Casar a los hijos menores como salida: una forma de trata que aflora en España
▶ El «secreto» que contó una niña de 12 años a sus amigas la salva de un matrimonio forzado, un delito sin visibilidad en España ▶ Perseguir esta forma de trata es complicado, dice la Guardia Civil, que pide colaboración
El matrimonio forzado es una de las formas de desigualdad, violencia de género (porque afecta mayoritariamente a niñas y mujeres) y de trata más crueles que existen. Así lo acaba de recoger Europa en su directiva contra la trata, que ha sumado este delito que está más expandido de lo que parece y sobre todo arraigado en determinadas culturas.
En España, esta misma semana se ha conocido el último caso. El secreto desvelado por una niña rumana de 12 años en Malagón (Ciudad Real) a sus amigas ha destapado lo que parecía un destino ya grabado en sus carnes: su madre y su padrastro, ambos detenidos, la iban a vender por 3.000 euros a otro matrimonio rumano de Baza (Granada) para casarla con su hijo de 16 años y regresar a su país. ¿El objetivo? El más común de todos, salir de una penosa situación económica. Pero estos casos «invisibilizados en nuestro país» y con datos exiguos en el Ministerio del Interior, como demuestra el balance de trata facilitado a ABC, son difíciles de detectar e investigar, incide la teniente Paula Matutano de la Guardia Civil, por lo que pide colaboración ciudadana.
«Es muy complicado dar con esas niñas, es un gran hándicap que tenemos, porque creemos que es propio de otras culturas, pero siguen ocurriendo en nuestro país», dice la teniente, que aporta el precio que se les pone a las vidas de estas menores de 18 años: «Entre 3.000 y 15.000 euros» por cada una.
La teniente de la Benemérita cuenta a este periódico que solo en el caso de confesión por el o la menor (hasta ahora, en España los casos son femeninos) o de detección por parte del entorno se puede llegar a frustrar un enlace de este tipo, amplificado en nuestro Código Penal como forma de trata
En su asociación Acesop, esta referente de la comunidad pakistaní acoge y auxilia a jóvenes que rechazan matrimonios concertados por sus familias, bajo amenazas de muerte
La ONG española Plan Internacional ha creado mostradores de ayuda a la infancia en numerosos países donde el matrimonio infantil es una práctica común. En el estado nigeriano de Borno ayudó a Hadiza, de 14 años
desde 2015. Matutano recuerda el caso de un dependiente de comercio que pudo abortar la boda forzada de una niña porque escuchó a su padre recordarle que no iba a ir más al colegio porque su casamiento estaba planificado. Los directores y profesores en los colegios son los otros grandes detectores de este delito, cuando oyen comentarios o denuncian la falta continuada de los menores a la escuela. Este patrón se repite en casi todos los casos, como es lógico, porque la intención de los familiares que conciertan la boda es desescolarizarlos y que estrenen otra vida junto a su cónyuge.
En el corazón del Raval
Solo hay un Cuerpo policial en España con un recuento especial de estos casos, los Mossos d’Esquadra. Su balance roza los 200 desde 2009, siendo así Cataluña donde más se registran. Sobre todo, entre la comunidad pakistaní, tal y como constata Huma Jamshed. En su asociación, en el corazón del Raval (Barcelona), tiene acogida a Bisma, una joven de 20 años, a quien, tras rechazar una unión concertada, su madre le rapó la cabeza «como castigo para que la vean fea», explica Jamshed. Pero ese no fue el motivo que la llevó a formalizar una denuncia ante la Policía, sino que la pareja de su progenitora violase a su hermana menor.
El individuo se encuentra en prisión provisional y ahora ella trabaja en un supermercado. Es una de las mujeres que ha encontrado refugio en Acesop –donde la llevaron los mismos Mossos–. Lugar en el que, el pasado julio, Huma auxilió a Anisa, también de 20 años, tras haber sido forzada por su padre a contraer matrimonio en Pakistán, bajo amenazas de muerte. En los bajos de la calle de las Flores de Barcelona estuvo escondida cinco días. La única condición de Huma para ayudar a estas jóvenes es que denuncien. «Si no, no sirve de nada», apunta. Tras años de experiencia, sabe que no es fá
Fanna, madre de Hadiza Quiso casar a su hija a los 12 años
«Pedí a mi hija que dejara la escuela porque no tenía dinero para mantenerla. Tengo otros seis hijos. Mi intención era casarla con cualquier hombre interesado en ella»
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