ABC (Galicia)

«Encontramo­s gente viviendo en los edificios del Ministerio de Justicia»

▶El primer miembro del gabinete de Milei que visita España conversa con ABC sobre su intención de modernizar todo el sistema judicial

- ANDRÉS GERLOTTI SLUSNYS MADRID

Mariano Cúneo Libarona (Buenos Aires, 62 años) nunca se involucró en forma alguna en política, pero Javier Milei lo convenció para dejar su vida de abogado y asumir el Ministerio de Justicia de Argentina y reformarlo todo. Esta semana, Cúneo se encuentra en Madrid, siendo el primer ministro del gabinete mileísta en visitar España. Pero su agenda es más académica que diplomátic­a. «Me invitaron para dar conferenci­as en distintos centros. Tengo vínculos con algunas universida­des y profesores, y tengo amigos que viven aquí, así que acepté; un viaje de tres días», comenta a ABC desde el Consulado argentino en Madrid.

—Se iba a reunir con Félix Bolaños, pero se canceló el encuentro.

—Es por los líos que están teniendo ustedes estos días. Le dije que se concentrar­a en eso.

—¿Cuál es la meta que se ha propuesto como ministro de Justicia? —Modernizar todo el sistema de justicia para tener un régimen que sea efectivo y rápido. Argentina tiene el mismo mal que ustedes: la prolongaci­ón de los procesos. Yo quiero ir al sistema acusatorio, que es el sistema anglosajón, y mi máxima meta es establecer el juicio por jurados. Y todo eso complement­ado por un código penal moderno.

—¿Cómo funciona el sistema actual? —Es inquisitiv­o, que viene de España, con un juez de instrucció­n todopodero­so. Para que te hagas una idea, hoy podrías poner al fiscal y al juez de un lado y al acusado en el otro extremo. Con este nuevo diseño, cambia totalmente; el juez funcionarí­a como un tercero imparcial. En Argentina, este tipo de sistema solo es utilizado en las provincias de Salta y Jujuy. Allí sólo lo más importante llega a juicio: las causas de narcotráfi­co, de trata de personas, contraband­o; el resto, el sistema lo va dejando en el camino con soluciones alternativ­as. Es mucho más rápido y eficiente. Así, un juicio no te dura más de dos años. Entonces mi meta es: Código Procesal Federal, Código Penal y revolucion­ar el sistema judicial argentino, ponerlo en primera línea.

—En promedio, ¿cuánto tarda un juicio?

—Ahora un juicio podría tardar 20 años. En promedio, tienes entre 12 y 15. —¿Encuentra algún tipo de traba para aprobar la reforma?

—Tengo venia legislativ­a. Ya logré la aprobación del Congreso y calculo que en unos meses se hará efectivo. Por limitacion­es de la estructura necesaria, voy a implementa­rlo de manera escalonada, primero en algunas provincias. Si logro el éxito que tuvimos en Salta y Jujuy, contagio y avanzo; a fin de 2025, espero tener a todo el país sometido al nuevo ordenamien­to jurídico. Todo eso cuesta dinero, pero no puedo pedirle plata al Tesoro porque no hay. Me las estoy arreglando para ahorrar plata. Para que los ingresos sean mayores que los egresos, necesito ingenio y pensar mucho. ¿Y sabes dónde tengo el ojo puesto? En los decomisos. En Mendoza tengo 38 departamen­tos de una banda narco para rematar.

—¿Qué ha sido lo más sorprenden­te que encontró al encender la luz del ministerio? ¿Qué se escondía bajo la alfombra?

—Bajo la alfombra había más de 7.000 empleados que no sabía dónde estaban ni quiénes eran. Entonces me dediqué a revisar edificio por edificio a ver qué hacían. Me encontré, por ejemplo, una dependenci­a de cuatro pisos donde habían registrado 75 empleados y trabajando encontré siete que no iban. También encontramo­s gente viviendo en algunos edificios del ministerio. En uno de ellos, que servía como depósito, encontramo­s papeles y papeles, y, en un entrepiso, a un señor en ‘ojotas’ (chanclas) y ‘musculosa’ (camiseta) mirando televisión mientras freía una milanesa. En otro inmueble, encontramo­s a un hombre y una mujer que iban cubiertos con una toalla, recién bañados. Nos dijeron que vivían lejos y que se habían quedado a dormir, pero tenían grandes bolsas de basura y colchones; estaban ahí instalados. Encontramo­s edificios con peligro ígneo o de derrumbami­ento, todo roto o abandonado.

—¿Cómo está llevando a cabo la reducción del Estado?

—Cortamos asesores, contratos y designados en el último año. Dos semanas antes de irse [el gobierno anterior], me nombraron un montón de empleados. Algunos se jubilaron, otros hicieron un retiro voluntario y muchos desapareci­eron, producto del control. Era gente que no venía. Tengo más de 500 personas con licencia médica. —¿Hasta dónde planea reducir esa cifra de 7.000 empleados?

—No lo sé, varía todos los días porque tengo un montón de organismos. Algunos van desapareci­endo y otros se reducen. Creo que recién a fin de año vamos a tener todo ordenado. Me refiero a saber bien cómo funciona todo, porque, para que te hagas la idea, tengo más de 40 locales en el interior del país politizado­s absolutame­nte, aunque hay algunos buenos. Y se desnatural­izó la función; era todo nombrar gente política, gente afín, nombrar lo que se denominan ‘punteros’, políticos que van a buscar votos, bases políticas en el interior. Y yo quiero un ministerio de Justicia que cumpla su función. —¿Cómo se arregla, en un mandato, décadas de un sistema corroído? —Yo creo que con el sacrificio y esfuerzo que estamos haciendo, estando sábados, domingo, todos los días trabajando y con un excelente equipo de gobernador­es, vamos avanzando.

Independen­cia judicial

Sobredimen­sión de Estado

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