y «teniendo en cuenta el interés común por mantenerlas» en la urbe «en el marco del actual proceso concursal el marcha» y ante la «posibilidad de que sigan siendo públicas».
El Ejecutivo autonómico, además, indicó que comenzó este trámite tras recibir el día anterior, martes, los informes del consistorio municipal, que están siendo evaluados «para que se pueda hacer la incoación del expediente», tal y como declaró ayer el conselleiro de Cultura en funciones, Román Rodríguez, y recogió Ep. Esta sería, explicó, la «mayor garantía» para conservar la «integridad, la localización geográfica y el acceso público a estos murales» aunque la Administración gallega no resulte adjudicataria del concurso, quien remarcó que su objetivo es llevar las doce piezas al Museo de Bellas Artes de la ciudad para que «se mantengan en Galicia». Además, reconoció que confiaban en que la oferta que presentó el Ejecutivo fuese la más alta y que no contaban con una superior, apostillando que «es difícil acertar» con cuestiones así.
Más de un año perdido
Desde la asociación O Mural, que lleva peleando desde el 2021 por la intervención de las administraciones para la correcta conservación de las obras, reconocen que la noticia es «motivo de alegría», pero recuerdan que se perdió un año y dos meses desde que le solicitaron formalmente a la Xunta, en diciembre de 2022, que iniciase los trámites para su declaración como BIC. Ahora, «la situación material de los murales es muy grave», explica su portavoz, Rodrigo Osorio, que incide en que en el informe realizado por el Concello en enero del año pasado ya reflejaba el mal estado de las piezas, que variaban entre ‘supercrítico’ o, las que mejor estaban, ‘regular o malo’. «Un año y dos meses en el que los murales sufrieron reiterados daños por las lluvias, las filtraciones y los hongos», destaca, pues- to que, tras el cierre del local, el edificio ha ido deteriorándose, y cuenta con varias aperturas por las que se cuela la lluvia. De hecho, el arquitecto y presidente de la asociación, Marcos Samaniego, explica que «la entrada continua de agua» ha afectado a las vigas empotradas y a la propia integridad del inmueble. «Las cabezas de las vigas están metidas entre piedras y tierra», un punto débil de la estructura por donde se pudre la madera, «y lógicamente llega un momento en el que ya no resisten su peso y pueden colapsar, y una vez que cae una, caen todas», un riesgo que también afecta a los edificios colindantes y a los viandantes.
Desde la asociación critican, además, su posible traslado al Museo de
Bellas Artes de La Coruña, como pasó con otro mural de Lugrís, de la calle Real, que finalmente se traspasó a unas oficinas de Abanca, y recuerdan que el gobierno de Inés Rey se comprometió en el punto 94 del programa electoral de las municipales de 2023 a la «Recuperación de los murales de la Calle Olmos, conseguir la declaración BIC y crear en Fornos el Espazo Urbano Lugrís». «Uno de los criterios de la UNESCO es que los frescos, siempre que sea posible, tienen que estar en el lugar en el que se pintaron», explica Osorio, algo que en este caso gana más peso al estar los murales sobre unas arcadas o bóvedas que siguen la arquitectura del edificio. Lo que deberían hacer, añade, es «declarar BIC todo el espacio» para que «podamos disfrutarlos en el lugar en el que los ideó Lugrís».
Su esposa, Isabel Meléndez Hevia; sus hijas, Patricia y Ana; hijos políticos, Íñigo Pérez-Baroja Verde y Diego Serrano González; sus nietos, Carola, Irene, Guille, Yago y Vera; hermanos y demás familia.
La capilla ardiente está instalada hoy jueves en el tanatorio de La Paz (Tres Cantos) sala 8.
La ceremonia de incineración tendrá lugar en el mismo tanatorio de La Paz mañana viernes, día 1 de marzo, a las once horas.