Demanda contra Dinamarca por esterilizar a miles de niñas inuit
▶ Más de cien mujeres denuncian al Estado danés por implantar diu sin consentimiento
Un día de 1976, cuando tenía 14 años, la maestra de la escuela en Maniitsoq, al suroeste de Groenlandia, llevó a todas las niñas de la clase a un chequeo médico. Un ginecólogo danés les insertó un diu (dispositivo intrauterino) sin haber informado antes a las niñas ni a sus padres y sin consentimiento. «Pasé miedo, en realidad quería defenderme, pero estaba paralizada», relató recientemente Naja Lyberth en una programa de radio danés, en el que por primera vez hablaba de un tema que durante décadas fue en tabú para aquellas niñas.
Los diu utilizados eran más grandes que los modernos y no estaban destinados a mujeres que aún no habían dado a luz a un niño. «Sentía como si tuviera cuchillos dentro de mí cada vez que tenía la regla, tenía mucho dolor», describió, y relató que no fue hasta después de casarse cuando supo lo que había ocurrido. Al testimonio de Naja respondieron decenas de mujeres inuit, que llamaron a la emisora contando que habían sufrido la misma experiencia. 143 de ellas acaban de presentar una demanda contra el Estado danés.
Más plazas en los colegios
Debido a que estaba aumentando la población en la colonia de Groenlandia, lo que a su vez ocasionaba grandes gastos presupuestarios en plazas de colegios y guarderías, la metrópoli danesa decidió llevar a cabo varias campañas de anticoncepción.
Sólo entre 1966 y 1970, a unas 4.500 niñas y mujeres groenlandesas se les implantó el diu, lo que en ese momento correspondía a la mitad de las mujeres fértiles. La tasa de natalidad se redujo a la mitad en sólo siete años. En algunas zonas de la isla, no nació un sólo niño durante una década. En el Parlamento danés, el ministro de Groenlandia, Arnold Norman, elogió el éxito de la campaña y defendió un paso más. En 1970, el parlamento legalizó en Copenhague lo que se venía practicando al margen de la ley: las niñas menores de edad podían ser objeto de medidas anticonceptivas sin el consentimiento de ellas ni de sus tutores legales. El programa no fue cuestionado hasta 1974, cuando recibió las primeras críticas en una conferencia de la ONU en Bucarest.
La planificación familiar forzada en las colonias fue condenada como una violación de los derechos humanos. En las décadas de los años 80 y 90, los ginecólogos groenlandeses comenzaron a encontrar de forma masiva dispositivos diu en mujeres que no eran conscientes de tenerlos implantados. A partir de ese momento, Dinamarca puso fin oficialmente al programa de anticoncepción, pero de hecho se siguieron manteniendo estas prácticas en varias áreas de Groenlandia.
Ahora, cada una de las 143 mujeres que se han sumado a la demanda exige una indemnización equivalente a 40.000 euros, lo que supone unos 2,7 millones de euros en total. El monto de la demanda ha sido calculado en base a la práctica del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, donde finalmente podría terminar la demanda. Se trata de una compensación simbólica por los daños físicos causados y por los niños que las afectadas nunca han podido tener.
La primera ministra danesa, la socialdemócrata Mette Frederiksen, todavía no ha hecho comentarios al respecto. Solamente la ministra de Sanidad, Sophie Løhde, lamentó la historia «profundamente desafortunada» y ha creado una comisión de investigación, que no tiene previsto presentar su informe antes de mayo de 2025. «No podemos esperar a eso», dijo Lyberth sobre la presentación de la demanda, después de que 67 mujeres presentasen una petición de compensaciones al Gobierno el pasado mes de octubre y no recibieran respuesta.
«Cada vez que tenía la regla, sentía como si tuviera cuchillos dentro», dice una de las 4.500 niñas a las que se les puso un diu en los 60