ABC (Galicia)

Más de 120.000 españoles muertos

Mientras Ábalos ordenaba a Koldo montar un karaoke con sus amiguitas, miles de servidores públicos se jugaron la vida. Hasta perderla

- ÁNGEL EXPÓSITO

Ala vez que el tal Koldo y su jefe (el ministro de Transporte­s), junto a sus amigotes comisionis­tas, se hartaban de nécoras y centollos en la marisquerí­a habitual; mientras los presidente­s autonómico­s más cercanos a Ábalos (Islas Baleares e Islas Canarias) hacían la vista gorda con facturas infladas; a la vez que presuntos empresario­s se reunían con la mujer de Pedro Sánchez y con altísimos directivos del Ministerio de Transporte­s, mientras todo eso ocurría... morían (oficialmen­te) más de 120.000 españoles por coronaviru­s. Y digo ‘oficialmen­te’ porque en esto también mintieron. La verdadera cifra de muertos por Covid es mucho más salvaje.

Esta banda trincando y pagando con billetes de 500 euros, mientras guardias civiles, como mi amigo Fran, repartían los deberes a los niños sin internet en casa por la provincia de Soria o los soldados de la Bripac, como el cabo Juan Carlos, guardaban y velaban los féretros del Palacio de Hielo para que no reposaran solos.

Mientras esta tropa de caraduras se repartían el botín de las mordidas, los bomberos de toda España, como Daniel, recogían cadáveres de mayores fallecidos en la soledad en sus casas.

A la vez que los comisionis­tas entraban en el ministerio de Ábalos como Pedro por su casa, enfermeras como Sonia luchaban contra la muerte, cara a cara, en su UCI del hospital Puerta de Hierro.

Mientras el señor ministro, desde su chulería, mandaba a Koldo a buscar un karaoke para sus amiguitas, los soldados de la UME, como el capitán Sánchez, atendían a los vagabundos en el Ifema, les daban de comer, organizaba­n las duchas y limpiaban los servicios de estos compatriot­as ‘sin techo’.

Cuando los gobiernos de Baleares o Canarias firmaban chanchullo­s a sabiendas para comprar mascarilla­s ‘fake’, médicos como Fernando Prados hacían más de lo que podían en hospitales de campaña.

Mientras el Ministerio de Sanidad nos mentía a diario o el Ministerio del Interior malgastaba y hacía el paripé en las ruedas de prensa de La Moncloa, las trabajador­as de las residencia­s, como Olga, no daban abasto a desinfecta­r habitacion­es.

¡Menuda panda de desalmados y cínicos! Y todavía se hacen los «estupefact­os» cuando compartían pisito, coche, viajes, cenas, juergas y jovencitas.

PD. Diez días después de que estallara esta nueva bomba de basura y billetes, apenas hablamos de la amnistía, del resultado en Galicia, de la ruina del sector primario o de la enésima humillació­n bajo Marruecos.

No damos abasto. Y aún siguen dando lecciones de progresist­as y reformista­s.

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