La ‘milla de oro lugrisiana’ avanza hacia su estatus como monumento
▶ Ya figura en el DOG la incoación que afecta a los doce murales de la coruñesa Rúa Olmos
Desde la Torre de Hércules, o la antigua Comandancia de la Marina coruñesa, pasando por el Castillo de San Antón; y por todo un abanico de fondos marinos con pescados, algas, sirenas o medusas; además de motivos marineros como barcos, veleros, galeones, o anclas; hasta panorámicas de la ciudad herculina. La docena de murales de distintos tamaños que elaboró el pintor Urbano Lugrís, natural de La Coruña, que adornan las paredes de los números 25 y 27 de la Rúa Olmos y que hoy forman parte de su legado, están más cerca de obtener su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC): ayer, publicando su expediente en el DOG, la Xunta dio inicio al procedimiento por el que obtendrán este estatus. Será, primeramente, un aval para su adecuada conservación y protección; pero, también, una puesta en valor de obras que, en este caso, son únicas dentro de la producción de Lugrís.
El conjunto de murales lo componen las piezas que decoran el antiguo Restaurante Fornos, que ocupaba el bajo y el primer piso de ambos inmuebles, un histórico local que ya existía en el siglo XIX y para el que el pintor diseñó las pinturas especialmente. Los técnicos de la Dirección General de Patrimonio Cultural valoraron que las doce obras merecen formar parte, oficialmente, del patrimonio cultural de Galicia «por su calidad y contexto artístico» y» para garantizar su conservación y proyección hacia las futuras generaciones». El expediente destaca la calidad artística de las obras y su valor por haberlas realizado «una de las personalidades más destacadas del arte gallego, que pasó a formar parte del imaginario colectivo»; pero también la complejidad de las pinturas y, especialmente, su «carácter excepcional», ya que no se conserva ningún otro conjunto de esta naturaleza que sirva como testimonio del nivel de Lugrís en la composición y de su creatividad al decorar interiores.
Muralista autodidacta, Lugrís no empleaba la técnica al fresco habitual, sino una técnica pictórica al seco con una base de dos capas de mortero, imprimación y capa de pintura preparatoria. «Estamos ante una composición en la que pintura y arquitectura forman parte de un todo único, y solo como tal puede comprenderse en su auténtica dimensión artística: paños de pared, arcos, dinteles e integración de elementos decorativos», detalla el documento del DOG.
Pinturas en «estado crítico»
Ahora, la Xunta ha dado inicio al proceso para que esta ‘milla de oro lugrisiana’ obtenga su estatus como monumento, «con el nivel de protección integral» que acarrea, uno de los aspectos que cobran mayor relevancia. Según se advierte en el DOG, siendo un local hostelero, los murales estuvieron años expuestos a vapores, partículas de grasa y humo de tabaco; y, al estar abierto a la calle, también a constantes cambios de temperatura y humedad, así como a la continua entrada y salida de gente.
A ello se suma, tras cerrar definitivamente el establecimiento, durante la pandemia —para entonces, ya había cambiado de manos dos veces—, el deterioro y la falta de ventilación. Y, por encontrarse próximo al mar, el desgaste a causa de la sal que traslada el viento. «El estado de conservación es crítico, con alteraciones muy graves que ponen en riesgo las pinturas ‘Marina con la Torre de Hércules’ y ‘Vista histórica de A Coruña’», destaca el expediente.
Afortunadamente, también menciona que, si bien la técnica pictórica de Lugrís suele carecer de «adhesión entre el mortero de preparación y el soporte portante de los murales, con la inevitable pérdida de policromía» que ello implica, también utiliza una película de aceite de ricino deshidratado, resistente a métodos de limpieza acuosos, que presenta «muy buena resistencia» ante el paso del tiempo. Por ello, el expediente asegurará que se lleven a cabo inspecciones, estudios y acciones de protección dirigidas a mantener el estado original de los murales.