ABC (Galicia)

La Coruña pide topes que alimentan el temor de un éxodo de propietari­os

▶ El consistori­o tramita la declaració­n de zonas tensionada­s y el sector lo llama a tener cautela

- PABLO BAAMONDE SANTIAGO

Que los precios de los alquileres en La Coruña se han disparado en años recientes es un hecho incuestion­able. En el último lustro, el precio medio mensual pasó de 470 euros a los 650, con zonas que rebasan los 900. El Concello es consciente de que hay una tendencia al alza que ha echado raíces y su propuesta de contención echa mano del mecanismo de las zonas tensionada­s, por el que se fijan topes para estos precios. Pero otras voces temen que la introducci­ón de límites como esos comprometa todavía más la oferta.

«Es evidente que La Coruña es una zona tensionada porque los precios de los alquileres impiden a muchas personas acceder a una vivienda en el mercado libre. Hemos solicitado a la Xunta —que posee la potestad de tramitar el asunto ante el Estado— la declaració­n de zona tensionada, pero hasta el momento lo único que recibimos han sido atrancos y problemas», declararon a ABC fuentes del consistori­o.

En este último mes, febrero, el rango de precios por los que se firmaron contratos registró una variedad amplia. Según los datos del Instituto Galego da Vivenda e Solo (IGVS), recogidos por el Observator­io Galego da Vivenda en su último informe, en las inmediacio­nes de Mesoiro, Pocomaco y Feáns, un área apenas residencia­l, los contratos se firmaron, de media, por unos 500 euros al mes. En buena parte de la urbe, la cifra se eleva a los 500-600; y, en el corredor que conecta Bens con la Marina, el precio medio no baja de los 650 y alcanza cifras bastante más altas. En el entorno de la Avenida de Finisterre, la renta media está en 908,1, mientras que un año antes era de 806,3, cien euros menos. «Desde Juan Flórez hasta San Agustín; por San Andrés y todo el centro de la ciudad, siempre ha habido alquileres mucho más caros que por la periferia. ¿Qué pasa? Que ahora ahí también está subiendo», cuenta Verónica Urreaga, abogada en el despacho Estévez Campos, en representa­ción de la Asociación de Inquilinos coruñesa.

Explica que la tendencia al alza se ha extendido a barrios más alejados, como Elviña, que esquivaban la subida, pero ya no: el distrito más barato en La Coruña, el de Mesoiro, registró una renta media de 512,9 euros, cuando en 2023 fue de 387,5. «Entonces, la gente se tiene que ir a alquilar fuera», a núcleos en municipios lindantes al coruñés, como Arteixo, Oleiros o Culleredo, que cada vez son más recurrente­s por su uso como ciudades dormitorio. «Problema: que si se establecen topes para los alquileres, al propietari­o no le va a interesar alquilar. Encima, con la nueva Ley de Vivienda, si no le ingresan la renta, tiene unos problemas tremendos para desahuciar por falta de pago», apuntala la abogada sobre una insegurida­d que afecta, especialme­nte, al pequeño tenedor. Describe como habitual un perfil que emplea el alquiler para compensar su hipoteca o completar la pensión.

Vivienda pública, paralizada

A su juicio, la solución no pasa por fijar topes, sino por ofrecer más vivienda pública para que la privada se deprecie or

908,1€

Valor promedio de un contrato de alquiler en el entorno de la Avda. de Finisterre, en el centro. Un año antes, era de 806,3€.

512,9€

Precio medio en el que se sitúan los alquileres en el entorno de Mesoiro, Pocomaco y Feáns, en la periferia. En 2023, era de 387,5€. gánicament­e. Por eso lamenta su parálisis; señala las «300.000 viviendas» que «ofreció [Pedro] Sánchez» y de las que «nunca más se volvió a hablar»; mismo caso que el de las «trescienta­s» proyectada­s por el Concello coruñés. La Xunta entregó esta semana dos en el parque de Xuxán, «pero no es suficiente». «Se tienen que poner de acuerdo. Si el ayuntamien­to no tiene fondos, que ceda suelo público para que la Xunta pueda edificar. (...) 300 viviendas en una ciudad pequeña como esta serían de ayuda. Tiene que haber consenso: vivienda pública, pero ya. No hace falta que sean miles de casas; conviene ir poco a poco, pero haciéndola­s», zanja Urreaga.

Según el último informe del Observator­io Urbano, con datos de 2022, tras seis años en los que no se calificaro­n viviendas de protección pública —de 2013 a 2018—, se designaron 94 en 2019, 73 en 2020 y 80 en 2021; todas en Xuxán y de promoción privada. En 2022 se volvió a la anterior cadencia y no hubo añadidos. Emma Martínez, presidenta de la Asociación Gallega de Inmobiliar­ias (Agalin), opina que, aunque la declaració­n de zona tensionada solo reduciría los alquileres de los grandes tenedores, mientras que los pequeños propietari­os no podrían encarecerl­os, crearía «una diferencia entre unos y otros» impercepti­ble para el consumidor, pero que ahuyentarí­a del mercado a una parte de los propietari­os y dejaría indefensa a la mayoría restante. Como contramedi­da, urge a ofrecer «totales garantías» para ellos: «Si el Estado avalase a los inquilinos, la gente no tendría miedo a alquilar (...). Tenemos un problema grave, se han ido miles de viviendas al alquiler vacacional porque no se recoge en la ley de vivienda habitual. Allí hay libertad de precio y de condicione­s. Se acaban yendo porque sienten que están más protegidos».

Recienteme­nte, la tendencia al alza en los alquileres se ha extendido también a los barrios de la periferia, que solían esquivar las subidas

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// M. DYLAN (EP) Vista de la calle de Juan Flórez, en La Coruña

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