«La deficiente legislación limitaba la prevención del terrorismo yihadista»
La idea era reforzar una especie de paraguas preventivo de alto nivel, con la extensión e intensificación de las relaciones con las policías y servicios de Información e Inteligencia de las países occidentales e islámicos como Marruecos, Argelia, Túnez y Egipto especialmente, para el intercambio constante de información, lo que debía ir acompañado de una mayor adscripción de policías a las respectivas embajadas.
—¿Habría habido más posibilidades de evitar el atentado si quien lo preparaba hubiese sido ETA?
—Si tenemos en cuenta solo esa variable es posible que sí, pero si le añadimos la de la ilógica terrorista y otras circunstancias la respuesta es mucho más complicada, al margen de que la seguridad total no existe, como se ha visto muchas veces. Sólo hay que pensar en que a pesar de la capacidad antiterrorista de las Fuerzas de Seguridad y del CNI en la lucha contra ETA, que era la principal amenaza a la que nos enfrentábamos, hemos sufrido muchos atentados, y que otros países y nosotros mismos, con capacidades mayores y enfocados únicamente a la amenaza yihadista, también los han (y hemos) sufrido.
—¿Se despejaron todas las incógnitas sobre otros implicados al máximo nivel en los atentados?
—A juicio de los investigadores y analistas, las detenciones practicadas, cerca de cincuenta, tras las que el 60 por ciento de los implicados fueron imputados y sentenciados –habría que unir los siete que se inmolaron en Leganés–, pusieron en evidencia dos perfiles de los que podría calificarse de coordinadores. Se trata de Sherhane ‘el Tunecino’ y Jamal Zougam. Pero además habría un responsable operativo, que era Jamal Ahmidan, ‘el Chino’. En el ámbito internacional, tanto en Marruecos, de donde procedían la mayor parte de los responsables de los atentados, como en Francia, Bélgica, Italia y el Reino Unido principalmente, se realizaron gestiones en busca de conexiones que nos llevasen sobre todo a escalones superiores, barajando diversas hipótesis y practicándose detenciones, que no obstante no quedaron lo suficientemente claras y no fueron ratificadas durante el proceso judicial.
—Y sobre el Abu Dujan al Afgani, cuyo nombre apareció en las reivindicaciones y amenazas tras los atentados, ¿se pudo averiguar algo más? —Los expertos operativos y analistas barajaron diversas posibilidades: desde que fuese alguien del grupo ejecutor de los atentados que pudiese vincularse con ese nombre, particularmente uno de los suicidas de Leganés, o que simplemente se hubiese buscado en homenaje a un personaje histórico relacionado con la yihad, algo por otra parte bastante habitual. Y al mismo tiempo se realizaron investigaciones en ambos sentidos en otros países, sobre todo en Bélgica, donde residían dirigentes del Grupo Islámico Combatiente Marroquí, al que algunos de los participantes en el atentado estarían vinculados, y que dieron como resultado hipótesis interesantes pero que no llegarían a concretarse de forma fidedigna. En cuanto a la segunda cuestión, efectivamente, la referencia histórica coincide con Abu Dujan, figura mitológica del yihadismo que apoyó a Mahoma durante la defensa o conquista de la Meca, y que casualmente aparece en uno de los documentos en los que se vierten amenazas contra España y otros países por su participación en la guerra de Irak, que sería conocido como el de ‘los noruegos’ por haber sido descubiertos por sus servicios de Inteligencia en la red.