Un cirujano deberá indemnizar con 1,7 millones a una niña a la que dejó parapléjica
▶ La menor tenía 13 años cuando fue operada en el Chuac. Tras la cirugía perdió la movilidad
Un cirujano coruñés deberá abonar un total de 1,7 millones de euros a una paciente, ahora mayor de edad, a la que operó cuando está tenía 13 años. La menor entró en un quirófano del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) por una escoliosis con doble curvatura que debía ser corregida. Sin embargo, la operación se complicó y dio lugar a un importante sangrado ante el que el cirujano tuvo que tomar decisiones rápidas. La sentencia a la que ha tenido acceso ABC, emitida por el Juzgado de lo Penal número 3 de la ciudad herculina, determina que el objetivo de la intervención era «estabilizar casi toda la columna para corregir la deformidad con implantes y barras de titanio». Pero no fue así. El mismo texto explica lo que ocurrió en la sala de operaciones para que la menor quedase parapléjica. «Se produjo una caída consecutiva de los potenciales de la monitorización neurofisiológica, hasta en cuatro ocasiones en menos de una hora. Además, varios de los tornillos insertados en los pedículos vertebrales estaban mal posicionados y algunos de ellos eran intrarraquídeos», tal y como reveló un TAC postoperatorio, explica la exposición del fallo judicial.
El juez también indica que, en este caso, «junto a la importante patología derivada de la doble curvatura a corregir, resulta que los pedículos vertebrales eran anormalmente estrechos en relación con la media de la población, problema no salvable con el empleo de tornillos más pequeños, pues resultó que los empleados ya eran los más pequeños que se usan». E insiste, para aclarar lo sucedido durante ese momento de máxima tensión, en que los pedículos eran estrechos y que el propio cirujano «pronto advirtió una dificultad mayor de la habitual en la instrumentación», al tiempo que indica que durante la intervención se produjo un sangrado notable, por lo que el acusado debió «adoptar una postura acorde a esa situación». Sobre el comportamiento del sanitario ante las complicaciones con las que se encontró al iniciar la intervención, el tribunal coruñés descarta, no obstante, que el acusado se haya comportado de manera gravemente negligente.
Secuelas irreversibles
Sin embargo, concluye que sí actuó «con imprudencia simple en cuanto a la técnica de instrumentación, por haber colocado un elevado número de tornillos de manera incorrecta en los pedículos vertebrales». Entrando en el margen de reacción que tuvo y en el papel que jugaron el resto de cirujanos presentes, el fallo contempla que «cuando instrumentó la T10 y se apercibió de la caída de los potenciales, por indicárselo la neurofisióloga, ipso facto (según expresión propia) siguió instrumentando hacia arriba por considerar que se trataba de una circunstancia reversible».
Sobre esta decisión, el magistrado firmante de la sentencia subraya que «será precisamente `hacia arriba´ donde se produjeron algunas de las intrusiones de los tornillos en el canal medular, fruto de una cierta precipitación y de una valoración apresurada y, en realidad, puramente instintiva, de la reversibilidad nunca producida de la caída de los potenciales evocados». Como resultado de este encadenado de imprudencias en la sala de intervenciones, la paciente «padece a día de hoy otras graves secuelas irreversibles, comprometiendo seriamente su calidad de vida y la de sus seres queridos, con una gran afectación personal, familiar y laboral, además de económica». La sentencia dada a conocer ayer no es firme, pues todavía cabe presentar recurso ante la Audiencia Provincial de La Coruña.
Gran afectación personal La víctima padece a día de hoy otras graves secuelas irreversibles, que «comprometen seriamente su calidad de vida»