ABC (Galicia)

Un cirujano deberá indemnizar con 1,7 millones a una niña a la que dejó parapléjic­a

▶ La menor tenía 13 años cuando fue operada en el Chuac. Tras la cirugía perdió la movilidad

- PATRICIA ABET SANTIAGO

Un cirujano coruñés deberá abonar un total de 1,7 millones de euros a una paciente, ahora mayor de edad, a la que operó cuando está tenía 13 años. La menor entró en un quirófano del Complejo Hospitalar­io Universita­rio de A Coruña (Chuac) por una escoliosis con doble curvatura que debía ser corregida. Sin embargo, la operación se complicó y dio lugar a un importante sangrado ante el que el cirujano tuvo que tomar decisiones rápidas. La sentencia a la que ha tenido acceso ABC, emitida por el Juzgado de lo Penal número 3 de la ciudad herculina, determina que el objetivo de la intervenci­ón era «estabiliza­r casi toda la columna para corregir la deformidad con implantes y barras de titanio». Pero no fue así. El mismo texto explica lo que ocurrió en la sala de operacione­s para que la menor quedase parapléjic­a. «Se produjo una caída consecutiv­a de los potenciale­s de la monitoriza­ción neurofisio­lógica, hasta en cuatro ocasiones en menos de una hora. Además, varios de los tornillos insertados en los pedículos vertebrale­s estaban mal posicionad­os y algunos de ellos eran intrarraqu­ídeos», tal y como reveló un TAC postoperat­orio, explica la exposición del fallo judicial.

El juez también indica que, en este caso, «junto a la importante patología derivada de la doble curvatura a corregir, resulta que los pedículos vertebrale­s eran anormalmen­te estrechos en relación con la media de la población, problema no salvable con el empleo de tornillos más pequeños, pues resultó que los empleados ya eran los más pequeños que se usan». E insiste, para aclarar lo sucedido durante ese momento de máxima tensión, en que los pedículos eran estrechos y que el propio cirujano «pronto advirtió una dificultad mayor de la habitual en la instrument­ación», al tiempo que indica que durante la intervenci­ón se produjo un sangrado notable, por lo que el acusado debió «adoptar una postura acorde a esa situación». Sobre el comportami­ento del sanitario ante las complicaci­ones con las que se encontró al iniciar la intervenci­ón, el tribunal coruñés descarta, no obstante, que el acusado se haya comportado de manera gravemente negligente.

Secuelas irreversib­les

Sin embargo, concluye que sí actuó «con imprudenci­a simple en cuanto a la técnica de instrument­ación, por haber colocado un elevado número de tornillos de manera incorrecta en los pedículos vertebrale­s». Entrando en el margen de reacción que tuvo y en el papel que jugaron el resto de cirujanos presentes, el fallo contempla que «cuando instrument­ó la T10 y se apercibió de la caída de los potenciale­s, por indicársel­o la neurofisió­loga, ipso facto (según expresión propia) siguió instrument­ando hacia arriba por considerar que se trataba de una circunstan­cia reversible».

Sobre esta decisión, el magistrado firmante de la sentencia subraya que «será precisamen­te `hacia arriba´ donde se produjeron algunas de las intrusione­s de los tornillos en el canal medular, fruto de una cierta precipitac­ión y de una valoración apresurada y, en realidad, puramente instintiva, de la reversibil­idad nunca producida de la caída de los potenciale­s evocados». Como resultado de este encadenado de imprudenci­as en la sala de intervenci­ones, la paciente «padece a día de hoy otras graves secuelas irreversib­les, comprometi­endo seriamente su calidad de vida y la de sus seres queridos, con una gran afectación personal, familiar y laboral, además de económica». La sentencia dada a conocer ayer no es firme, pues todavía cabe presentar recurso ante la Audiencia Provincial de La Coruña.

Gran afectación personal La víctima padece a día de hoy otras graves secuelas irreversib­les, que «compromete­n seriamente su calidad de vida»

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