ABC (Galicia)

Simeone y Vinicius nunca pierden

- JOSÉ MIGUÉLEZ

El bucle del Cholo

la audiencia que señala con el dedo al canal no es la madridista (se supone que la única que debería estar interesada en dicho contenido), sino los árbitros y los equipos rivales, que a saber qué demonios hacen mirando ahí. Es verdad que otros medios prestan demasiada atención a lo que ahí se dice, y que reproducen y propagan como comunicado­s oficiales del club (y aunque lo fueran) lo que como mucho pueden considerar­se provocacio­nes, pero la paranoia desatada alrededor, el histerismo, no hay por dónde cogerla.

Si no hay insultos o injurias, que le cuenten el fútbol a su parroquia con el color que les plazca. No pretenderá­n que en el campo del Madrid suene a partir de ahora el himno del Barça.

Engañando al brasileño

Quizás teñido de ese partidismo propio que acompaña al fútbol en sus retransmis­iones y sus declaracio­nes, como si fuera un vídeo más de Real Madrid TV, Ancelotti volvió a vestir de víctima suprema a Vinicius (posiblemen­te hoy el futbolista más desequilib­rante, variado e imparable del planeta, pero también el más desagradab­le) cuando lo que se le reclamaba era un tirón de orejas. Llega a decir el entrenador que nunca ha visto un futbolista tan perseguido en insultos y patadas como el brasileño para sortear la pregunta de si le había dicho algo al jugador por la acción que protagoniz­ó en el duelo de Champions ante el Leipzig y que debió costarle la expulsión.

Lo peor que podía recibir Vinicius es un aplauso interno a su incorrecto comportami­ento, escuchar de los suyos que lo que hace está bien. Y no tanto por esa acción agresiva concreta (era excepciona­l, pero ayer como primera reacción al guiño de su jefe la repitió ante Mingueza) como en sus protestas a los colegiados, sus desplantes a las aficiones y jugadores rivales y su propensión al conflicto. Acciones todas ellas constantes que no le han costado muchos perjuicios personales (es tanta verdad que le pegan al siete madridista como que los árbitros le consienten más que a ninguno de sus compañeros y rivales), pero impresenta­bles pese a las felicitaci­ones que ahora escucha. No hay defensa para lo que a menudo escucha Vinicius de bocas deleznable­s, pero eso no puede darle bula para todo lo demás.

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