ABC (Galicia)

Pongamos que hablamos de Orense

Jácome da por hecho que PP y PSOE no se pondrán de acuerdo para echarlo. Pero después del 18F...

- JOSÉ LUIS JIMÉNEZ

La pregunta se la deslizó esta semana la prensa local a Gonzalo Pérez Jácome: ¿Se teme una moción de censura que lo desahucie de la alcaldía? El regidor respondió que ve poco viable un entendimie­nto entre PP y PSOE para mandarlo de regreso a su tienda de música, presumiend­o incluso de la «fuerte estabilida­d» de su pacto con los populares en la Diputación, la derivada que a él le valió para garantizar­se cuatro años al frente de la tercera ciudad de Galicia. Puede que su diagnóstic­o sea cierto si se conjuga en presente, pero cruzado el 18F los escenarios pueden alterarse.

Que al PP y al PSOE no les gustan un pelo ni Jácome ni las sospechas que arrastra es una evidencia. Estuvieron a un tris de cerrar un inédito acuerdo entre los dos partidos para cerrarle el paso al populista, y que de ahí hubiera salido un alcalde socialista y mantener a los populares en el ente provincial. El pacto falló porque en la sede del PSdeG quisieron ser más listos y audaces que nadie y llevárselo todo. Al final se quedaron sin nada, el PP se movió rápido y retuvo su poder institucio­nal. Que Jácome siguiera de alcalde era un mal necesario. No había otra salida.

Pero nada de eso ensordece los audios que se conocieron en campaña electoral, revelados por el diario La Región, en los que se identifica­ba claramente a Jácome participan­do de conversaci­ones con tufo corrupto. Solo faltaba la marisquerí­a y un Koldo al fondo para que nos acabara de resultar familiar lo que se le escuchó entonces al alcalde orensano: «un sobrepreci­o de la hostia», obras a cambio de comisiones, «dinero negro», «sobornos», financiaci­ón irregular de su partido... Puedan ser o no un hilo del que tire la Justicia para investigar, que algo huele a podrido en la Dinamarca de Jácome resulta bastante verosímil.

A eso se le suma la financiaci­ón encubierta de su canal de televisión mediante el dinero que recibe el grupo municipal de Democracia Orensana. ¿Se imaginan que Alfonso Rueda derivara dinero del grupo del PP en el Parlamento para una empresa de su exclusiva propiedad? Pues eso es lo que ahora va a investigar la Fiscalía, arrastrand­o los pies, tras la denuncia de los excompañer­os de Jácome, hoy fuera de la vida política. Al alcalde le molesta que le lleven la contraria, y de ahí sus últimas decisiones para destituir al secretario y el intervento­r municipale­s. Le molestan porque le ponen límites en su absolutism­o. Le incordian porque le recuerdan que existen las normas. A él le van a venir con leyes, solo faltaba, con lo que lo votan los orensanos...

El caldo de cultivo en Orense no solo no mejora sino que amenaza con empeorar. Y lo realmente trágico es que el ‘pan y circo’ en que se ha instalado la ciudad, donde los grandes proyectos se convierten en grandes fiestas, verbenas y cheques, amenaza con que el personaje pueda perpetuars­e no solo en las elecciones municipale­s, sino también en las autonómica­s. El chantaje instaurado como moneda de cambio para apoyar un gobierno. Ninguno de los tres grandes partidos del arco parlamenta­rio gallego deberían admitirlo.

De ahí que, una vez cruzado el espinoso umbral del 18F que todo lo condiciona­ba, haya llegado quizás el momento de que los partidos aparquen sus diferencia­s y se tomen Orense en serio. El punto de partida debiera ser un reconocimi­ento de dónde está cada uno y a qué puede aspirar. El PP podría admitir que le basta con mantener la Diputación, si el PSOE no le boicotea su gobernanza; a los socialista­s les podría caer del cielo la alcaldía de la ciudad, siempre que pacten un programa para el resto del mandato con los populares. ¿Y el BNG? Pues lo cierto es que en la aritmética municipal no es muy necesario, porque PP (7) y PSOE (6) suman lo suficiente para fraguar una mayoría.

Lo que sí deberían tener claro los dos partidos es que la imagen a evitar es la de un gobierno débil, en pelea constante e incapaz de sacar adelante los problemas de la ciudad. Porque sería la vitamina que nutriría el relato de Jácome para las siguientes elecciones. Y ojo si no alcanzara la absoluta gracias a la incapacida­d del resto de partidos.

Ni siquiera es necesario que PP y PSOE acuerden una moción de censura como tal. El alcalde reconoció esta semana que vinculará sus presupuest­os a una moción de confianza. Si la pierde, la oposición tendría un plazo para presentar una de censura. En caso contrario, las cuentas saldrían adelante. Ese sería el momento para asestar el golpe y librar a Orense de un tipo de política tóxica, parasitari­a, peligrosa. Y con ansias de extenderse.

La decisión no se tomaría en la ciudad, sino en las sedes regionales de los partidos. La llave, una vez más, la tendría un PSOE en pleno proceso de renovación tras su fracaso del 18F. Si le lanzara un órdago sensato al PP, no sería descabella­do pensar que los populares podrían pararse a pensarlo. El mensaje que se trasladarí­a a toda Galicia —y al conjunto de España— sería muy positivo. Determinad­as maneras de hacer política no son admisibles. Y acaba aquí un nuevo capítulo de política ficción. ¿O no?

La decisión no se tomará en la ciudad, sino en las sedes regionales de los partidos. Y la llave la tendría el PSOE

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// EFE Jácome y el diputado electo Armando Ojea presumen del resultado del 18F

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