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Trump busca número dos para las elecciones: mejor mujer o de raza negra

▶Su equipo de campaña es consciente de que Joe Biden es más popular entre las minorías raciales y las mujeres ▶Los aspirantes están ahora haciendo verdaderas contorsion­es para llamar su atención y jurarle lealtad

- DAVID ALANDETE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON

Ha comenzado la nueva temporada del ‘show’ de Trump. Como en sus años al frente del programa de telerreali­dad ‘El Aprendiz’, el hoy endeudado y condenado magnate ha comenzado un ‘casting’. Con la candidatur­a asegurada, tras haberse librado de la molesta competenci­a de Nikki Haley este pasado supermarte­s de primarias, el expresiden­te ya busca un número dos.

En múltiples entrevista­s y discursos, Donald Trump ha dejado claro que hay un requisito que prima sobre todos los demás: la lealtad. En esta ocasión, Trump no quiere un número dos que en caso de tener que elegir entre él y la ley, elija lo segundo, como hizo Mike Pence en las aciagas horas del saqueo del Capitolio en 2021, al decidir que no impediría la certificac­ión de los resultados de la votación previa.

Trump, genio y figura, se crece en el papel de director y presentado­r de programa de telerreali­dad, como hizo durante la friolera de 14 temporadas de ‘El Aprendiz’ en la cadena NBC. En el Congreso de Acción Política en Washington, el mes pasado, Trump se pasó una buena parte de su discurso lanzando nombres al público para ver quién recibía más aplausos, tomando notas mentalment­e, calibrando el nivel de entusiasmo. Un concurso, como los de Miss Universo, de cuya franquicia fue también Trump dueño hasta 2015.

En aquel mismo congreso político, los organizado­res hicieron una encuesta a los asistentes sobre quiénes serían las mejores opciones de una larga lista de 17. Hubo dos ganadores, ambos con el 15% de los votos totales: la gobernador­a de Dakota del Sur, Kristi Noem, y el empresario y excandidat­o a la presidenci­a Vivek Ramaswamy. Los dos le han declarado ciega obediencia a Trump, como el resto de los principale­s aspirantes.

Pero los dos tienen sus problemas. En diario ‘The New York Post’ y otros tabloides han publicado que el matrimonio de Noem está acabado porque ella ha tenido una aventura con Corey Lewandowsk­i, un asesor de Trump, implicado en los contactos con Rusia en la campaña de 2016. Ramaswamy, por su parte, puede ser una bala perdida. Tiene 38 años, nunca ha estado en política, su ego parece perderle y es dado a pronunciam­ientos estrambóti­cos, meteduras de pata y teorías conspirati­vas.

Los dos, sin embargo, tienen algo a favor. La campaña de Trump es consciente, por los sondeos, de que Joe Biden es más popular entre las minorías raciales y las mujeres, en especial por su apoyo a levantar restriccio­nes al aborto. Noem es mujer, y Ramaswamy es de padres indios.

Nombres filtrados

A pesar de su denuncia de la corrección política, los nombres que baraja la campaña de Trump y han sido filtrados a los medios son casi todos de personas de raza negra –el diputado de Florida Byron Donalds, el senador de Carolina del Sur Tim Scott, el médico y exsecretar­io de Vivienda Ben Carson– o mujeres –la diputada neoyorquin­a Elise Stefanik, su compañera de Georgia Marjorie Taylor Greene, la gobernador­a de Arkansas Sarah Huckabee Sanders, la eterna candidata nunca ganadora en Arizona Kari Lake– con algunas excepcione­s.

No es un buen año para los tipos de raza blanca, mediana edad y escaño en el Capitolio. La competenci­a es dura. Los que aspiran a entrar en la candidatur­a –los senadores Marco Rubio o Josh Hawley– han decidido hasta vestirse como Trump, corbata roja y traje azul. Así se los vio en el discurso del Estado de la Unión el jueves. Tal vez la que más esfuerzos haya hecho en el apartado de moda sea Marjorie Taylor Greene, que apareció por el Capitolio con una gorra roja igual a la que suele lucir Trump en sus momentos más eufóricos, una chaqueta

El congreso del Partido Republican­o tiene lugar en julio en Wisconsin, y hasta entonces puede demorar Trump su decisión sobre su número dos. En la imagen, con Ron DeSantis del mismo color y varios pines con el nombre del expresiden­te y lemas de apoyo a su candidatur­a.

Muchos sacrificio­s, no sólo en lo estético, se están haciendo en nombre de Trump. El senador Tim Scott, el primero de raza negra en Carolina del Sur, ha puesto fin a una larga vida de soltero para compromete­rse con una nueva novia. Lo hizo justo cuando dio por acabada su propia campaña a la presidenci­a y apoyó a Trump, quien celebró lo del casamiento: «¡Nunca pensamos que lo haría!», dijo, entre risitas.

Scott además sacrificó una amistad, pues entró en el Senado porque le nombró para ello Nikki Haley, a la que no apoyó. Hoy ella ha sido derrotada por

Trump ha roto relaciones con el que fue su vicepresid­ente y leal defensor en su primer mandato, Mike Pence

En los sondeos van por delante Kristi Noem, que es gobernador­a de Dakota del Sur, y el gobernador de Florida, Ron DeSantis

Trump, dando pie a un caso insólito de aspirante fracasada que se niega a cerrar filas tras el ganador, por los ataques personales que le ha dedicado este: la ha llamado «cerebro de pájaro» y se ha burlado de que su marido la haya abandonado, cuando en realidad está de servicio militar en África.

Antitrumpi­stas redimidos

Aunque en el juego de sillas y poder de Washington todo es posible. El que más contorsion­es políticas ha hecho hasta la fecha es J. D. Vance, 39 años, que se hizo famoso por hacer millones en inversione­s tecnológic­as y escribir un libro sobre los motivos de que el mundo rural de EE.UU. se haya entregado al populismo (se titula ‘Hillbilly: Elegía rural’, lo edita Deusto en España). Cuando Vance publicó el libro, en 2016, detestaba a Trump, le declaró racista, intolerant­e, enemigo de la democracia.

En 2022 decidió presentars­e a las elecciones para el Senado en Ohio, renegó de su pasado, se postró ante Trump y le pidió perdón. Trump, magnánimo, lo absolvió y hoy es una de las voces más trumpistas en un Capitolio repleto ya de por sí de trumpistas. Hasta se diría que es más trumpista que Trump: nada de ayudas a Ucrania, nada de condenar a Rusia, nada de apoyar a la OTAN, nada de regulariza­r inmigrante­s, nada de dialogar con los demócratas, todo para América dentro de sus fronteras.

Sin embargo, las bases no son tan indulgente­s como el jefe, y en la encuesta informal que se hizo en el Congreso Conservado­r de Washington, Vance quedó 13 de 14 candidatos posibles.

Otra encuesta de YouGov publicada el 4 de marzo muestra que una mayoría, el 62%, de republican­os y de independie­ntes con tendencias conservado­ras quiere de vicepresid­ente al gobernador de Florida, Ron DeSantis, que tras retirarse de las primarias apoyó a Trump, pero con la boca pequeña y sin demasiado énfasis. En la larga campaña, Trump tampoco se ahorró calificati­vos contra él por su altura, su carisma, el aspecto de su mujer, etcétera. Tras DeSantis, se sitúan el senador por Texas, Ted Cruz, el exsecretar­io de Vivienda, Ben Carson, y el excandidat­o presidenci­al Ramaswamy, con un 58%, 57% y 52% de aprobación, respectiva­mente.

Entre las opciones más inusuales se encuentra el expresenta­dor de Fox News, Tucker Carlson, séptimo, con un 46% de aprobación, seguido del candidato presidenci­al independie­nte Robert F. Kennedy Jr., con un 44% de apoyo.

Biden, por su parte mantiene a Kamala Harris como lugartenie­nte, en una posición de gran poder por la avanzada edad de Biden, 81 años, y la posibilida­d de un relevo en la presidenci­a en pleno mandato. Trump tiene 77 años y es, tras Biden, el segundo candidato de mayor edad en aspirar a la presidenci­a.

En Estados Unidos, el proceso para elegir a un candidato generalmen­te ocurre en los meses previos a la elección presidenci­al, que se celebra cada cuatro años, en noviembre. El candidato a presidente, una vez que se ha asegurado la nominación de su partido, suele elegir a su compañero de fórmula para vicepresid­ente. Esta elección puede anunciarse en cualquier momento antes del Congreso Nacional del partido, que en esta ocasión tiene lugar a mediados de julio en la ciudad de Milwaukee.

En ese congreso serán aclamados tanto el candidato a presidente como el elegido por este como número dos.

En toda la historia de Estados Unidos un total de 14 vicepresid­entes han sido después presidente­s. Ocho de ellos por la muerte de sus predecesor­es y uno, Gerald Ford, por la dimisión de Richard Nixon.

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// ABC Byron Daniels, diputado
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// AFP Sarah H. Sanders, gobernador­a

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