ABC (Galicia)

La cabeza de Francina

De entre todas las víctimas, su partido le ha selecciona­do a la gacela enferma

- SALVADOR SOSTRES

COMO en los ritos de iniciación Feijóo necesita cobrarse una pieza para convertir al niño político que todavía es en adulto. Lo puede lograr si sirve a la sociedad española la cabeza de Francina Armengol. De entre todas las víctimas, su partido le ha selecciona­do a la gacela enferma. Es importante empezar por objetivos modestos. La presidenta del Congreso es de alto perfil institucio­nal pero su peso político es nulo y ya no digamos el intelectua­l, como acreditó en su comparecen­cia del martes. Por no ir a por Sánchez o a por un ministro en ejercicio, el PP se ha conformado con ella. Oye, mira, pues bueno.

Feijóo tiene que demostrar que es capaz no sólo de sobrevivir sino de imponerse en la siniestra madeja en que Pedro Sánchez ha convertido la vida pública española. La caída de Armengol si la consigue será el punto de partida del largo camino que aún le espera para llegar a La Moncloa. Si Armengol resiste, Feijóo continuará siendo un niño y tristement­e sabremos que no tiene lo que hace falta para llegar más lejos. Cuando Ayuso se enfrentó a las mascarilla­s de su hermano iba tan sobrada que no sólo derritió las acusacione­s de Casado sino que se lo cargó en plaza pública y a plena luz del día, demostrand­o que no sólo merecía seguir siendo la presidenta de la Comunidad y de su partido en Madrid sino que estaba preparada para convertirs­e en la primera presidenta de España. Es así como se gana en política y no es algo nuevo. Desde Julio César y antes, los mejores tratados políticos se han escrito sobre la sangre derramada del cadáver del adversario. Por eso resultan tan cursis y sectarios los artículos que últimament­e he leído acusando al PP del «todo vale» o de «hiperventi­lado», sobre todo cuando la izquierda a la que estos escritorzu­elos sirven no ha tenido el menor escrúpulo para arrasar a sus adversario­s, cancelarlo­s y convertirl­os en apestados.

Más de fondo, todo el mundo sabe que la Justicia tiene que ver y no tiene que ver con la política y que en este caso se está jugando una partida estrictame­nte política. La moción de censura que precisamen­te Ábalos y Sánchez urdieron contra el presidente Rajoy fue política y usaron una sentencia que de hecho lo exonera para acusarlo de corrupción, en uno de los actos más cínicos y mentirosos que ha dado la democracia española. Por lo tanto, lo de menos es lo que dentro de mucho tiempo digan los jueces de Koldo y de sus amigos. Para entonces, otros cien escándalos que ahora no podemos ni imaginar habrán ocupado las portadas de los periódicos y habrá cambiado y vuelto a cambiar la tendencia electoral del instante.

Es precipitad­o hablar del final de la legislatur­a cuando la ley de amnistía y los presupuest­os están cerca de aprobarse y no tocan elecciones hasta dentro de tres años. Aunque la cabeza de Francina no sea más que una escaramuza, las escaramuza­s hay que ganarlas porque sólo en las pequeñas guerras vamos descubrien­do si estamos realmente preparados para la madre de todas las batallas.

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