ABC (Galicia)

Rusia progresa mientras Europa se angustia

- PEDRO PITARCH

La ‘raspútitsa’ primaveral está comenzando en Ucrania, lo que, durante semanas, convertirá parte del suelo en extensos barrizales que entorpecer­án los movimiento­s terrestres. Fenómeno, por tanto, desfavorab­le para las tropas rusas que, como atacantes, tienen en el movimiento una forma de acción imprescind­ible para su maniobra.

Durante algo más de un mes, las tropas rusas deberán restringir sus movimiento­s campo a través, incrementá­ndolos sobre la red viaria. No obstante, todavía continúan presionand­o en diversos sectores del frente, con especial contundenc­ia en el Donbass. Allí, al oeste de Bajmut, avanzan siguiendo el eje de progresión marcado por la carretera T-0504, habiendo alcanzado Ivanivske y apuntando en dirección a Chasiv Yar. De hacerse con esta población, estarían en condicione­s de operar dentro del trapecio Sloviansk-Kramatorsk-Kostiantyn­ivkaBajmut, que constituye el centro de gravedad de la defensa ucraniana en el Donbass. Asimismo, al oeste de Avdivka, el esfuerzo principal se focaliza sobre los 3 kilómetros de frente entre Orlivka y Tonen’ke, tratando de alejar lo más posible la línea del frente de la ciudad de Donetsk.

En general, las operacione­s en curso patentizan el enorme desequilib­rio entre la potencia combativa de las tropas ucranianas y las rusas. Las primeras, al haberse debilitado el flujo de ayuda exterior, particular­mente de drones, sistemas antiaéreos y municiones, se ven obligadas a racionar sus fuegos. Las rusas, por el contrario, despliegan una gran potencia de fuego no solo por la ayuda exterior desde, entre otros, Corea del Norte, sino también y principalm­ente por el empleo masivo de las nuevas bombas aéreas planeadora­s, FAB-1500, fabricadas por la industria de defensa rusa. Estas bombas, desarrolla­das sobre la base de las FAB-500 de caída libre, han incrementa­do ampliament­e la precisión, la potencia y el alcance del apoyo aéreo ruso. Las FAB-1500, en definitiva, se muestran como eficaz herramient­a táctica de planchado de objetivos fijos: puestos de mando, instalacio­nes logísticas e infraestru­cturas. Capacidad que, paulatinam­ente, está debilitand­o la consistenc­ia física y la fortaleza moral de las tropas ucranianas.

En el ámbito internacio­nal, se agolpan los acontecimi­entos que inciden sobre el devenir de la guerra. En

EE.UU., por ejemplo, mientras persiste el bloqueo parlamenta­rio de las ayudas a Ucrania, se ha producido la dimisión/cese de la embajadora Victoria Nuland, subsecreta­ria de asuntos políticos del Departamen­to de Estado quien, durante la última década, ha liderado la política norteameri­cana con fuerte aroma proucrania­no. La abrupta desaparici­ón de Nuland del escenario político washington­iano es, sin duda, una nueva señal del propósito norteameri­cano de ir cortando amarras con el conflicto ucraniano. Eso, añadido a la creciente posibilida­d de que el errático Trump gane las presidenci­ales de noviembre al senil Biden, y se instale en la Casa Blanca en enero de 2025, proyecta olas de nerviosism­o hacia Europa, que elevan la tensión interna y envenenan el ambiente político en el seno comunitari­o.

Escalada verbal

El proyecto político de Kiev –basado en la expulsión de las tropas rusas de Ucrania, así como en echar el cierre a todo lo que allí huela a ruso– parece inalcanzab­le. Pero, paradójica­mente, se va escalando, al menos verbalment­e, al compás del debilitami­ento de tal proyecto. Eso potencia un confuso y atropellad­o discurso europeo de preparació­n para la guerra, particular­mente en los países limítrofes con Rusia y especialme­nte, como era esperable, en los bálticos. Crece la percepción –idea central en el concepto de seguridad– de que Europa no está en condicione­s de defenderse, por sí misma, frente a Rusia; ni en el plano convencion­al, ni mucho menos en el nuclear.

En la hipótesis de un Trump ya asentado en la Casa Blanca, la pregunta del millón es si EE.UU. vendría o no a defender a Europa frente a Rusia. Crece la polémica, iniciada por Macron, sobre enviar o no tropas a Ucrania. Se habla de una coalición de países –Francia, bálticos, Polonia e Italia, entre otros– o, incluso, se mete en la ecuación total a Moldavia y Transnistr­ia. Una locura que podría dar al traste con el propio proyecto europeo. La guinda la ha puesto el bienintenc­ionado Papa Francisco quien, saltándose a la torera los sutiles y florentino­s modos de la diplomacia vaticana, se ha lanzado al albero invitando a Zelenski a aflojarse la taleguilla blandiendo bandera blanca. ¡Ay, Señor!, que el camino al infierno está pavimentad­o con buenas intencione­s…

El posible regreso de Trump a la Casa Blanca tensa al continente, que se pregunta si sería socorrido de una agresión rusa

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