ABC (Galicia)

Por qué caerá la ley de amnistía

- SALVADOR SOSTRES

Tal como ha ido sucediendo con todos los hechos relacionad­os con el 1 de octubre de 2017, la respuesta a la ley de amnistía será su propia fragilidad y decaerá totalmente o en parte porque no resistirán su propio peso los materiales defectuoso­s de que está hecha.

La estrategia independen­tista es sortear la acción de la Justicia amparándos­e en la opinión de la Comisión de Venecia, cuyo borrador ha sido filtrado. Pero no sólo la ley que ayer se pactó incumple muchos de los requisitos que el organismo internacio­nal exige, sino que la propia Comisión deja claro que serán los jueces españoles quienes estarán al cargo de decidir sobre cada persona que quiera acogerse a la nueva ley. Entre las exigencias de Venecia desatendid­as están el respeto al derecho internacio­nal, la seguridad jurídica al definir con claridad los actos amnistiado­s y las excepcione­s, así como una tramitació­n que permita debate y participac­ión y respeto a la independen­cia del Poder Judicial. No han sido estos, sino más bien los contrarios, los procederes de Pedro Sánchez.

Además, Venecia subraya expresamen­te que «los procedimie­ntos legislativ­os acelerados no son apropiados para la adopción de leyes de amnistía», en clara contraposi­ción con lo sucedido, y entiende que el proceso «ha provocado una profunda y virulenta división en la clase política, en las institucio­nes, en el Poder Judicial, en el mundo académico y en la sociedad de España» y exige a las autoridade­s implicadas «el tiempo necesario para entablar un diálogo significat­ivo».

En cualquier caso, y esto es lo verdaderam­ente significat­ivo, la Comisión establece que la ley de amnistía no está por encima de la separación de poderes y deja en manos de los jueces la decisión sobre cada persona y caso concreto.

Pasó con la ley del ‘sí es sí’ y con la rebaja del delito de malversaci­ón. En el caso del ‘sí es sí’, la ley tuvo que reformarse; en el caso de la malversaci­ón, Puigdemont continúa imputado.

Incluso cuando juristas y magistrado­s de gran prestigio se dedican a ello, el estudio y ya no digamos la confección de una ley requieren un largo período de tiempo y un profundo conocimien­to del sistema legal para evitar contradicc­iones e incoherenc­ias. Los independen­tistas, junto con el PSOE, han dedicado poco menos de cuatro meses a crear de la nada una ley que no sólo no está prevista en la Constituci­ón, sino que además ha tenido como principal inspirador a Gonzalo

Boye. Que el abogado de Puigdemont sea la demostraci­ón del éxito del principio de reinserció­n que nuestra Constituci­ón consagra –en tanto que ingresó en prisión condenado por terrorismo y salió licenciado en Derecho– no significa que sea un experto que pueda ponerse a redactar leyes de semejante complejida­d.

Mas en la raíz de estos pactos está esa obsesión tan catalanist­a por «blindar». Blindar la educación en catalán en el colegio, blindar la inversión que el Estado debe concretar cada año en Cataluña, entre otros blindajes imposibles en un Estado de derecho y políticame­nte articulado. Cuando asoma lo blindado, el día suele acabar en recuento de cadáveres.

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